Esta no es una columna deportiva, aunque esporádicamente aborde temas relacionados con el deporte, cuando la ocasión amerita. Esta es una de esas ocasiones: ayer falleció Fernando Valenzuela.
Valenzuela fue, sin duda, el mejor lanzador que ha tenido México y el mejor jugador de nuestro país, en este último caso junto a 'Beto' Ávila.
Lo hecho por Valenzuela en su primera campaña, ganando a la par el premio al Novato del Año y el Cy Young -premio al mejor lanzador- ha sido único en la historia del beisbol de Ligas Mayores.
En aquel 1981, Valenzuela deslumbró al mundo del beisbol, con su espectacular inicio de 8-0 en ganados y perdidos, sumado a un increíble 0.50 en carreras limpias. Ese dato implicaba que el sonorense admitía menos de una carrera por juego, algo prodigioso. Luego, conforme lo fueron conociendo los bateadores, ese rendimiento bajó, pero nunca tanto como para dejar de ser una maravillosa excepción.
Valenzuela vivió aquel año el sueño de cualquier beisbolista y tuvo la fortuna de su lado. Jerry Reuss, el lanzador que abriría el juego inaugural por los Dodgers, se lastimó la pantorrilla 24 horas antes del juego. Eso le permitió al 'Toro' subir a la lomita y mostrarse en una vitrina sensacional: tuvo una actuación magnífica, lanzando el juego completo y permitiendo solamente cinco hits -los Dodgers vencieron 2-0 a los Astros-. Ahí empezó la llamada 'Fernandomanía'.
Ni la llegada de estrellas caras y rutilantes a los Dodgers -la más reciente, el nipón Shohei Ohtani- ha podido borrar la huella que dejó Valenzuela en aquel año. Literalmente, lo ganó todo: fue Novato del Año, Cy Young, acudió al Juego de Estrellas y salió campeón con los Dodgers, a los cuales levantó del suelo cuando estaban 2-0 abajo en la Serie Mundial, ganando el tercer juego ante los Yankees. De ahí, los Dodgers ganaron tres más en fila y salieron campeones. De haber existido un séptimo y decisivo juego, Valenzuela lo habría abierto.
Valenzuela cinceló su exitosa carrera con un lanzamiento, el tirabuzón, que fue la causa principal de que, tal vez, no llegara aún más lejos, ni al Salón de la Fama. Ahora se sabe que esa picheada causa lesiones. Adicionalmente, Tom Lasorda, mánager de los Dodgers en aquel tiempo, lo hacía lanzar juegos completos, algo que en la época actual ya no se hace, precisamente por limitar la vida profesional de un beisbolista. Valenzuela llegó a lanzar 20 juegos completos en 1986. Una barbaridad.
En 1991, su carrera declinó en las Grandes Ligas. Lasorda, el mismo que le acabó el brazo con sus estrategias, lo echó del equipo justo antes de iniciar la campaña. Fue contratado por los Ángeles, rival citadino de los Dodgers, pero duró un suspiro con ellos.
Fue ahí que Valenzuela volvió al país, donde se le trató como el prócer deportivo que fue, es y será siempre. Jugó con los Charros, un equipo modesto de la LMB. En una curiosa paradoja, el primer juego de Valenzuela al regresar aquí fue ante los Leones de Yucatán, equipo con el que debutó. Y en el segundo, visitó la Ciudad de México para jugar ante los Tigres, equipo del cual sería dueño dos décadas después.
Para aquel juego, hubo sobrecupo en el Parque del Seguro Social, entonces sede de Tigres y Diablos. Se calcula que entraron 30 mil personas a un estadio donde cabían 25 mil. Valenzuela no logró completar ni cuatro entradas, pues los Tigres lo rebasaron. No importó. Aunque le estuvieran dando de palos, la gente protestó cuando fue relevado del partido. Y tras haber salido, los medios fueron buscando la entrevista. Aquella noche, hasta Jacobo Zabludovsky lo entrevistó para 24 Horas.
Para Valenzuela fue complicado el retorno a México. En sus primeros nueve juegos tuvo marca de 1-8. Sin embargo, supo salir adelante y en sus siguientes diez decisiones tuvo récord de 9-1 para terminar la campaña con un digno 10-9. Volvió un año a Grandes Ligas, pero otra vez no pudo sostenerse. En 1994, de nuevo, los Charros le abrieron las puertas. Ahora si, desde el inicio enseñó la inmensa calidad que poseía. Acumuló marca de 10-3 y 2.67 en carreras limpias, antes de recibir una nueva oportunidad en las Mayores.
Difícilmente habrá otro como Valenzuela. No es fácil llegar y mucho menos mantenerse. El 'Toro' tenía disciplina en el campo y también la tuvo afuera: se casó el año en que saltó a la fama y jamás dio un solo escándalo. Peloteros como Roberto Osuna Jr. o Julio Urías, supieron llegar, pero no tenían las tablas personales y emocionales para sostenerse. Por eso, será complejo que haya otro Fernando.
CALENDARIO: Cuando yo tenía 8 años, ansiaba el inicio de cada temporada de béisbol. No había un club en mi ciudad -el último se había mudado a Guadalajara-, así que mi único contacto con el llamado 'Rey de los deportes' eran la radio y la televisión, que emitían partidos de las Grandes Ligas.
Toda la temporada de los Dodgers se transmitía en la radio local, gracias a una cadena nacional que era patrocinada por Bimbo. Era emocionante para mi que llegaran los calendarios de juegos de cada campaña, mismos que traían a Valenzuela en su portada y eran como oro puro para mi. Si no hubiera sido por Valenzuela, probablemente jamás me habría interesado el beisbol.
Valenzuela no solamente escribió una época en los Dodgers, sino en todo el beisbol mexicano y su 'background'. A la par que Fernando se hizo ídolo de México a través de la televisión, se fueron consolidando las carreras de Toño de Valdés, Enrique Burak y Pepe Segarra como las voces emblemáticas de las transmisiones beisbolísticas. También ayudó a que la afición mexicana por el beisbol, mermada tras dos mundiales de fútbol y la huelga de 1980 en la LMB, no se extinguiera.
La falta de un ídolo como Valenzuela -ni Vinicio Castilla, ni mucho menos Adrián González, lo fueron-, ha causado que el beisbol se haya convertido en un espectáculo con estadios cada vez más vacíos y ratings cada vez más escuetos, confinado a la televisión satelital y a transmisiones esporádicas en una cadena de TV abierta de medio pelo, como Imagen Televisión.
Valenzuela contribuyó a que los aficionados deportivos de los ochentas e inicios de los noventas atestiguaran algo que no se ha repetido y difícilmente se repetirá: tener al mismo tiempo a un futbolista -Hugo Sánchez-, un beisbolista -Fernando Valenzuela- y un boxeador -Julio César Chávez- en el top mundial.
En México, un país donde la historia en los deportes y la cultura pop siempre es olvidada, habrá que esforzarse para que el legado de Valenzuela no se pierda
PARADOJA: En otra paradoja de la vida y carrera de Valenzuela, falleció apenas unos días antes de que inicie la Serie Mundial entre Dodgers y Yankees. Estos equipos no se habían enfrentado desde hace 33 años, justamente cuando Fernando tuvo aquella campaña impresionante siendo novato y jugo en la contienda final entre estas dos escuadras
Comentarios: gerardofm2020@gmail.com