/ jueves 24 de octubre de 2019

Juegan a favor de la libertad de expresión

Un partido dominguero, entre amigos, esconde el desafío al régimen comunista

Hanói, Vietnam.- Es domingo por la tarde y algunos jugadores del No-U FC calientan mientras sus compañeros van llegando al campo, en las afueras de Hanói, en una ubicación que les fue comunicada la noche anterior para evitar el riesgo de que agentes de la Policía se enteren y les impidan jugar.

“Nos gusta jugar con ellos al gato y al ratón”, dice el disidente Anh Chi, uno de los fundadores del equipo hace ya ocho años.

Chi formó el club junto a cerca de 40 activistas que se conocieron durante las protestas contra el expansionismo chino en el mar de China Meridional, donde Hanói y Pekín se disputan la soberanía de los archipiélagos Spratly y Paracel, ricos en recursos pesqueros y reservas de hidrocarburos.

“No nos permitían manifestarnos ni reunirnos en cafeterías así que decidimos formar un equipo de futbol para juntar a muchas personas de forma legal en el campo y en la grada. Mirar un partido de futbol está permitido, de manera que para la Policía es difícil encontrar un motivo para pararlo”, dice el disidente.

El nombre del club no es inocente, alude a las reclamaciones chinas en forma de letra U en el mapa que abarcan casi todo el mar de China Meridional, incluidos los territorios que Vietnam reclama para sí ante su aliado comunista.

Las siglas FC significan Fútbol Club, aunque algunos miembros bromean con que el significado real es fuck, que en inglés significa joder; dedicado a China.

La animadversión contra sus vecinos del norte y el rechazo a la supuesta sumisión del régimen de Hanói son el principal nexo de unión, pero más allá del futbol no forman un grupo organizado.

También comparten el apoyo a la libertad de expresión y los derechos humanos; y su rechazo al sistema autoritario de partido único en pie desde la victoria comunista en la guerra terminada en 1975.

El encuentro no va bien en lo deportivo, pero la goleada de 6-2 a favor del otro combinado, no afecta el ánimo de Chi, quien se pasa el partido en el banco de suplentes, grabándose para su canal de Youtube, y felicitándose por haber burlado a la Policía.

No siempre es así: Do The Dang, de 51 años de edad, cuenta que en algunas ocasiones el partido ha tenido que ser suspendido por la irrupción de las fuerzas de seguridad, que buscan resquicios legales para prohibir el juego.

“También difundieron nuestras fotografías entre los dueños de los campos de futbol para que no nos aceptaran y en muchos sitios no nos dejan jugar. A veces simplemente nos piden que nos cambiemos de camiseta, pero nos negamos. Otras veces han venido vestidos de campesinos para intimidarnos, una vez llevaban espadas escondidas en una bolsa de tenis y se aseguraron de que las viéramos”, cuenta.

Uno de los momentos más delicados ocurrió durante la celebración del cuarto aniversario del club, en 2015, cuando más de 100 jugadores y simpatizantes reunidos en un restaurante de la capital sufrieron el ataque de media docena de matones, que cortaron la corriente eléctrica del restaurante y agredieron a algunos de ellos.

Aunque otros miembros sufrieron palizas en otras ocasiones, aseguran que lleva tiempo sin suceder y que lo más frecuente es que la Policía acuda para tratar de estropearlo: "No podrán, lo han intentado durante mucho tiempo y no han podido.

Hanói, Vietnam.- Es domingo por la tarde y algunos jugadores del No-U FC calientan mientras sus compañeros van llegando al campo, en las afueras de Hanói, en una ubicación que les fue comunicada la noche anterior para evitar el riesgo de que agentes de la Policía se enteren y les impidan jugar.

“Nos gusta jugar con ellos al gato y al ratón”, dice el disidente Anh Chi, uno de los fundadores del equipo hace ya ocho años.

Chi formó el club junto a cerca de 40 activistas que se conocieron durante las protestas contra el expansionismo chino en el mar de China Meridional, donde Hanói y Pekín se disputan la soberanía de los archipiélagos Spratly y Paracel, ricos en recursos pesqueros y reservas de hidrocarburos.

“No nos permitían manifestarnos ni reunirnos en cafeterías así que decidimos formar un equipo de futbol para juntar a muchas personas de forma legal en el campo y en la grada. Mirar un partido de futbol está permitido, de manera que para la Policía es difícil encontrar un motivo para pararlo”, dice el disidente.

El nombre del club no es inocente, alude a las reclamaciones chinas en forma de letra U en el mapa que abarcan casi todo el mar de China Meridional, incluidos los territorios que Vietnam reclama para sí ante su aliado comunista.

Las siglas FC significan Fútbol Club, aunque algunos miembros bromean con que el significado real es fuck, que en inglés significa joder; dedicado a China.

La animadversión contra sus vecinos del norte y el rechazo a la supuesta sumisión del régimen de Hanói son el principal nexo de unión, pero más allá del futbol no forman un grupo organizado.

También comparten el apoyo a la libertad de expresión y los derechos humanos; y su rechazo al sistema autoritario de partido único en pie desde la victoria comunista en la guerra terminada en 1975.

El encuentro no va bien en lo deportivo, pero la goleada de 6-2 a favor del otro combinado, no afecta el ánimo de Chi, quien se pasa el partido en el banco de suplentes, grabándose para su canal de Youtube, y felicitándose por haber burlado a la Policía.

No siempre es así: Do The Dang, de 51 años de edad, cuenta que en algunas ocasiones el partido ha tenido que ser suspendido por la irrupción de las fuerzas de seguridad, que buscan resquicios legales para prohibir el juego.

“También difundieron nuestras fotografías entre los dueños de los campos de futbol para que no nos aceptaran y en muchos sitios no nos dejan jugar. A veces simplemente nos piden que nos cambiemos de camiseta, pero nos negamos. Otras veces han venido vestidos de campesinos para intimidarnos, una vez llevaban espadas escondidas en una bolsa de tenis y se aseguraron de que las viéramos”, cuenta.

Uno de los momentos más delicados ocurrió durante la celebración del cuarto aniversario del club, en 2015, cuando más de 100 jugadores y simpatizantes reunidos en un restaurante de la capital sufrieron el ataque de media docena de matones, que cortaron la corriente eléctrica del restaurante y agredieron a algunos de ellos.

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