En este mes del amor, lo único que se espera son historias con finales felices. Parejas de enamorados que pudieron vencer todos los obstáculos y vivir su amor en plenitud. Pero ese no es el caso de Enriqueta Gil, una joven tímida y sumisa quien obedecía fielmente a sus padres.
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Tristemente se enamoró de un joven que a los ojos de su padre era “indigno”, pues era de ingresos bajos. Al ser ella tan callada y tímida no puso objeción a su padre, quien molesto y frustrado trato de convencer a su hija de no ver más a aquel joven. Sin embargo, al no lograrlo encerró a la joven en su habitación. Logrando que los enamorados no pudieran verse nunca más.
Al pasar el tiempo, la condición de Enriqueta iba empeorando. La chica comenzaba a entrar en una horrible depresión al no tener a su amado con ella. Negándose a comer o beber cualquier cosa que se le ofrecieran su condición física fue deteriorándose.
Su padre, José Gil, comenzó a entrar en una desesperación inmensa al ver la condición de su hija. Haciendo cualquier cosa para que su primogénita lograra recuperarse de esa profunda depresión, sin tener éxito. Lamentándose de sus acciones fue a la habitación de su hija le pregunto: ¿pídeme hija lo que quieras?, a lo que ella respondió: “Deseo casarme con mi amado”.
Entre la espada y la pared, el señor Gil contuvo su coraje. Aun enferma y agonizando, su hija seguía amando a su amado. Colérico salió de la habitación y mando llamar al chico. En poco tiempo su preciada hija estaba casándose con aquel joven.
Vestida con un hermoso vestido de novia, parecía que la salud de Enriqueta regresaría a la normalidad, pero no fue así.
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Mientras su padre hablaba con su yerno, dejándole en claro que no era su intensión ver a su hija con un hombre sin futuro. Aun sabiendo que Enriqueta podría decaer de nuevo en su depresión, le pidió al muchacho salir de su casa. Pero él no se quedó callado, argumentando que su hija era su esposa y no habría nada que pudiera separarlo de su lado.
La alegría de Enriqueta era notoria cuando se encontraba con el amor de su vida, pero sabiendo que su vida se estaba apagando poco a poco, solo lo miro a los ojos y con una débil sonrisa le susurro: “volveré mi amor”. Falleciendo a las 2:45 a.m. del día 26 de noviembre de 1929, a la edad de 20 años. Tras su muerte, el viudo no volvió a pisar esa casa.
El cuerpo de la joven reside en el panteón número 1, conocido como el panteón de Puerta Blanca. Se dice que la imagen de la estatua (ángel) fue hecha con la imagen de Enriqueta Gil.
Varios taxistas que pasan por esa zona afirman que una bella mujer ha subido a su vehículo pidiendo que la lleven, otros comentan que la joven les pide acompañarla por el cementerio hasta su tumba, para después desaparecer frente a sus ojos.