Muchas personas son creyentes de sus religiones, a tal grado de realizar innumerables festividades o reuniones que solo los miembros más fieles pueden realizar. Tal fue el caso de 1990 en Tijuana, por la zona de Mariano Matamoros.
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Donde se descubrieron 12 cuerpos supuestamente envenenados, entre ellos se encontraban niños y personas mayores de 70 años aproximadamente.
Es conocido que existen templos clandestinos en todo el mundo, personas aprovechándose de la fe religiosa de otras personas, tal fue el caso de Federico Padres Mejía, de 62 años, quien participaba en el Templo del Mediodía.
Por lo que se conoce, el hombre había llegado a la zona unos pocos meses atrás, antes de la tragedia.
Las reuniones se llevaban a cabo en casa de Padres, sin embargo, no era nada extraño para los vecinos que las reuniones se frecuentaran en esa casa. Testigos mencionaron que sus familiares iban con regularidad y hasta muy entrada la noche, pero con la diferencia de que siempre volvían a sus hogares sanos y salvos.
Tras varias reuniones en las que el “Líder” (Federico Padres) fue convenciendo a sus seguidores de que él podría realizar un ritual en la cual podrían ver de frente a Dios. Pero siendo selectivo con las personas, estas tendrían que realizar una “limpieza” para poder ser candidatos y “ver de frente” a Dios.
A través del The Angeles Times, menciona algunos detalles sobre lo sucedido. Uno de los sobrevivientes, llamado Alfredo Osuna Hernández, de 22 años comentó que alrededor de las 9:00 p.m. los fieles bebieron el ponche que se les había ofrecido. Al poco tiempo la gente que había ingerido el líquido comenzaron a gritar. “Comenzaron a gritar de dolor”, mencionó. “Gritaron de una manera muy fea”, aunque comenta que él solo tomo un pequeño sorbo del ponche, pero fue suficiente para ponerlo en estado de coma.
Otro testigo de lo sucedido fue Ana Saviola Miranda Juárez (19 años) quien era hija de la dueña de la casa y que vivía con el señor Mejía. Relata que había ido a la casa, pero en ella se encontraba su madre y un grupo de personas que pertenecían al grupo religioso. Se fue para volver una hora después, pero Federico no la dejo entrar, argumentando que se había iniciado un "ritual espiritual" en donde varios se encontraban en trance. Al no tener a donde ir, fue a una camioneta que se encontraba fuera de su casa y ahí paso la noche.
Pasada la medianoche dijo: “los escuché orar en voz alta y escuche a un hombre gritar que el diablo ya no existiría más. También escuché a Federico gritar: ¡No tengas miedo!”.
“Podía oír a la gente llorar y aullar como perros. Fue terrible”, menciona. Pero cuando intentó entrar a la residencia se dio cuenta de que puertas y ventanas se encontraban cerradas, por lo que le pidió a un trabajador que su madre había contratado, romper una de las ventanas para poder entrar.
“De inmediato sentí un fuerte olor a gas, el grupo parecía estar durmiendo”, dijo. Pero supuso que el ritual aun no terminaba, puesto que escucho algunos ronquidos de las personas. Incluso mencionó ver a una niña llorando en brazos de su madre. Antes de irse tanto el trabajador como ella bebieron del ponche.
La joven fue detenida en la comisaría, la policía considero levantar cargos por no haber ayudado a la bebé y haberla dejado en el lugar.
Por medio de la televisión mexicana se mostraron imágenes de los cuerpos, los cuales, se encontraban en la sala de la casa, alrededor de una Virgen de Guadalupe. Lo más curioso es que la mayoría sostenía una cuerda con 13 nudos. Tras saber estos hechos, los rumores comenzaron a surgir; algunos pensando que el número de nudos significaba la cantidad de muertos, pero… ¿Por qué había 13 nudos y solo 12 cuerpos?
La policía no había descartado la opción de suicidio o asesinato en masa, pero Osuna Hernández afirmó que ninguno de los fallecidos tenía la intención de suicidarse. Fue tal el caso que, agentes del FBI estuvieron involucrados.
Incluso se supo que algunos de ellos se encontraban con espuma en la boca, incluso sangre saliendo de su nariz.
Noeimi Gómez (19 años), una vecina que vivía enfrente de la casa dijo que miembros de la secta golpeaban a su puerta alrededor de las 2 de la madrugada.
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“Él (Federico Padres) y los demás nunca molestaron a nadie, a veces decía algunas cosas raras pero esa parecía ser su manera”, mencionó.