Atento aviso: Esta columna es como un saco: que se la ponga al que le quede. Pero a muchas y muchos, lo admitan o no, les va a quedar, porque es casi un traje a la medida...
El lunes 8 por la noche, una estudiante universitaria fue ejecutada en su domicilio. De inmediato, ciertos medios contaron una dulce historia: que solamente vivía con su mamá, trabajaba en el Zoológico de San Diego, venía regresando de su trabajo y producto de la "inseguridad", pues le quitaron la vida.
Al día siguiente, Eduardo Jaramillo relató la verdad en una nota de EL SOL DE TIJUANA: "La estudiante (...) asesinada a tiros la noche de este lunes en Tijuana, tenía antecedentes por tráfico de drogas hacía Estados Unidos, dijo Miguel Ángel Gaxiola Rodríguez, fiscal Especializado en Delitos Contra la Vida en Baja California. De acuerdo con las primeras investigaciones, la joven tenía tenía antecedentes de “tráfico de metanfetaminas y lavado de dinero”, añadió el fiscal".
Los medios que contaron la dulce historia, de inmediato, escondieron la nota en lo más recóndito de sus portales.
Al saber esos entretelones, la conclusión es que resulta necesario que desde los medios, que desde la sociedad, se asuma una fuerte autocrítica, de qué estamos haciendo, o qué estamos dejando de hacer, para que las cosas estén como estén.
Echarle la culpa a las autoridades es súper bonito y es el deporte preferido de los mexicanos pero ¿Qué hacemos nosotros? Y si alguien dice que no podemos hacer nada, perdón, pero que ni reclame.
Por ejemplo: ¿El gobierno va y obliga a que una joven o un joven se meta en actividades criminales para tener un teléfono de alta gama y vivir una vida de lujos?
O lo diremos de otra forma: ¿Por qué el gobierno tiene que andar cuidando a las personas de sus malas decisiones personales?
La libertad implica poder decidir y también asumir la responsabilidad de esas decisiones.
¿Y cuántos son los empresarios que tienen ligas con criminales?
¿Las autoridades los obligan a tener esas ligas o las hacen por ganar más y más y más dinero?
Digo, porque si alguien hace negocios con un delincuente, sabe a lo que le tira. Y si no lo sabe, pues...
Porque, aunque esta sociedad que es mentalmente adolescente crea eso, papá gobierno no tiene por qué andar resolviéndoles la vida.
Una cosa es que alguien que trabaja HONESTAMENTE y vive HONESTAMENTE, sea asaltado en la calle para quitarle lo que HONESTAMENTE se ganó y lo maten, y otra muy diferente es ser un criminal y, por andar en cosas malas, pagar el precio.
Una persona asesinada en un asalto es inseguridad.
Una persona asesinada por andar metida en el crimen es una anécdota que debería servir como lección a quienes creen que se puede andar delinquiendo y no pasa nada.
Es urgente que entendamos que hay víctimas que no son víctimas, aunque les pese a los 'activistas' y ONGs que financia el propio crimen.
Quien fallece por meterse con criminales es victimario y no víctima, porque se dedicaba a hacerle daño a la sociedad, porque estaba aliado con quienes hacen el mal
Las víctimas son las personas inocentes a las que esos criminales hacen daño, como a las y los pobres migrantes que extorsionan, explotan o ultrajan
Esas personas asesinadas en la ruleta criminal, simplemente están pagando sus propias decisiones. Decisiones que tomaron haciendo uso de su libertad y donde las autoridades nada tuvieron que ver.
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Un punto importante que debemos entender, igualmente, es que no pocos jóvenes de hoy, especialmente en la frontera, están involucrados en actividades criminales.
No es una o uno, ni dos, ni diez.
Y no es que no haya oportunidades, como muchos, en su cinismo, reclaman, es que está más fácil tener un iPhone en cinco días que ahorrar un año.
A diferencia de generaciones anteriores, las actuales quieren todo peladito y en la boca. Buscan trabajo y quieren ser jefes o, mínimo, tener toda clase de derechos laborales.
Como no les cumplen sus caprichos, tienen una altísima movilidad laboral. Es decir, andan de trabajo en trabajo.
Además, hay todo un entorno que ha cambiado las 'prioridades' sociales
Ya no es importante ser responsable y buen hijo, sino tener un iPhone.
Ya no es importante ser profesionista y buena hija, sino tener un cuerpazo que presumir en Instagram.
Luego, también hay otros jóvenes que ven facilísimo ponerse a consumir droga. Y cada día son más.
Ven que los protagonistas de su serie favorita en Netflix la consumen y se vuelven divertidos y populares, y pues los quieren imitar, igualito que los muchachos de los ochentas querían verse como Tom Cruise en 'Top Gun'.
Nada más que no es lo mismo imitar a un consumidor de drogas que a un piloto ficticiamente heroico y galán.
Y tampoco es lo mismo consumir drogas en la vida real.
En ese callejón de las adicciones, encuentran siempre a un 'dealer' que los hunde más y más.
Piden y piden, pero muchos ya no tienen forma de pagar y ahí empiezan los problemas, porque el narco no perdona y menos las deudas.
A eso súmele que esta generación de madres y padres abdicó de sus responsabilidades.
En vez de educar a sus hijos, su prioridad es que esos hijos no les pidan nada, que no los "molesten".
Esas mismas madres y padres, que han sido tan deficientes, tampoco les enseñaron el sistema que por miles de años se inculcó de generación en generación: para tener, hay que esforzarse.
Les dieron el XBox, el juguete, la ida al cine, sin merecerlo, sin ganárselo, sin enseñarles la virtud de la paciencia.
Entonces, es una generación Maruchan, que quiere todo en tres minutos y pisando un botón.
Y ahí entra el crimen, que ofrece eso: lujos en tres minutos y pisando un botón.
Esas madres y padres mucho menos les han enseñado los peligros de las adicciones.
Esa juventud anda navegando solita por la vida, sin contrapesos éticos a las malas influencias que, desde siempre, asolan a los inexpertos
Y es que esas madres y esos padres que 'criaron' -es un decir- a nuestra juventud, no querían realmente serlo, para no enfrentar las responsabilidades que implica la maternidad y paternidad.
Pero, como tenían la presión social de serlo, o no existía el aborto legal, o todo junto, acabaron siendo madres y padres sin desearlo y resultaron pésimos.
Así, esas mamás y papás ven al hijo o a la hija llegando a casa con un teléfono inteligente de alta gama última generación y carro, y en vez de hacer lo que hacían los padres de antes, que era preguntar de dónde estaba saliendo eso, dicen "ah, está bien, mientras no me pida dinero".
Hasta que el origen de ese dinero reclama su pago.
Y, en no pocas veces, ese pago es la vida.
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Por otro lado, la "gran" herencia que dejará el sexenio de López Obrador es la expansión social del crimen y la pérdida del miedo de la sociedad a ser parte de este.
Antes, el criminal era un ser marginal, entre tipo El Padrino y el vándalo del barrio que vivía en el callejón oscuro.
Hoy, el criminal puede ser el vecino.
Usted o yo podemos estar rodeados de criminales.
Esa expansión social ha tenido su origen en la construcción de una sociedad latinoamericana donde lo más importante es el dinero y los bienes de consumo a los que se accede
La gente le perdió el miedo a meterse en actividades ilícitas porque es más grande su ambición malsana
Es más el afán de encajar en una sociedad donde la mujer que no se toma fotos en Instagram y luce cuerpo de 'buchona' está fuera de la escala social.
Donde el joven que no tiene una Jeep y viste como 'alucin' está fuera de ese nuevo prototipo de masculinidad creado desde el crimen y sus aliados mediáticos.
Donde traer un iPhone, o mínimo un Galaxy, y pagar cuentas caras en restaurantes sobrevaluados, es necesario para 'encajar' en esa sociedad de consumo, igual que en los ochentas no encajaba la mujer que no se tiñera el pelo de rubia o castaña, o el jovencito que no se vistiera con la moda de las películas o cantantes juveniles.
La diferencia es que no se necesita tanto dinero para teñirse el pelo y comprarse una chamarra, como para vivir esa vida carísima, de lujos y apariencias, que un 90% de la población solamente podría tener a la mano si tiene ingresos muy por encima de sus posibilidades reales
Ahí es donde entra el crimen y su dinero fácil.
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Los medios tienen mucha, muchísima culpa en ese estado de cosas.
Primero, al momento en que promueven conciertos, series, cantantes, artistas, o cualquier contenido que hace apología del crimen, lo romantiza o justifica, o dándole voz a quien enarbola esas ideas.
¿Qué culpa tienen ahí las autoridades? Las autoridades no van y obligan a esos medios a romantizar al crimen. Eso lo hacen porque quieren, o porque es un buen negocio en la turbiedad.
Segundo, al no dar un contexto adecuado, puntual, veraz, de las cosas.
Ahí entra también la ambición malsana. En México, no hay mejor negocio mediático, ni más barato, que ponerse 'un Facebook' y tirarle guamazos al gobierno.
El temor de la mayoría de gobiernos a las redes sociales y lo que se diga en estas, viene de que no saben 'surfear' esa ola. Eso es lo que tienen, digamos, Nayib Bukele, Donald Trump o Javier Milei. Son seres digitales más que políticos. Saben que con las piedras que otros les tiran, pueden hacer las paredes de su castillo y vaya que lo han hecho.
Pero los políticos mexicanos son otra cosa y difícilmente saben, insistimos, cómo navegar en esas redes que son como toda arma -en este caso, mediática-: peligrosa para quien no sabe manejarla y ventajosa para quien si
Así, para ese "periodismo digital", sacar notas donde un ejecutado con antecedentes criminales es un 'angelito', resulta un magnífico negocio, porque, si la supuesta víctima es un 'angelito', pues es que el gobierno está haciendo muy mal las cosas y, o le sacan dinero al gobierno para no pegar, o le sacan dinero a los enemigos de ese gobierno para seguir pegando, y hay no pocos sinvergüenzas que le sacan dinero a los dos lados
El siempre cínico 'Alito' Moreno hizo un diagnóstico crudo, pero veraz: a los "periodistas" actuales -el entrecomillado es del columnista- no se les mata a balazos, sino de hambre.
Yo añadiría que nadie tiene por qué morir de hambre si no recibe dinero de políticos. El tema es que esos "periodistas" están inmersos en la misma psique social del 'tanto tienes, tanto vales'.
Quieren, digamos, ir a comer a restaurantes lujosos. Atrás quedaron los comunicadores que eran felices con unos taquitos y una Coca-Cola en una mesa de hojalata, mientras hubiera buena charla y camaradería con los colegas.
Hoy, hay muchos comunicadores -y en Baja California más- que quieren casa en residencial privado, teléfono inteligente de última generación y comer en restaurantes donde un solo platillo cuesta 300 pesos.
El punto es que el periodismo, el de verdad, no da para eso.
Ser periodista es ser un nazareno de la vida profesional. Es dedicarse a servir a la sociedad, a hacerle el bien, a cambio, simplemente, de su gratitud y su recuerdo.
Ahí está Manuel Buendía, quien siempre anduvo con problemas de dinero, haciendo dos o tres trabajos, pero teniendo claro cuál era su deber.
Manuel Buendía tuvo la mayor riqueza a la que puede aspirar un periodista y que muy pocos logran: ser recordado como un hombre probo que murió cumpliendo con su deber.
Por eso, lleva 40 años de muerto y se le sigue recordando, a diferencia de muchos mercenarios que pasan sin pena ni gloria por este noble oficio
Si alguien quiere hacerse rico, pues que no se dedique al periodismo, sino al derecho mercantil o la medicina especializada.
En esa perturbación ética que ha tenido el periodismo en México, lo malo se ha convertido en bueno y lo bueno en malo.
Vivimos en una aquiescencia mediática total hacia el crimen y hacia el mal.
Pasó hace unos días, para no ir más lejos: el SAT hizo un operativo en una bodega de saldos de Tijuana, la dueña hizo un 'show' mediático quejándose de extorsión, pero ella misma reconoció ante los medios que vendía vapeadores, que están prohibidos. Más tarde, su abogado no pudo demostrar la procedencia de la mercancía (https://shorturl.at/ncYbQ).
Es decir, que SI había infracciones que perseguir
¿Y qué hicieron los medios? ¡Transformaron en víctima a la dueña de la bodega!
Es decir, ser un infractor está "bien" y que la autoridad te lo reclame está "mal".
La dueña hizo ese 'show', precisamente, porque sabía que así la iba a 'librar', en este universo mediático donde patalear, aunque hagas el mal, te vuelve "víctima".
Otro ejemplo: Días antes, un imputado insultó a un juez de control en una audiencia en Mexicali. La actitud de los medios fue ¡aplaudir al criminal! ¿La justificación? Que el juez siempre era un sangrón.
Quizás, el día de mañana, ese delincuente salga y mate a un periodista, pero bueno, el punto de ese periodismo adolescente, irresponsable, o cómplice del crimen, es mentarle la madre a la autoridad, porque eso "vende", aunque nos joda como sociedad
O también pasa que esos medios y "periodistas" tienen ligas igualmente con el crimen y son sus 'correos'.
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Mientras todo lo aquí descrito no cambie, México va en camino a ser algo peor que El Salvador en sus momentos más terribles, y ni 10 Bukeles lo salvarán, porque en El Salvador hay al menos más 'anticuerpos', más sociedad que tiene claro el bien y el mal, mientras que aquí ya se borró esa frontera entre ambas cosas en muchas, muchísimas personas. Y cada día son más.
La certeza de que nada cambiará en los próximos años y todo irá a peor, se sustenta en la respuesta a las siguientes preguntas:
¿Van los empresarios a expulsar de sus organismos a todo aquel que tenga ligas con el crimen, sean cuales sean?
Respuesta: No.
¿Van madres y padres a poner atención a sus hijas e hijos, estando atentos de cualquier cambio o comportamiento en sus conductas y de que su tren de vida se corresponda al nivel socioeconómico que tienen?
Respuesta: No. Qué flojera. Mejor a hacer 'carnitas asadas' y 'pistear', o ver la segunda parte de 'Betty, la fea', o la narcoserie de Netflix.
¿Van los medios a silenciar todo contenido que promueva al crimen, que lo ensalce, que lo romantice? ¿Van a dejar de sacar notas donde se le dé voz a sus sicarios para que se justifiquen, o en las cuales se idolatre al cantante de corridos 'tumbados', o acerca de ONGs que defienden delincuentes?
Respuesta: No. En unos casos, porque valen más unos 'likes' que el bien de la sociedad. En otros, porque reciben dinero de ese crimen para promover dichos contenidos.
¿Va la sociedad a dejar su maldita aquiescencia hacia la maldad y el crimen, volviendo a distinguir entre el bien y el mal?
No. Está más fácil no distinguirlo y, además, pues los demás no lo harán ¿Ellos por qué?
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Las cosas no cambiarán, pero si en usted, lectora, lector, lectore, resta algo de cordura, pues qué le digo, haga lo conducente: cambie, defiéndase y, sobre todo, piense. No se deje llevar por la corriente...
P.D: Muy bonita la 'Vigilia por la Paz' de los empresarios. Reiteramos la pregunta: ¿Y ellos por dónde van a contribuir con la paz? ¿Van a expulsar de sus organismos a todo aquel que tenga ligas con criminales?
P.D. 2: Y aclaramos, por si hiciera falta, que todo lo anterior no exime a las autoridades de sus responsabilidades, pero hay que poner cada cosa en su sitio y cada quien debe asumir la responsabilidad que, le guste o no, le toca, si es que pretendemos que esto cambie
P.D. 3: Y si algo nos pasa, es que buscan callarnos
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