Jonathan Hayashi
Daniel Salinas Basave es tan tijuanense como Federico Campbell y tan regiomontano como los mismos Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha escrito doce libros, entre ellos “Vientos de Santa Ana” (Penguin Random House), “Dispárenme como a Blancornelas” (NITRO/PRESS) y “Bajo la luz de una Estrella Muerta”. Se caracteriza por ser un autor que ha representado al norte de México en los últimos meses en dos referentes geográficos importantes para la literatura hispana; en Bogotá, Colombia, como finalista del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez por “Días de Whisky Malo” (Grupo Planeta), y recientemente en Buenos Aires, Argentina, como ganador de la segunda edición del Premio Fundación El Libro por su libro de cuentos “Juglares del Bordo”, mismo que será motivo de presentación en la Filbo Internacional 2018.
Se enteró de su premiación durante las horas oníricas y oscuras de una madrugada en casa. Así son las sorpresas que llegan a Daniel, así son las sorpresas que Daniel nos da a nosotros.
¿Qué hay en los escenarios de “Juglares del Bordo”?
Los escenarios de los nueve cuentos de “Juglares del Bordo” son muy bajacalifornianos. Aparece el Cerro del Centinela en Mexicali, Rosarito, La Rumorosa, San Quintín, la carretera Escénica y por supuesto, las calles de Tijuana.
Tus personajes se han identificado por ser sujetos tan diversos como exóticos; ¿tales protagonistas son inspirados en tu círculo de allegados, en la sociedad cotidiana o en ti mismo?
Hay personajes reales de las calles de Tijuana e incluso uno de los cuentos narra un hecho real, con la licencia narrativa de entrar al diálogo interno de los personajes y a sus pensamientos. También hay dos cuentos con elementos totalmente fantásticos.
¿Qué representa para ti ser merecedor de un premio literario en tierras de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar?
En ningún otro país me sería tan significativo recibir un premio y publicar un libro como en Argentina. Ninguna literatura me ha influido tanto como la del Río de la Plata. Desde Borges que es omnipresente en mi vida, Piglia, que también lo es o Aira, hasta un clásico como Esteban Echeverría, o mis contemporáneos, como Federico Falco, Máximo Chehin, Mariana Enríquez y Kike Ferrari. Este premio de hecho iba a llamarse Jorge Luis Borges, pero María Kodama, muy a su estilo, no lo permitió.
Tijuana, como quinto lugar en el ranking de violencia en el mundo, ¿una ciudad de miedo o valentía continua?
De miedo y valentía en coexistencia, o del miedo brota la valentía. Sentimientos extremos, sentimientos al límite que hacen brotar un ser interior desconocido. Tijuana es un huracán de historias. Aquí yacen las más macabras de las vidas, pero también hay relatos en donde puedes ver cómo brota lo mejor de un ser humano. En su caos y en su violencia, esta ciudad no deja de ser una madre amorosa.
¿Es el cuento un método narrativo reconquistado por los escritores o un género que va y regresa según el contexto?
El cuento es el género primario, el género semilla y nosotros somos y hemos sido siempre un país de cuentistas. El cuento nunca se ha ido ni se ha dejado de leer. Son los consorcios editoriales los que le hacen el feo. Ahora en 2017, muchos escritores de moda publicaron libro de cuentos. Premios como el GGM, Fundación El Libro y el Ribera del Duero, que son de reciente conformación, están ayudando a que las editoriales le abran la puerta al cuento. Mi pronóstico es que este año, el GGM lo va a ganar un mexicano.
¿De cuáles autores está formado Daniel Salinas?
De muchísimos. De clásicos y modernos, viejos y jóvenes, vivos y muertos. En la casa de mi abuelo, el Quijote era omnipresente y una serie de dibujos animados me introdujo a la historia muy pequeño. El Quijote me marcó. En el verano del 86 descubrí a Herman Hesse, luego a José Agustín, a Cortázar, a Kundera, a Piglia, Paul Auster, Daniel Sada, Federico Campbell, Luis Humberto Crosthwaite. Hoy le sigo la huella a Joel Flores, a Carlos Padilla y a tantos y tantos narradores jóvenes.
¿A quién o a qué le teme un escritor?
Tal vez un escritor le teme a que su texto no encuentre un solo lector. Tal vez al síndrome de Bartleby, a la paralizante impotencia escritural que poseyó a Rulfo y a Rimbaud. Pero creo que no debemos temer, sino plantar cara. Escribir es ser otro, o mirar a los ojos de nuestros demonios y hablarnos de tú con ellos.
Y los ciudadanos, ¿a qué le temen actualmente?
Un ciudadano, al igual que en la Edad Media o al igual que en la Segunda Guerra Mundial, teme por su vida y la de su familia. Salir de casa en el México actual significa plantarle cara a la muerte. Un ciudadano teme por su familia antes que todo, por su seguridad, por sus pocos bienes. Son tiempos turbulentos. Nuestras escenas de la vida cotidiana se parecen a las danzas macabras medievales, esos cuadros donde la Parca es omnipresente aún en una situación idílica.
Juan Villoro y Benito Taibo han argumentado que leer alerta. ¿Son los libros herramientas a las que les teme el gobierno?
No es casualidad que los tiranos, los dictadores, los inquisidores y los promotores del pensamiento único sean afectos a quemar libros. Un lector es un ser pensante, que cuestiona y se autocuestiona. En un lector las dudas siempre serán más que las certezas y a los totalitaristas no les gusta que dudes. Les gusta que creas ciegamente, pero un lector generalmente se hace preguntas e imagina otros mundos posibles.
2018 representa para millones de mexicanos el año del cambio. ¿Es la duda un sentimiento esencial en estos procesos electorales?
Eres muy optimista al llamarlo año del cambio. Yo por desgracia lo veo como el año de la inminente regresión hacia formas arcaicas de liderazgo caudillista. No me agrada nada el escenario político que vivimos y no soy nada optimista. No me gusta ni me ilusiona ni uno de los candidatos y no veo una sola propuesta que me haga creer en una verdadera transformación social de raíz.
Has dejado claro en muchas conferencias y presentaciones que ante todo eres un lector y que te morirás siendo uno. En cuanto a la escritura, después de una docena de libros publicados ¿estás lejos de imitar la decisión de Philip Roth de soltar la pluma?
Sé que seré un lector hasta el último día de mi vida. Aun si quedara ciego, como Borges, pegaría los libros a mi rostro. A mí lo que me ha transformado y marcado es ser lector. Gracias a que soy lector vivo la vida como un viaje que nunca termina. Escribir es solo una consecuencia natural e inevitable. Puedo pasar días sin escribir, pero no puedo pasar un día sin leer. No sé si algún día anuncie mi retiro en forma tan solemne como Roth o como Alice Munro, pero en cualquier caso no me parece tan importante. Escribiré mientras me nazca y mientras tenga algo que decir. Por ahora sigo desparramando palabras furtivas así que, si la muerte no dispone otra cosa, van a tener libros míos para rato.
Contacto: @BosqueHayashi