/ viernes 29 de noviembre de 2024

Expediente Confidencial / La libertad, amenazada

No hay acontecimiento más relevante en el mes que termina, ni en el año que casi concluye, que las elecciones estadounidenses.

Unas elecciones que dieron un veredicto claro: Trump no es un santo, pero sus rivales son mucho peores.

El Partido Demócrata dejó de ser aquel que defendía a las clases trabajadoras, para convertirse en santuario de intereses oscuros, impulsados por una élite académica, maquillados con frases grandilocuentes, a partir de Obama.

Es verdad que las grandes corporaciones nunca le fueron indiferentes, particularmente a partir de Bill Clinton, cuando se adaptó al neoliberalismo imperante. Pero los demócratas ahora han ido más allá y es indudable su coalición con lo peor de lo peor. De otro modo ¿Cómo explicarse el pacto del gobierno de Biden con los hijos de 'El Chapo'? Festinado, además, por ese auténtico sinvergüenza del embajador Ken Salazar.

Los gobiernos limpios, los partidos limpios, no pactan con criminales. Eso lo hacen entre mafias.

Y el Partido Demócrata se ha convertido en el partido de las mafias, sino es que en una mafia en sí mismo.

Su actuar refleja eso. La Cultura de la Cancelación, tan Woke, está hecha a imagen y semejanza de cómo actúan las mafias.

¿Qué hacen quienes piden 'cancelar' a alguien? Lo mismo que las mafias: amenazar, amedrentar, violentar.

Eso no lo hace quien cree en la libertad y la democracia.

Por eso, es como un mal chiste que Kamala Harris dijera, en su discurso del miércoles 6, donde aceptó la derrota -tarde y mal-, que luchará por la "libertad", mientras ponían de fondo la canción "Freedom", de Beyonce -amiga del hoy multi acusado P. Diddy, por cierto-.

¿Por cuál libertad? Si en los gobiernos de Obama/Biden y de Biden/Harris, todo aquel que se saliera un milímetro del pensamiento Woke era brutalmente atacado.

¿De qué libertad habla Harris? Si los Woke no tienen empacho en calumniar, difamar y destruir la vida de quienes piensan distinto a ellos o los desenmascaran.

Un ejemplo fue lo sucedido al académico afroamericano Roland G. Fryer, simple y sencillamente por contradecir lo que señalaba Black Lives Matter.

Y subrayo: a-f-r-o-a-m-e-r-i-c-a-n-o. No era un blanco, un "redneck", como les llaman despectivamente los Woke. Era un afroamericano, demostró que BLM mentía y le destruyeron su carrera con acusaciones falsas.

Y en la misma línea estuvieron las revueltas en las redacciones de los diarios LA Times y Washington Post, simplemente porque sus dueños se negaron a pedirle a sus lectores que votaran por Kamala Harris.

En la era Biden/Harris la máxima ha sido: o piensas como yo, o te destruyo.

Ni qué decir de los pobres estudiantes judíos, que han sido atacados en las universidades por los Woke que simpatizan con el terrorismo árabe, llegando al punto de obligarlos a arrodillarse hasta que digan "Free Palestine".

Si eso no es enfermo, no sé cómo pueda calificarse.

Está muy claro quiénes son los agresores en este caso.

Yo no he visto ni un solo estudiante judío haciendo que un árabe se arrodille y diga "viva Israel".

Tampoco he visto un solo simpatizante republicano atacando como loco a un simpatizante demócrata en redes, o pidiendo que se les cancele, se les quite el trabajo o, ya de plano, se les anule socialmente, por decir lo que piensan.

Las agresiones siempre son al revés: de los Woke hacia quienes no coinciden con ellos.

Por eso, no en pocos reinaba el terror de expresarse ya no digamos a favor de Trump o del Partido Republicano, sino, simplemente, en no coincidir con todos y cada uno de los mandatos de Joe Biden, Kamala Harris y los Woke.

Y en el resto del mundo, incluso quienes manifestaban posiciones de centroderecha, alejadas de las de Trump, recibían insultos y agresiones.

La máxima de esa purga cultural y mediática es 'o eres Woke, o te destruiremos'.

Y eso generó un verdadero terror en muchos a decir lo que pensaban y en lo que creían, o a verse fuera de lugar o no encajar por criticar los excesos Woke.

Y cuando hay terror para decir lo que se piensa, es que se vive bajo la bota de una mafia, no de un gobierno democrático.

La humanidad ha derramado mucha sangre para que tod@s podamos decir lo que pensamos.

Decir lo que se piensa es libertad.

Y esa libertad es la que aborrecen los Woke.

Y con la que buscaba acabar Kamala Harris, empezando por X.

Nadie se confunda: el 5 de noviembre ganó la libertad.

Pero no es un triunfo eterno. O se resuelve el tema de los Woke, o esa libertad vivirá siempre amenazada y un día podemos perderla.

PINAL: Murió Silvia Pinal, que se hizo de un enorme prestigio al actuar bajo la dirección de Luis Buñuel. Para quienes tienen 40 años o menos, su recuerdo más claro es como creadora y presentadora del programa 'Mujer: casos de la vida real', que duró más de 20 años siendo producido y muchos más en pantalla, con sus repeticiones. En un país donde habitualmente las estirpes son lideradas por hombres, Pinal encabezó el más notable matriarcado artístico, prolongado en sus hijas Sylvia y Alejandra. Los vínculos de Pinal fueron heterogéneos: novia del 'Tigre' Azcárraga en su juventud, esposa lo mismo de un rockero (Enrique Guzmán), que de un político (Tulio Hernández), bisabuela de la hija de Luis Miguel. Fue primera dama de Tlaxcala, diputada local, federal y senadora, todo por el PRI. El nombre Viridiana marcó su vida: fue la película dirigida por Buñuel que protagonizó en 1961; también el nombre de su hija que perdió en un accidente de auto en 1982; y el de su nieta, fallecida trágicamente también, en 1987. Y contra la creencia popular, jamás dijo la frase "acompáñenme a ver esta triste historia", con la que fue inmortalizada en la era de las redes sociales y los memes. Silvia Pinal fue todo un personaje que trascendió épocas y generaciones. Descanse en paz

Comentarios: gerardofm2020@gmail.com