La sentencia que dejará 38 años preso a Genaro García Luna -aunque dudo que llegue a vivirla toda- es poca cosa frente al enorme daño que infringieron sus acciones.
Y no solamente hablamos de lo evidente: que Genaro ayudó a un capo espantoso como 'El Chapo' Guzmán a fortalecer su imperio criminal, sino a la forma en que las acciones del ex secretario y su condena contribuyen a validar esa narrativa de la narcocultura que afirma que delincuentes y policías son lo mismo.
Y en ese igualamiento que tanto le gusta al narco y a sus activistas, académicos y comunicadores a sueldo, yace la raíz de su argumento en el sentido de que, si son lo mismo, no hay nada que recriminarles.
Y no. No son lo mismo. Así como existen los García Luna, también existen las Patricias Bullrich y los Nayib Bukeles. El bien y el mal jamás serán lo mismo, ni jamás dará igual elegir entre uno y otro.
Aunque jurídicamente es una condena lógica, parece escasa frente al cinismo de un García Luna que, en sus últimas palabras ante el público y el juez Brian Cogan, se dijo "un agente de la ley", lo cual demuestra su absoluta falta de vergüenza y su nulo arrepentimiento.
Pero en la hora final de García Luna como personaje público, es necesario no olvidar a quienes lo convirtieron en tal, a quienes lo encumbraron como el "súper policía", como el "zar" de la seguridad.
Primeros en esa fila son Vicente Fox y Felipe Calderón, pero también los panistas que defendieron a García Luna mientras era el consentido de sus gobiernos federales, y que ahora, de forma desvergonzada, pretenden fingir demencia y asumir el papel de ignorantes o, en el colmo de la caradurez, de inquisidores, como quien grita "al ladrón, al ladrón", tras llevar la autoría del robo a cuestas.
Aunque Genaro tuvo su origen público en los gobiernos priistas, el nexo entre García Luna y PAN será siempre indisoluble, por cuanto los azules fueron quienes lo encumbraron y le dieron el poder casi omnímodo del que gozó.
Pero tras los panistas, en esa fila de padres del engendro, están los medios, donde Televisa tiene un papel preponderante, que llegó al extremo de hacerle una serie a modo, llamada 'El equipo', para encumbrar a su falaz policía federal; y como parte de esa complicidad interesada, el rol protagónico lo tuvo, sin duda, Carlos Loret de Mola, a partir del montaje del caso Cassez, pese a que ahora, desde Latinus, se rasgue las vestiduras y se haga el "periodista independiente".
García Luna ya fue condenado, su credibilidad es nula y su página ya está pasada en la historia política de México. Pero es necesario no olvidar quién le dio poder a ese monstruo, porque quienes lo hicieron siguen libres y campantes, esperando subir al pedestal al siguiente Genaro, así sea otro podrido. De que lo recordemos, o no, depende repetir la historia, con iguales o peores consecuencias
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