/ lunes 29 de julio de 2024

Expediente Confidencial / Maduro y Xi no son como los narcos

Dos hechos sintetizan la elección de ayer en Venezuela.

El primero ocurrió el 31 de mayo de 2005. Aquel día, María Corina Machado fue recibida por George W. Bush. Todavía hay una foto de aquel momento en la página de la Casa Blanca (https://t.ly/mdCyC)

El rostro de Machado es de admiración, como si estuviera viendo a Dios en aquel hombre que había llegado al poder en la elección más dudosa de la historia moderna estadounidense y llevaba dos años, en aquel momento, diciendo mentiras para sustentar una guerra en Irak.

El segundo ocurrió ayer a las 18:23 horas de Caracas. Es decir, 23 minutos después del cierre de las casillas. Es una publicación de la vicepresidenta y ahora candidata presidencial del Partido Demócrata, Kamala Harris, que dice lo siguiente: "Estados Unidos respalda al pueblo de Venezuela que expresó su voz en las históricas elecciones presidenciales de hoy. Hay que respetar la voluntad del pueblo venezolano. A pesar de los muchos desafíos, continuaremos trabajando por un futuro más democrático, próspero y seguro para el pueblo de Venezuela" (https://x.com/VP/status/1817687288056303648)

Aunque algunos medios latinoamericanos le quisieron buscar la cuadratura, estilo Rubén Aguilar, a ese tuit, para ajustarlo a lo que ellos hubieran querido que la vicepresidenta dijera, hay una línea reveladora en las palabras de Harris: "A pesar de los muchos desafíos, continuaremos trabajando por un futuro más democrático...". En ningún momento habla de revisión y si, en cambio, acerca de continuidad y sobre construir un futuro "más democrático". No un presente. Un futuro. Ese fue el aviso para Nicolás Maduro de que no se preocupara: María Corina y su títere Edmundo estaban solos

Luego vino lo de Antony Blinken que, como Mike Pompeo antes, Hilary Clinton más antes, y James Baker mucho más antes, y todos sus antecesores, están ahí para decirle a la opinión pública estadounidense lo que anhela escuchar. No lo que es, sino lo que desean oír. En otras palabras, para mentir y no decir los auténticos arreglos ¿Alguien recuerda aquella afirmación de Hilary, en el sentido de que el PRI solamente volvería al poder "sobre su cadáver"... y como en 2012 lo felicitaban por su triunfo?

Mientras Trump estaba en el poder, la élite del Partido Demócrata le dio apoyo a varios hijos putativos de los Bush, para que llegaran al poder. El último fue Luis Alberto Lacalle Pou ¿La razón? Que los Bush and Company son el único rival de tamaño mayor al de un microbio que le queda a Trump en el Partido Republicano. Los Obama y los Clinton los necesitaban y bueno, nada sale gratis. Pero eso fue en 2019. Ahora, esa élite tiene el poder y aunque Trump se les está complicando más que en 2016 y 2020, para poner a Kamala en la Casa Blanca les es mucho más útil Xi Jinping como aliado, quien ya demostró su eficacia en la victoria de Biden. Y Xi y Maduro son muy aliados -la empresa china ZTE, por ejemplo, hace las tarjetas de identidad de Venezuela-.

Aunque Maduro tiene ligas con Putin y Xi a la vez, igual que Lula, esas ligas con el dictador ruso son un mal menor si, a cambio, la dictadura china 'coopera' el 5 de noviembre, para la causa de Harris.

Maduro, en su discurso tras declararse ganador, le mandó un recado a esa élite estadounidense, en el sentido de que ellos no se metieron cuando Trump reclamó un fraude en 2020. La cosa está clara: si ustedes se meten aquí, bueno, nos vamos al bando de Trump y recen

Tan Maduro está acompañado de Putin y Xi, que fueron de los primeros en reconocer su victoria, junto a la dictadura cubana. Ya por la mañana del lunes, Irene Montero, una de las líderes de Podemos, salió a pedir, en Madrid, que la oposición venezolana reconozca su derrota. Nadie debe olvidar que Podemos es parte del gobierno español, en una coalición con el PSOE. El juego del gobierno de Pedro Sánchez es facilito: el PSOE es el policía 'malo' con Maduro y Podemos el 'bueno'. Ambos le deben mucho a Maduro como para venirlo a sabotear ahorita

Pero, ¿María Corina y su guiñol, Edmundo, de verdad eran el cambio esperanzador para Venezuela? Pues no, tristemente

Ambos eran algo como lo que fue Xóchitl Gálvez en la campaña mexicana: un producto más de la Open Society Foundations, ONG que, como ya hemos dicho varias veces, trae un solo objetivo: legalizar las drogas en el mundo, para así quitarles ese negocio multimillonario a los narcos iletrados y dárselo a los narcos letrados, que son los banqueros y bolseros

Tan la OSF estaba detrás de María Corina y Edmundo, que los gobiernos de izquierda caviar que presionaron a Maduro son aquellos que ha apoyado dicha ONG: desde el guatemalteco Arévalo -su más reciente 'joyita'-, hasta Petro, pasando por Lula -que ahí tiene a Geraldo Alckmin para 'recordarle' ese apoyo- y el chileno Boric, mimado en su día por Time, la revista por excelencia de la izquierda caviar estadounidense

La derecha venezolana, igualito que la mexicana, sigue pegada a la teta de los Bush y de ese globalismo que hace 30 años era muy neoliberal y ahora se ha disfrazado de muy "progresista", para poder seguir defendiendo intereses que poco tienen que ver con la izquierda y menos con la derecha, mismos que se circunscriben a lo económico

Queda como muestra esa declaración de Edmundo abjurando de Javier Milei ¿La razón? Milei se ha abrazado a Trump y siendo así, ya no le interesa a la OSF, que tiene dos enemigos en el mundo: Vladimir Putin y Donald Trump. Amigo de esos dos es enemigo de la OSF.

Eso explica el 'milagro' de que un 'izquierdista' como Boric, Arévalo o Petro, abjure de otro igual como Maduro, y apoyen a un supuesto 'derechista' como Edmundo, pero sean durísimos con Milei o Daniel Noboa, esos si derechistas auténticos. Bueno, es que Arévalo, Boric o Petro no son de izquierda, ni de derecha, son de la OSF. Y si la OSF les ordena que mañana apoyen a un burro para presidente en Bélgica, van y lo apoyan, porque son sus patrones, sus dueños

Luego, quien creyera que ese viejecito iba a gobernar, es muy tonto. Con sus 74 años a cuesta y apenas pudiendo verbalizar con coherencia, Edmundo González era una especie de Biden venezolano que María Corina iba a controlar. La hoja de ruta estaba clarita: Edmundo iba a gobernar el tiempo necesario para limpiarle el estiércol del Palacio de Miraflores a Machado; luego renunciaría, en uno o dos años, que el chavismo ya no tuviera forma de volver y ellos tuvieran los controles, y entonces convocarían a unas elecciones donde María Corina sería entronizada presidenta, por seis añitos, para empezar. Si González realmente gobernara, saldría del poder a los 81 años, suponiendo que viviera hasta el 2031, algo improbable

Por lo demás, María Corina no ha pasado la joda que vivieron Lilian Tintori y Leopoldo López, o Antonio Ledezma, u otros opositores venezolanos, hoy exiliados o muertos. Simplemente, como la hija de papi que es, busca llegar y sentarse al trono, cosechando lo que otros caminaron para ella ser quien corra. En esa misma idea 'hijapapiesca' o mesiánica, ahora quiere que el pueblo de Venezuela salga a las calles y la lleve al poder en volandas, cual si fuese Fernando VII. Claro que si en la operación mueren algunos venezolanos, a tiros, por cruzarse en el camino de los paramilitares chavistas y sus motos, pues serán dañitos 'colaterales', ese término que tanto le gustaba a los bushistas para definir a los muertos que provocaron sus guerras en Medio Oriente. Casi que Corina dice "ustedes vayan y peleen por mí, que yo aquí les espero, lista para ser su salvadora". Ese nivel de temeridad o inocencia de un rebaño solamente lo logró el ayatola Jomeini, quien esperó plácidamente en París a que el pueblo iraní hiciera el trabajo -y derramara sangre-, para él ya nada más llegar y sentarse

Y pues habría que reflexionar qué tan buenas podrían ser las intenciones de los Bush, potentados petroleros, en un país como Venezuela, con amplias reservas de hidrocarburos.

Vendrán días donde cada quien jugará su papel en esa tragicomedia política. El libreto lo conocemos desde las derrotas de Capriles en 2012 y 2013, más apretadas, al menos así reconocidas por el chavismo.

Maduro y Xi no son como los narcos mexicanos, criminales, pero iletrados, además de fácilmente acorralables. El venezolano y el chino son delincuentes de cuello blanco, inteligentes, maquiavélicos. Obama les quiso jugar rudo cuando hizo caer al kirchnerismo en 2015, le entregó la asamblea venezolana a los opositores por esos mismos días y, meses más tarde, apuñaló a Dilma. Y Xi dejó solita, muy solita, a Hilary. Los resultados los sabemos; cuatro años después, con Antifa y BLM bien lubricados con óleo chino, Trump no pudo contra Biden ¿Kamala jugará con fuego, a sabiendas que se puede quemar, o dejará que Corina y su guiñol ardan en llamas mientras ella, viendo a lo lejos las columnas de humo sobre Caracas, camina feliz, hacia la Casa Blanca? Pronto sabremos

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