Esta leyenda cuenta con varias versiones de diferentes estados, pero todas apuntando a la mujer que bailó con un ser infernal. Esta narración está basada en el libro de “Leyendas de Tijuana” de Olga Vicenta Díaz Castro (Sor Abeja), quien cuenta su anécdota y la persona que fue parte de la historia de esta leyenda.
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Comenta que su fuente es un reportero de un periódico local, llamado Luis. Recordaron el día en que el cielo se oscureció y el viento se volvió huracanado. La historia dio un giro, dirigiéndose a una joven muchacha que había dejado su pueblo natal por un hombre. Dejándose enredar en los engañosos rumores que rodeaba Tijuana en aquellos años.
El cómo los turistas dejaban caer los dólares en la calle para que mujeres que bebían con ellos los levantaran. Incluso se mencionó el rumor de que Tijuana era una ciudad tan visitada que ni el Vaticano lograba superarlo.
Aquel hombre por quien había abandonado su pueblo, la abandono, por el hecho de que todas esas historias eran una mentira. Pero también se le atribuyo el hecho de que esa mujer no era una santa, había estado casada y había hecho pasar a su exmarido malos ratos y disgustos que lo llevaron a la muerte. Al no haber cargos en su contra siguió con su vida.
Buscando empleo en muchos lugares, la joven encontró uno en un cabaret por la calle Coahuila, siendo el primero de muchos lugares parecidos, siendo despedida en cada uno de ellos por escándalos que la misma joven provocaba.
Teniendo por nombre Lobagilda, pero varias personas llegaron a ponerle el apodo de 'la loba'. Pues solo aquellos que llegaron a conocer su temperamento sabían que el apodo le quedaba.
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Una de esas tantas noches la joven Lobagilda iba por las calles tambaleándose y con una herida en la frente, a punto de desmayarse. Pero en su camino un joven amablemente se ofreció a acompañarla hasta su casa, aceptando la ayuda del joven pues sabía que era uno de los fotógrafos que regularmente hacia sus recorridos por los centros nocturnos para tomar fotos a ciertos clientes. Su nombre era René.
Después de eso, el muchacho visitaba regularmente a Lobagilda hasta que se recuperó totalmente, pero durante ese lapso el joven René se enamoró de ella.
Tiempo después ambos se encontraban en una cita, yendo a bailar fueron a un centro nocturno por la Avenida Revolución. René presento a Lobagilda con el gerente del lugar, quien al ver la belleza de la muchacha quedo fascinado y le ofreció un trabajo. El cual, consistía en tomar y bailar con algunos de los clientes. No queriendo perder la oportunidad acepto el empleo.
No queriendo que su amada siguiera llevando esa vida en los bares, le propuso matrimonio, pero ella se negó e incluso llego a burlarse de sus sentimientos. A pesar de todo, René tenía esperanzas de que un día cambiaria. Así que siguió frecuentando el cabaret donde trabajaba, de ese modo podría verla todas esas noches desde lejos.
Al paso de los meses llego la primavera y los días cuaresmales, Luis menciona que invito a su amigo para asistir a los “ejercicios espirituales” en la iglesia de Guadalupe. Desanimado su amigo acepto, a pesar de saber que dejaría de ver a su amada por unos días.
Llegando el Viernes Santo, ambos amigos fueron a escuchar el sermón de las Siete Palabras, llegando al templo el sacerdote comenzó la exhortación preliminar de su sermón pero sus acciones fueron interrumpidas. El cielo que antes era claro se volvió completamente oscuro y el viento se volvió huracanado, levantando polvo y arremetiendo contra cualquiera.
Rene y Luis decidieron quedarse dentro del templo, ya que fuera de él la gente estaba desesperada y asustada por el cambio repentino del clima.
Pero de repente, René decidió salir y tomar fotografías en la playa para un concurso. Luis no logro detenerlo y prefirió volver al templo. Cuando los vientos se calmaron Luis salió a buscar a su amigo, temiendo que hubiera hecho alguna insensatez. Dirigiéndose a la casa de su amigo se percató de que su puerta estaba abierta, gritando su nombre recibió como respuesta una pequeña afirmación con voz apagada.
Pálido y tembloroso abrazo a Luis eufórico y exclamando: ¡Lo he visto! ¡Lo vi!
“¡Ay! Luis, esto es increíble. Fui al mar, en la playa ya no había nadie, solamente yo, el mar estaba furioso, logre tomar las fotos que quería. Luego el huracán se fue, entonces lo vi, lo vi…”
“… en el cielo oscuro que le servía de fondo, aparecieron unas nubes, una de ellas era una blanca escultura. Era él, era una imagen perfecta de Nuestro Señor Jesucristo con las manos extendidas como queriendo dar un paso hacia adelante para bajar a la tierra… era Dios”, exclamo René.
Ante las palabras de su amigo, tomo la fotografía y miro con asombro. René saliendo de su conmoción llevo consigo a Luis para que fueran a donde Lobagilda, así podría mostrarle la evidencia de que Dios existía.
Fueron primero a su casa, pero al no encontrarla se dirigieron al cabaret donde trabajaba. Encontraron el lugar cerrado, con dos policías custodiando la entrada. Al poco tiempo observaron como varios policías sacaban una camilla con un cuerpo, cubierto con una sábana. Temiendo lo peor René removió la sábana, lo suficiente como para ver el rostro de su amada. Con una inmensa tristeza firmo los papeles para que les pudieran entregar el cuerpo, la causa de muerte fue un paro cardiaco.
En un momento se encontraron con Lucio, un mesero de confianza del gerente, quien les platico lo sucedido.
Explico que sería cerca de las 3 de la tarde cuando los hechos comenzaron, a esas horas había pocos turistas en el cabaret, pues en esos días santos algunos guardaban cierto “respeto”. Pero quien si había asistido era Lobagilda. Asombrado le pregunto el por qué se había ido, a lo que ella le simplemente le respondió: A bailar.
“Con el Diablo, si viene, con él bailo”, dijo la joven con humor.
Aunque la diversión duro poco, pues el viento comenzó a soplar fuertemente, antes de cerrar las puertas un hombre alto, moreno y vestido de norteño comenzó a buscar con la mirada. Cuando miro a la joven se dirigió hacia ella y exclamo:
“Sírvanos unas copas porque vine a bailar con la mujer más guapa y valiente del mundo; y venga la música alegre, porque es la primera vez que me invitan, vamos chula, vamos a bailar”.
Tomándola del brazo le susurro unas palabras que dejaron helada a la mujer. Con una mano en su espalda el hombre dirigió el baile. Dando vueltas rápidas, que poco a poco fueron acelerando el ritmo. Los pocos presentes observaron con horror como la mano del hombre se tornaba negra con garras, las cuales comenzaban a clavarse en la espalda de la mujer.
La mujer comenzó a gritar, pidiendo ayuda, diciéndole a todos que ese hombre era el Diablo. Cuando el hombre la escucho, comenzó a reír de una siniestra. Soltó a la joven que cayó muerta al piso. Unos huyeron del lugar mientras que otros fueron a socorrer a la mujer.
Cuando llego la policía solo quedo el caso a investigación, aunque hubo muchos testigos, sabían que la policía nunca creería en sus palabras. Enterraron a la joven en esos días, queriendo un consejo, René fue con el sacerdote, quien le aconsejo nunca volver a visitar la tumba de aquella mujer que lo había herido tanto, para que así, pudiera pensar en el “llamado de Dios”.
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René y Luis se encontraban en el cementerio, junto a la tumba de Lobagilda. Un grupo de jóvenes se acercó a ellos, uno le dio un lirio blanco para que lo enterrara junto con una cruz que René había enterrado. Le dijo que el alma de aquella mujer se había salvado, así que ya no tenía por qué llorar, pero también que ya no se acercara más a esa tumba.
René dejo Tijuana y se convirtió en un Hermano Lego en un convento de San Francisco, su pueblo natal.