/ lunes 22 de julio de 2024

Expediente Confidencial / Biden: El títere ha muerto, viva la títere

En otro fin de semana movido, de esos a los que, malamente, nos está acostumbrando la campaña electoral estadounidense, Joe Biden -al fin- desistió en su idea de reelegirse por otros cuatro años, cuando se atisbaba que ni siquiera podría llegar vivo, o mínimo lúcido, al 2029.

Inmediatamente y como era previsible, Biden dio su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris para sucederle.

Biden ha sido, por mucho, el peor presidente de Estados Unidos, quizás no de la historia, pero sí de la posguerra hacia acá.

Bajo su mandato, se ha mimado a las dictaduras china, venezolana e iraní, al terrorismo árabe, se reinstaló a los talibanes afganos en el poder, el narcotráfico creció como nunca, detonando al fentanilo como su "producto estrella", y las mafias de tráfico de personas -que controla ese mismo narcotráfico- se han forrado de dinero, cruzando migrantes y dejándolos a su suerte, secuestrándolos, reclutándolos, violando mujeres y asesinándolos, sin que nadie los moleste.

Con Harris como vicepresidenta, tan "feminista" ella, los ayatolás iraníes asesinaron a Mahsa Amini y, de premio, el gobierno de su jefe les desbloqueó 10 mil millones de dólares; también los terroristas de Hamas violaron, torturaron y mutilaron, incluso cortándoles, vivas, los pechos, a decenas de mujeres israelíes inocentes, en su ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, sin que Kamalita dijera ni pío; y, por supuesto, se entronizó de nuevo a los talibanes afganos, esos mismos que violentan mujeres todos los días -como los hombres palestinos-, pero Kamalita pues tampoco dice nada, porque esos talibanes le venden muchísimos precursores químicos para hacer drogas a China y sus aliados narcotraficantes, así que...

Hablemos del títere que se va y de la que llega, y las circunstancias de ese cambio.

EL TÍTERE

Mediocre, hipócrita, malvado, falso, senil y corrupto. Eso ha sido Joe Biden, un tipo que ha sido mucho peor que Jimmy Carter, quien hasta ahora tenía el nada honroso título de ser el peor presidente demócrata de la posguerra.

Carter era también un guiñol, pero, al menos, se trataba de un tipo que parecía o intentaba ser bueno, una especie de Gabriel Boric estadounidense, que parecía querer demostrarle a sus compatriotas, especialmente a los izquierdistas, tan acelerados entonces como ahora, que había otro camino distinto a la podredumbre de Richard Nixon, o a la medianía cómplice de esa podredumbre que representó Gerald Ford. Y que para llegar a ese camino, no se necesitaba hacer tonterías. En pocas palabras, fue un Neville Chamberlain de la Guerra Fría... y así le fue.

A Carter lo echaron del poder, sobre todo, por eso, por ser muy Chamberlain y muy Boric para un momento histórico donde, el o la que no rugía -ahí estaba ya Thatcher-, estaba fuera de la jugada. La Crisis de los Rehenes fue su Waterloo y su piedra de toque respecto a ese momento histórico

Tras su periodo, el Partido Demócrata quedó tan mal que Reagan ganó contundentemente en 1980 y casi lo borró de la faz de la tierra en 1984. Pasarían 12 años hasta que, ya purgado de las toxinas del radicalismo setentero y con Bill Clinton, quien era una cara nueva y representaba un estilo igualmente nuevo, ganó en 1992.

En cambio, Biden es un mal hombre. Es un tipo que, mientras le mira a los ojos a sus ciudadanos en un discurso, jurando y perjurando que defiende la democracia y la libertad en el mundo, mima a dictadores como Nicolás Maduro, liberando a su mayor socio, Alex Saab, y permitiéndole robarse otra elección en Venezuela.

Biden ha sido un perro del mal que, mientras jura y perjura que defiende a las mujeres y su derecho al aborto, no le importa que, a diario, millones de afganas sean violentadas por los talibanes y no tengan ni el más mínimo derecho, ni tampoco lo tengan las palestinas, cuyos maridos, no pocos de ellos terroristas o simpatizantes de Hamas, las tratan cual esclavas fácticas

Biden es un hijo de p... que, mientras dice apoyar a las y los migrantes, se los entrega a las mafias de traficantes con su aplicación CBP One, enviando a mujeres y hombres inocentes que llegan a Tijuana a citas en Matamoros donde, qué casualidad, son secuestrados por narcotraficantes que ya los esperan.

Y la familia de Biden está tan podrida como él.

Los Biden son como una versión estadounidense de los De la Madrid, con un hijo, Hunter, al que, quisieron convertir en un prócer de la "resiliencia", con la ayuda de sus medios y "periodistas" del izquierdismo caviar, pese a ser un adicto incorregible, haberse encamado con la viuda de su hermano y convertirla en adicta, y mentir para comprar un arma de fuego.

Claramente, el aferramiento de Biden a la candidatura -y al poder- está entrelazado a su esposa, la ambiciosa Jill, quien, en 2023, le fue a entregar el Grammy de 'Canción del Año' a Bonnie Raitt, intérprete favorita de la primera dama y tan septuagenaria como ella. Raitt "ganó" con una melodía que nadie conocía, pero, vamos, era la cantante favorita de Paloma Cordero... perdón, quise decir de Jill Biden.

De hecho, la presidencia de Biden ha sido para Estados Unidos lo que la de De la Madrid a México: presidente pelele y funcional para el narcotráfico y las mafias, esposa ambiciosa y falsamente emotiva, hijos podridos y solapados, élite titiritera.

AFERRADO

Biden, como dijimos, se agarró como Monstruo de Gila a su candidatura y al poder.

Curiosamente, en las semanas en que Biden fue perdiendo el apoyo de sus antiguos aliados, como los Obama o Nancy Pelosi, el todavía presidente se acercó a la izquierda más radical de su partido, encarnada por Bernie Sanders y, sobre todo, las ultras Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, senador el primero y congresistas las tres últimas.

Ocasio, Omar y Tlaib se caracterizan por ser abiertas defensoras de las dictaduras china, cubana, nicaragüense y venezolana, así como por ser entusiastas porristas de Hamas y el terrorismo árabe en general, el régimen iraní y el narcotráfico. De hecho, tras el 7 de octubre y sin que Israel hubiera hecho todavía algún disparo hacia Gaza, Ocasio ya estaba organizando una marcha para apoyar a Palestina ¿Y las israelíes violadas, torturadas y asesinadas? ¿Y las palestinas maltratadas a diario por sus muy palestinos maridos? Pues la "muy sorora" Ocasio, de eso, no dice ni pío.

Algunos medios estadounidenses y españoles no entendían, o no querían entender, los motivos de este acercamiento de Biden a semejante caterva de ponzoñosos, pero cuando se informa que había un complot iraní para matar a Trump y el Servicio Secreto -dirigido por una ex escolta de Biden- no hizo nada para evitar que Thomas Crooks disparara contra Donald, uno empieza a pensar cosas. Porque parece mucha "casualidad" que, justamente cuando arreciaban las peticiones para que Biden se bajara, pues viene un atentado contra Trump. Entendiendo que Joe es un podrido y no el amable viejecito que CNN nos ha querido vender ¿No será que Joe -o Jill- usó su último recurso para aferrarse a la candidatura? Porque, si Trump hubiese muerto, pues Biden la habría tenido más fácil ante Marco Rubio, o J.D. Vance, o ante Nikki Haley, quien hubiera reclamado la postulación al quedar en un lejanísimo segundo lugar, pero segundo al fin ¿No será que Joe quiso dejar ciego al Partido Republicano para él, en su calidad, de tuerto, ganar?

LA TÍTERE

Kamala viene a lo mismo que Joe, a ponerse sus cuerditas y ser titiriteada por los mismos que movían los hilos de Biden, salvo Jill, a quien le espera el basurero de la historia, igual que a su senecto marido -va a ser divertidísimo ver el libro de Hunter, que costaba casi 400 pesos en México, rematado a un dólar en el botadero de los Target, en unas semanitas más-.

¿Había mejores opciones para el Partido Demócrata? Si. La gobernadora de Massachusetts, Maura Healey, abiertamente lesbiana y quien viene haciendo un mandato moderado; o el gobernador de Maryland, Wes Moore, afroamericano, veterano del ejército y quien, a diferencia de Obama y Kamala, SI viene desde abajo.

Pero es que a la élite del Partido Demócrata no le interesa que nada cambie. Le interesa una izquierdista caviar que sea su títere y siga mimando a Xi Jinping, a los ayatolás de Irán, a los talibanes, a Nicolás Maduro, a los terroristas árabes.

Kamala es hija de ricos. Su padre, jamaicano, procedía de una familia potentada de esclavistas. Su madre, llegada de la India, era una niña rica, hija de un diplomático. Ambos llegaron a Estados Unidos no a lavar platos o fregar pisos, sino a estudiar posgrados en Berkeley.

Pero, desde hoy, los medios de la izquierda caviar no dirán ni una palabra de eso. Se van a centrar en el guion que ya tienen para Kamala: que es afroamericana; que sería "la primera presidenta estadounidense", igualito que como hicieron con Hillary Clinton hace ocho años; que si es muy "sorora" y "feminista"; y que si qué malos son Donald Trump y J.D. Vance, de los cuales, quitándole el maquillaje de sus medios amigos, Kamala no es muy diferente, porque los políticos, como cualquier persona, se miden en las acciones, no en las palabras y menos en la propaganda. Y en los hechos, ahí están las migrantes secuestradas y violadas a diario por el narco en México, esas mismas a las que Biden y Kamala juraron que apoyarían en la campaña de 2020; ahí están las palestinas, maltratadas y vejadas por sus maridos palestinos, de los que son esclavas o, mínimo, sirvientas; ahí están las afganas convertidas en tapete de los talibanes; ahí están las israelíes violadas, mutiladas y asesinadas por los terroristas de Hamas; ahí están las judías que son perseguidas violentamente por las hordas de niñitos ricos adoctrinados en las universidades estadounidenses; ahí está el narcotráfico y los 'polleros', con ganancias que nunca habían tenido en la historia y a las que han llegado en el mandato de Biden y Kamala; ahí está el cadáver de Mahsa Amini, asesinada por el régimen iraní al que Biden y Kamala le entregaron 10 mil millones de dólares tras eso; ahí están las pobres venezolanas y nicaragüenses, torturadas y violadas en los calabozos políticos de Daniel Ortega y Nicolás Maduro, convertidos en dictadores imparables porque Biden y Kamala los han mimado en su gobierno, abandonado a sus opositores.

El títere, Biden, ha muerto políticamente. A la títere nueva, Kamala, desde hoy la aclamarán con 'vivas' en la CNN, el New York Times, el Washington Post, Univisión, Telemundo y El País, propiedad, no lo olvidemos, del banco Santander. Las y los estadounidenses decidirán, en noviembre, si se tragan cuatro años más del guión que les ha escrito la élite izquierdista, que de izquierdista, muy a su pesar, no tiene nada

RIDÍCULO: De verdad qué fueron ridículos en la CNN, donde comentaristas como Van Jones soltaron el llanto al aire, ante el adiós de Biden. Ni López Dóriga o Carlos Marín llegaron a semejantes estupideces

ELISE: En noviembre, veremos si Donald Trump no se equivocó, como dijimos hace unos días, eligiendo a J.D. Vance, en vez de a la combativa y fiera Elise Stefanik, que hubiese puesto a tiritar a Kamala y sus mentiras

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com

En otro fin de semana movido, de esos a los que, malamente, nos está acostumbrando la campaña electoral estadounidense, Joe Biden -al fin- desistió en su idea de reelegirse por otros cuatro años, cuando se atisbaba que ni siquiera podría llegar vivo, o mínimo lúcido, al 2029.

Inmediatamente y como era previsible, Biden dio su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris para sucederle.

Biden ha sido, por mucho, el peor presidente de Estados Unidos, quizás no de la historia, pero sí de la posguerra hacia acá.

Bajo su mandato, se ha mimado a las dictaduras china, venezolana e iraní, al terrorismo árabe, se reinstaló a los talibanes afganos en el poder, el narcotráfico creció como nunca, detonando al fentanilo como su "producto estrella", y las mafias de tráfico de personas -que controla ese mismo narcotráfico- se han forrado de dinero, cruzando migrantes y dejándolos a su suerte, secuestrándolos, reclutándolos, violando mujeres y asesinándolos, sin que nadie los moleste.

Con Harris como vicepresidenta, tan "feminista" ella, los ayatolás iraníes asesinaron a Mahsa Amini y, de premio, el gobierno de su jefe les desbloqueó 10 mil millones de dólares; también los terroristas de Hamas violaron, torturaron y mutilaron, incluso cortándoles, vivas, los pechos, a decenas de mujeres israelíes inocentes, en su ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, sin que Kamalita dijera ni pío; y, por supuesto, se entronizó de nuevo a los talibanes afganos, esos mismos que violentan mujeres todos los días -como los hombres palestinos-, pero Kamalita pues tampoco dice nada, porque esos talibanes le venden muchísimos precursores químicos para hacer drogas a China y sus aliados narcotraficantes, así que...

Hablemos del títere que se va y de la que llega, y las circunstancias de ese cambio.

EL TÍTERE

Mediocre, hipócrita, malvado, falso, senil y corrupto. Eso ha sido Joe Biden, un tipo que ha sido mucho peor que Jimmy Carter, quien hasta ahora tenía el nada honroso título de ser el peor presidente demócrata de la posguerra.

Carter era también un guiñol, pero, al menos, se trataba de un tipo que parecía o intentaba ser bueno, una especie de Gabriel Boric estadounidense, que parecía querer demostrarle a sus compatriotas, especialmente a los izquierdistas, tan acelerados entonces como ahora, que había otro camino distinto a la podredumbre de Richard Nixon, o a la medianía cómplice de esa podredumbre que representó Gerald Ford. Y que para llegar a ese camino, no se necesitaba hacer tonterías. En pocas palabras, fue un Neville Chamberlain de la Guerra Fría... y así le fue.

A Carter lo echaron del poder, sobre todo, por eso, por ser muy Chamberlain y muy Boric para un momento histórico donde, el o la que no rugía -ahí estaba ya Thatcher-, estaba fuera de la jugada. La Crisis de los Rehenes fue su Waterloo y su piedra de toque respecto a ese momento histórico

Tras su periodo, el Partido Demócrata quedó tan mal que Reagan ganó contundentemente en 1980 y casi lo borró de la faz de la tierra en 1984. Pasarían 12 años hasta que, ya purgado de las toxinas del radicalismo setentero y con Bill Clinton, quien era una cara nueva y representaba un estilo igualmente nuevo, ganó en 1992.

En cambio, Biden es un mal hombre. Es un tipo que, mientras le mira a los ojos a sus ciudadanos en un discurso, jurando y perjurando que defiende la democracia y la libertad en el mundo, mima a dictadores como Nicolás Maduro, liberando a su mayor socio, Alex Saab, y permitiéndole robarse otra elección en Venezuela.

Biden ha sido un perro del mal que, mientras jura y perjura que defiende a las mujeres y su derecho al aborto, no le importa que, a diario, millones de afganas sean violentadas por los talibanes y no tengan ni el más mínimo derecho, ni tampoco lo tengan las palestinas, cuyos maridos, no pocos de ellos terroristas o simpatizantes de Hamas, las tratan cual esclavas fácticas

Biden es un hijo de p... que, mientras dice apoyar a las y los migrantes, se los entrega a las mafias de traficantes con su aplicación CBP One, enviando a mujeres y hombres inocentes que llegan a Tijuana a citas en Matamoros donde, qué casualidad, son secuestrados por narcotraficantes que ya los esperan.

Y la familia de Biden está tan podrida como él.

Los Biden son como una versión estadounidense de los De la Madrid, con un hijo, Hunter, al que, quisieron convertir en un prócer de la "resiliencia", con la ayuda de sus medios y "periodistas" del izquierdismo caviar, pese a ser un adicto incorregible, haberse encamado con la viuda de su hermano y convertirla en adicta, y mentir para comprar un arma de fuego.

Claramente, el aferramiento de Biden a la candidatura -y al poder- está entrelazado a su esposa, la ambiciosa Jill, quien, en 2023, le fue a entregar el Grammy de 'Canción del Año' a Bonnie Raitt, intérprete favorita de la primera dama y tan septuagenaria como ella. Raitt "ganó" con una melodía que nadie conocía, pero, vamos, era la cantante favorita de Paloma Cordero... perdón, quise decir de Jill Biden.

De hecho, la presidencia de Biden ha sido para Estados Unidos lo que la de De la Madrid a México: presidente pelele y funcional para el narcotráfico y las mafias, esposa ambiciosa y falsamente emotiva, hijos podridos y solapados, élite titiritera.

AFERRADO

Biden, como dijimos, se agarró como Monstruo de Gila a su candidatura y al poder.

Curiosamente, en las semanas en que Biden fue perdiendo el apoyo de sus antiguos aliados, como los Obama o Nancy Pelosi, el todavía presidente se acercó a la izquierda más radical de su partido, encarnada por Bernie Sanders y, sobre todo, las ultras Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, senador el primero y congresistas las tres últimas.

Ocasio, Omar y Tlaib se caracterizan por ser abiertas defensoras de las dictaduras china, cubana, nicaragüense y venezolana, así como por ser entusiastas porristas de Hamas y el terrorismo árabe en general, el régimen iraní y el narcotráfico. De hecho, tras el 7 de octubre y sin que Israel hubiera hecho todavía algún disparo hacia Gaza, Ocasio ya estaba organizando una marcha para apoyar a Palestina ¿Y las israelíes violadas, torturadas y asesinadas? ¿Y las palestinas maltratadas a diario por sus muy palestinos maridos? Pues la "muy sorora" Ocasio, de eso, no dice ni pío.

Algunos medios estadounidenses y españoles no entendían, o no querían entender, los motivos de este acercamiento de Biden a semejante caterva de ponzoñosos, pero cuando se informa que había un complot iraní para matar a Trump y el Servicio Secreto -dirigido por una ex escolta de Biden- no hizo nada para evitar que Thomas Crooks disparara contra Donald, uno empieza a pensar cosas. Porque parece mucha "casualidad" que, justamente cuando arreciaban las peticiones para que Biden se bajara, pues viene un atentado contra Trump. Entendiendo que Joe es un podrido y no el amable viejecito que CNN nos ha querido vender ¿No será que Joe -o Jill- usó su último recurso para aferrarse a la candidatura? Porque, si Trump hubiese muerto, pues Biden la habría tenido más fácil ante Marco Rubio, o J.D. Vance, o ante Nikki Haley, quien hubiera reclamado la postulación al quedar en un lejanísimo segundo lugar, pero segundo al fin ¿No será que Joe quiso dejar ciego al Partido Republicano para él, en su calidad, de tuerto, ganar?

LA TÍTERE

Kamala viene a lo mismo que Joe, a ponerse sus cuerditas y ser titiriteada por los mismos que movían los hilos de Biden, salvo Jill, a quien le espera el basurero de la historia, igual que a su senecto marido -va a ser divertidísimo ver el libro de Hunter, que costaba casi 400 pesos en México, rematado a un dólar en el botadero de los Target, en unas semanitas más-.

¿Había mejores opciones para el Partido Demócrata? Si. La gobernadora de Massachusetts, Maura Healey, abiertamente lesbiana y quien viene haciendo un mandato moderado; o el gobernador de Maryland, Wes Moore, afroamericano, veterano del ejército y quien, a diferencia de Obama y Kamala, SI viene desde abajo.

Pero es que a la élite del Partido Demócrata no le interesa que nada cambie. Le interesa una izquierdista caviar que sea su títere y siga mimando a Xi Jinping, a los ayatolás de Irán, a los talibanes, a Nicolás Maduro, a los terroristas árabes.

Kamala es hija de ricos. Su padre, jamaicano, procedía de una familia potentada de esclavistas. Su madre, llegada de la India, era una niña rica, hija de un diplomático. Ambos llegaron a Estados Unidos no a lavar platos o fregar pisos, sino a estudiar posgrados en Berkeley.

Pero, desde hoy, los medios de la izquierda caviar no dirán ni una palabra de eso. Se van a centrar en el guion que ya tienen para Kamala: que es afroamericana; que sería "la primera presidenta estadounidense", igualito que como hicieron con Hillary Clinton hace ocho años; que si es muy "sorora" y "feminista"; y que si qué malos son Donald Trump y J.D. Vance, de los cuales, quitándole el maquillaje de sus medios amigos, Kamala no es muy diferente, porque los políticos, como cualquier persona, se miden en las acciones, no en las palabras y menos en la propaganda. Y en los hechos, ahí están las migrantes secuestradas y violadas a diario por el narco en México, esas mismas a las que Biden y Kamala juraron que apoyarían en la campaña de 2020; ahí están las palestinas, maltratadas y vejadas por sus maridos palestinos, de los que son esclavas o, mínimo, sirvientas; ahí están las afganas convertidas en tapete de los talibanes; ahí están las israelíes violadas, mutiladas y asesinadas por los terroristas de Hamas; ahí están las judías que son perseguidas violentamente por las hordas de niñitos ricos adoctrinados en las universidades estadounidenses; ahí está el narcotráfico y los 'polleros', con ganancias que nunca habían tenido en la historia y a las que han llegado en el mandato de Biden y Kamala; ahí está el cadáver de Mahsa Amini, asesinada por el régimen iraní al que Biden y Kamala le entregaron 10 mil millones de dólares tras eso; ahí están las pobres venezolanas y nicaragüenses, torturadas y violadas en los calabozos políticos de Daniel Ortega y Nicolás Maduro, convertidos en dictadores imparables porque Biden y Kamala los han mimado en su gobierno, abandonado a sus opositores.

El títere, Biden, ha muerto políticamente. A la títere nueva, Kamala, desde hoy la aclamarán con 'vivas' en la CNN, el New York Times, el Washington Post, Univisión, Telemundo y El País, propiedad, no lo olvidemos, del banco Santander. Las y los estadounidenses decidirán, en noviembre, si se tragan cuatro años más del guión que les ha escrito la élite izquierdista, que de izquierdista, muy a su pesar, no tiene nada

RIDÍCULO: De verdad qué fueron ridículos en la CNN, donde comentaristas como Van Jones soltaron el llanto al aire, ante el adiós de Biden. Ni López Dóriga o Carlos Marín llegaron a semejantes estupideces

ELISE: En noviembre, veremos si Donald Trump no se equivocó, como dijimos hace unos días, eligiendo a J.D. Vance, en vez de a la combativa y fiera Elise Stefanik, que hubiese puesto a tiritar a Kamala y sus mentiras

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com