La única pregunta que uno puede hacerse tras ver la propuesta de Reforma Judicial presentada por la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, es si el narco se la redactó.
Porque, cuando menos, se nota la influencia de las ONG que buscan legalizar las drogas -para hacer un negociazo- y perdonar y normalizar a los narcotraficantes -para que acepten esa legalización y formen parte del negocio legal-.
Al leer la propuesta de Piña, que apoyan los también ministros Luis María Aguilar Morales, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Juan Luis González Alcántara, parece que el principal problema de México es que no le damos manga ancha a los delincuentes y no al revés.
Es decir, lo que Piña propone son más "abrazos" al crimen.
De entrada, critica "la política de drogas basada en la prohibición" (página 34), lo cual nos muestra quiénes están detrás de Piña: la Open Society Foundations y su universo de ONGs.
O sea que, según Piña, con que mañana vendamos cocaína y fentanilo en el Oxxo, ya se arregló la seguridad pública ¡Claro!
¿Y los adictos que robarían por falta de una dosis? ¿Y las otras actividades que realiza el crimen organizado como la trata de personas?
Luego, la propuesta de Piña afirma que "es fundamental reformular la estrategia de seguridad pública en México, estableciendo un nuevo marco de gobernanza apoyado en una política criminal integral. Esta política debería superar el enfoque, principalmente, punitivo actual" (página 37).
Traducción: Piña quiere que no haya un enfoque "punitivo", es decir, que a los delincuentes, en vez de enviarlos a la cárcel, los dejemos en las calles, con que hagan "reparación del daño" ¿Y en qué consiste esa "reparación del daño"? En que un asesino vaya y dé una lana como indemnización a las familias de la víctima y listo, a seguir libre y delinquiendo. Más "abrazos".
Una página después reitera que quiere más "abrazos" para los criminales, al decir que se debe tener una "política criminal que parta de un enfoque amplio y coordinado en la lucha contra la criminalidad, que vaya más allá de las respuestas punitivas".
Obviamente, Piña también pide eliminar la prisión preventiva oficiosa, para que los asesinos, violadores y secuestradores anden libres -y se puedan fugar- mientras se realiza su juicio (página 17).
Piña igualmente plantea "considerar abandonar el enfoque punitivo a la política hacia (...) el narcomenudeo y buscar alternativas ante la detención en ese contexto" (página 17). Es decir, Piña quiere que dejemos libres y a sus anchas a los narcomenudistas para que sigan vendiendo drogas a gusto, y que si llegan a caer presos, salgan con una multita.
Imagínese, en un país donde ya los delincuentes hacen y deshacen, lo que Piña plantea es que sea casi imposible llevarlos a la cárcel y que hagan lo que quieran. Más de lo que ya hacen con el Nuevo Sistema de Justicia Penal, impuesto por Obama -tanto, que Alan Bersin, su titular del CBP, vino a supervisar su implementación-.
Otra propuesta de Piña es crear "un mecanismo extraordinario de verdad, justicia y reparaciones" ¿Qué es eso? Un mecanismo para limpiar la cara de criminales, normalizarlos y evitar que vayan a la cárcel ¿De qué manera? Digamos que si se trata de perdonar a un narco, se dice que bueno, no es que haya querido delinquir e hincharse los bolsillos con dinero mal habido, sino que delinquió por un "problema social estructural". Entonces, se determina que la "justicia" es que no vaya a la cárcel y, a cambio de no ir, entregue dinero para "reparar el daño", a ONGs -digamos, como las que cita Piña en su propuesta-, para que hagan un "centro para víctimas", donde, les dan dos o tres terapias a las pobres víctimas -terapias para que perdonen a esos delincuentes- y listo, el criminal ya puede andar por la calle, libre, sin broncas, y sus víctimas, jodidas. Ahí tienen su "verdad", "justicia" y "reparaciones".
Esas ideas llevan años enarbolándolas ONGs que piden perdonar narcos y legalizar drogas.
Piña no se contiene y pide "es necesario promover la revisión de las leyes y códigos penales para reducir la criminalización excesiva".
Por "criminalización excesiva", Piña se refiere a hacer más difícil que se puede acusar a alguien por un delito.
Le digo, para Piña el problema es que estamos "maltratando" a los criminales.
Todo el documento presentado por Píña contiene referencias a datos y planteamientos de ONGs como México Unido contra la Delincuencia, que es financiada por la OSF y lleva años buscando legalizar las drogas, todas; o Causa en Común y México Evalúa, ligadas al universo de Claudio X. González.
A Piña ya nada más le faltó, al calce de su propuesta, pedir que todas las ciudades de México tuvieran calles con los nombres de Amado Carrillo u Osiel Cárdenas, para cincelar esa política "no punitiva", de perdón a los criminales.
Esa es Norma Piña, la que se opone a la Reforma Judicial de la 4T.
¿Usted quiere dejar el futuro de sus hijas e hijos en manos de ella?
INTERESES: No solamente con la propuesta de Norma Piña se empieza a ver cuáles son los verdaderos intereses que se mueven en contra de la Reforma Judicial. Ayer, El País sacó un artículo para criticar que en la Reforma Judicial de la 4T se planteen los jueces sin rostro para casos del crimen organizado. Cita a un académico de la UNAM llamado Imer Flores, que dice cínicamente: "Si no sabes quién está detrás, ¿cómo puedes tener la garantía de que te está juzgando un tribunal imparcial e independiente?”. Tantita madre. Pues claro. Qué mejor que el narco o los tratantes sepan qué juez está en su caso, para amenazarlo o corromperlo ¿No?
Aquí no hay que olvidar que El País es propiedad del banco Santander, sancionado por lavado de dinero en varias ocasiones en varias partes del mundo y en la finca de cuyos dueños, en 2008, se estrelló una avioneta cargada con 273 kilos de mariguana (https://shorturl.at/9lXy9)
SOLUCIÓN: En El Salvador, Nayib Bukele ha hecho exactamente lo contrario de lo que propone Norma Piña y allá hay paz, porque los delincuentes están en la cárcel y la gente buena está tranquila en las calles
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