El grupo de policías municipales llegó por la noche, estacionó las patrullas sobre la calle Torres de Aguacaliente de la colonia Sánchez Taboada y usando una barreta forzó una puerta para entrar a la vivienda.
Se llevaron dos armas de fuego, además de dos mil 500 dólares y cinco mil pesos en efectivo, asegura Adán Álvarez López, un jubilado que vive con su hijo de 13 años de edad, y una hija de nueve, quienes estuvieron presentes aquel 14 de febrero.
“A la niña me la asustaron, todos están traumados”, dice Adán quien se dedica a la renta de espacios para habitar.
El relato de la familia dice que eran unos 10 agentes, entre ellos una mujer, los que viajaban en cuatro patrullas y que al menos ocho iban encapuchados.
Una de las armas que se llevaron, calibre 9 mm con aproximadamente nueve tiros útiles, era propiedad de Adán; la segunda, fue una de las llamadas “matapolicías”.
El padre de familia, quien tiene problemas de movilidad, justifica la posesión del arma en su casa por seguridad tomando en cuenta su condición, la presencia de sus hijos y el vivir en una de las colonias con mayor incidencia delictiva de Tijuana.
“Aquí está muy duro, aquí matan todos los días. En la esquina, acá arriba, afuera”, respondió Adán Álvarez
La segunda arma, cuenta, se la vendió un ex inquilino al que solo identifica como Roberto, un supuesto ex policía que nunca firmó los contratos de renta.
Pedro, el hijo adolescente de Adán, afirma haber sido testigo de cómo Roberto insistió durante mucho tiempo para vender la pistola.
“Venía y venía insistiéndole. Que se la comprara, que ocupaba el dinero. Mi apá le decía que no, que no. Hasta yo le decía: No señor, le está diciendo que no”, contó.
Adán asegura que aceptó “por ayudarlo”, pero al tercer día llegaron los agentes buscando directamente el arma de fuego que Pedro había guardado en una de las habitaciones.
Incluso asegura que Roberto daba instrucciones a través de la radiofrecuencia a los agentes que se fueron apenas encontraron lo que buscaban y después de tomar el dinero en efectivo.
La familia teme por su seguridad y presentó ante la Fiscalía General Estatal (FGE), una denuncia contra quien resulte responsable, además de notificar a elementos de la Guardia Nacional que patrullan la colonia.
“Cuando es de noche casi no puedo dormir porque tengo el temor que vuelvan”, mencionó Pedro.
“Me regañaron (la FGE) porque le había agarrado el arma. Yo le dije la verdad: el señor me ofreció, y por ayudarlo se la agarré”
Adán Álvarez Jubilado
Fe de erratas: En la versión impresa de esta nota, el texto dice erróneamente que el hecho sucedió en la calle Cuauhtémoc.