Las autoridades, vuelven a jugar con la idea de utilizar los bordes y el centro de la canalización del Río Tijuana, como alternativa para vías alternas y agilizar el tránsito de vehículos en la zona. Esta idea fue rechazada en años anteriores por no constituir una solución lógica al problema del terrible ahogamiento vehicular que cada día asfixia a los tijuanenses y visitantes en casi todas las calles y avenidas principales de la ciudad, sobre todo en las llamadas “horas pico”.
Sí, el problema es grande y se acrecienta cada día, en la medida que aumenta el número de autos y camiones de todo tipo en la ciudad. Pero utilizar los bordos de la canalización o el centro, no resolverá el problema y puede crear otro más grave todavía: El desmoronamiento en una o en varias zonas de la canalización, con el fluir intenso y constante de máquinas rodantes.
El canal fue construido para contener y encausar las aguas a veces turbulentas del río, en tiempo de lluvias. Nada más. Y nada menos. La difícil solución al problema vial de la ciudad, está en otra parte y atacando las causas que lo provocaron hace 20 o treinta años, cuando debieron haberse tomado las medidas para evitar el actual y otros problemas que hoy se ciernen sobre nuestra sufrida y mal planeada ciudad. La propia canalización, es parte del problema, porque se construyó en una zona inadecuada, lejos del cauce natural del Río en su primera etapa, pues como los viejos residentes sabemos, el verdadero cauce del río pasaba por lo que hoy el bulevar Sánchez Taboada.
Recordamos cómo se inundaba esa zona y a veces llegaba a algunas calles de la zona urbana, entre las avenidas Quintana Roo y Pío Pico. ¿Por qué se construyó a dos cuadras de la colonia Libertad, creando una zona estrecha con pocas salidas, si existían dos proyectos más adecuados sobre el cauce original? No lo sabremos, pero pagamos las consecuencias.
Parte del problema se solucionaría sacando de la zona, fuentes de acumulamiento humano y motriz: la Secretaría de Educación e ISEP (que de acuerdo con la Ley Federal de Bibliotecas, no deben estar en su edificio), desalojando por lo menos una tercera parte de las oficinas municipales, en la que se aglutinan empleados, contribuyentes y muebles a una zona más adecuada.
Envío: Todavía es tiempo de planear con lógica pensando en el futuro. .
(El autor es Cronista de la ciudad y catedrático del CUT)
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