/ sábado 30 de enero de 2021

Expediente Confidencial | Ebony & Ibory

Entre todas las cosas terribles y desesperanzadoras que deja enero, siendo esta abrumadora mayoría, he aquí una buena: a mediados del mes, el Athlétic de Bilbao jugó la final de la Súpercopa de España contra el Barcelona. Dicho equipo se ha caracterizado por una regla: los únicos que pueden vestir su camiseta son vascos. Es un caso que emula, en grado superlativo, al del Guadalajara mexicano. En el Athlétic no se valen extranjeros, pero tampoco españoles que no hayan nacido en la región de Euskadi.

Sin embargo, el gol del triunfo ante los catalanes fue anotado por Iñaki Williams, que en el nombre lleva su sello identitario: es vasco y negro.

Williams es una síntesis de su tiempo y muestra de que las nacionalidades y el nacionalismo no pueden seguirse asiendo de estereotipos que, por lo demás, son excluyentes.

Sus padres, ghaneses, llegaron a España en los noventas. Iñaki, hoy de 26 años, nació en Bilbao. Con el tiempo, la familia se movió, por razones laborales, en distintas latitudes del País Vasco.

A los 12, Iñaki vio a su padre marcharse a Londres, para poder mantener a la familia. Pero Williams lo trajo de vuelta, con el dinero que ganó al firmar su primer contrato como futbolista profesional.

El 6 de diciembre de 2014, Iñaki debutó en la primera división española, siendo el primer futbolista negro en la historia del Athlétic.

Iñaki tiene otro hermano, Nicholas, de 18 años, que está en uno de los equipos formativos del mismo Athlétic. Es decir, pronto serán dos. Y luego más, porque los Williams han abierto una puerta que no se cerrará.

La xenofobia nunca se ha ido de Europa. No del todo. La nueva ola de migrantes, que llegan de África y los países árabes más pobres, buscando un mejor futuro, no está sino azuzándola. Son legítimas las preocupaciones de quienes perciben la mano de mafias dedicadas al tráfico de personas, meciendo esa ola. Son necesarias las voces que exigen aplicarles la ley a esos grupos criminales que, por otro lado, tienen el respaldo, cuando no el patronazgo, de importantes financistas, banqueros y bolseros que auspician un supuesto "progresismo", disfraz que esconde, en realidad, planes que, al final, terminarán beneficiando a los mismos de siempre.

Sin embargo, esas mafias se han convertido en el pretexto para que algunos, meramente racistas, arremetan contra el migrante de a pie, que es el menos culpable de esa pelea de élites, quedando en el medio y vulnerable. Muchos, como los Williams alguna vez, se hallan atrapados en esa marea, literal y figurativamente, con la única "culpa" de haber nacido en la pobreza, intolerable, violenta, lacerante e insufrible

Ante el racismo que, increíblemente, siempre halla formas de renovarse, de resurgir, y en estos tiempos vive su enésimo aire, a ratos soterradamente, en otros ensanchado y sin culpa, Iñaki Williams resulta estandarte bien plantado de una era hacia la cual debe avanzar la humanidad, donde ya no existan países ni sociedades "de blancos" y "de negros", sino un solo mundo donde la única condición para resaltar sea el trabajo y la capacidad, tal como lo está haciendo este buen futbolista vasco.


P.D.: Si algo nos pasa es que quieren callarnos

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com