Tijuana.- La señora Adriana Ramos Hernández ha tenido cerrado su pequeño negocio de comida corrida durante los meses que la pandemia por el virus Sars-Cov-2 ha estado presente en la ciudad, lo que la ha dejado sin su ingreso mayor para subsistir y no ha podido acceder a apoyos del gobierno.
A sus 66 años de edad, no es candidata para el apoyo federal de cesantía, ya que este se otorga a los adultos mayores de 68 años desde que inició el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que recorrió la edad para las pensiones; anteriormente se otorgaba de los 65 años en adelante.
El único ingreso fijo que le queda a Adriana es la pensión que su difunto marido le dejó, “No es mucho, realmente alcanza solo para lo indispensable para mí y lo de aquí de la casa”, comentó.
Por eso espera pronto poder volver a abrir su negocio de comida. En estos meses, la abuelita de nueve nietos ha necesitado más que nunca de su familia, ya que aunque tiene seguridad social, hay escasez de medicamentos y ha tenido que comprarlos.
“Sin dinero y con falta de medicamentos ahí en el seguro, se nos han hecho pesados los meses, pero la vamos llevando, tenemos vida, y es lo que cuenta”, dijo agradecida Adriana, porque ninguno de sus hijos y nietos se ha enfermado.
“Algunas personas que eran clientes de aquí nos han pedido algunos platillos para reuniones que hacen en sus casas, festejos y con eso hemos tenido un ingreso pequeño (...) más los trabajadores de las empresas aquí cerca, que siguen buscando nuestros guisos, pues de ahí sale un poquito”, contó la señora Adriana.
Su negocio no tiene la infraestructura para suscribirse a un programa de servicio a domicilio en una plataforma digital.
“Yo no le sé a esas cosas, así que estamos a la espera de lo que nos pidan aquí cerca los que ya nos conocen”, agregó.
De igual manera, comentó que no tenía ni antes de la pandemia el recurso para invertir en mejorar el inmobiliario de su pequeño comedor para cumplir con las recomendaciones de las autoridades de salud, de guardar la sana distancia y colocar las mesas de restaurantes o sitios de comida a dos metros de distancia.
El comedor de Adriana está en el patio de su casa, son escasas tres mesas las que ponía, y una barrita hechiza desde la que servía los platos con frijoles, caldo de res, chiles rellenos, arroz colorado, enchiladas y más.
“Imagínese que las ganancias no son tantas, apenas para mantener el negocio y los gastos de la casa, ahora pensar en arreglar todo para que estén separados, pues no, ¿de dónde sacamos?”, comentó Adriana Ramos.
OTRA HISTORIA
Gollita Villalobos y su pareja, adultos mayores también, trabajaban en un mercado de autoservicio, a causa de la pandemia fueron enviados a resguardo domiciliario, ya que son parte de la población vulnerable, sin embargo, se fueron sin un sueldo fijo, ya que su actividad como empacadores se sostiene de las aportaciones voluntarias.
“Pues nos quedamos sin trabajo. Nos mandan un apoyo, pero pues ahorita todo está bien caro, y no alcanza ni para lo básico”, dijo Gollita, quien, junto con su pareja, ha buscado vender algunos productos y utensilios que otras personas les han proporcionado para apoyarse económicamente.
Manifestó que se han mantenido en casa para no arriesgarse al contagio del Covid-19.
“Algunos vecinos nos han apoyado mucho, nos vienen y nos preguntan cómo estamos, si nos falta algo, nos traen algunas cosas de vez en cuando”, dijo Gollita.
Algunas cadenas de grandes mercados que emplean a los adultos mayores como paqueteros han iniciado campañas de donación con sus clientes, colocando alcancías en los lugares que normalmente ocupan estas personas, para que donen y el recurso se les haga llegar a los adultos mayores.
Otros piden a los clientes patrocinar una despensa para los adultos mayores, que en la ciudad se contemplan como decenas de trabajadores en los mercados de autoservicios.
En el país, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) en 2019, había más de 1.7 millones de personas de arriba de 60 años de edad viviendo solos, o dependiendo económicamente de su trabajo.
La pandemia del Covid-19 ha afectado ampliamente a la población adulta mayor, han fallecido más de mil 281 personas mayores de 65 años de edad, a causa del virus y sus complicaciones, de acuerdo con el reporte de la Secretaría de Salud de Baja California, al 31 de agosto.
No obstante, no hay una estadística certera de cuántos adultos mayores perdieron su empleo, y cómo están sobreviviendo a la pandemia, ante la crisis económica.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social del estado contempla una feria del empleo dirigida a la población adulta mayor para mitigar la pérdida de ingreso, a raíz de la pandemia por el Covid-19, así lo informó el titular de la dependencia, Sergio Moctezuma Martínez.
Aunque aún no existe un proyecto bien definido de cómo y cuándo se realizaría esta feria del empleo, el secretario manifestó que la intención es ofrecer a las personas de la tercera edad empleos que puedan hacer desde su casa.
Ya se han tenido pláticas con algunas empresas de la localidad, que han visto áreas de oportunidad a consecuencia de la emergencia sanitaria, afirma.
“Muchos han descubierto que el ‘home office’ es bueno para sus empresas y planean seguir así después de la pandemia, porque esto reduciría gastos”, comentó el funcionario estatal.
Aunque las autoridades plantean estrategias para la reactivación de la economía de los adultos mayores que aún pueden o desean laborar, están sujetos a las disposiciones de la Secretaría de Salud de Baja California para llevar a cabo actividades como una feria del empleo, entregas de apoyos y jornadas de servicios de asistencia.
Aun así, el sistema de Desarrollo Integral para la Familia (DIF) inició las jornadas denominadas MoviDIF, en las que la población adulta mayor es uno de los principales objetivos, dijo la directora de la institución, Magdalena Bautista Ramírez.
“Sabemos que por muchos meses han estado en sus casas, porque se les ha dicho que no salgan, que se resguarden, pero muchos ocupan apoyo, servicios médicos, asesoría legal”, manifestó.
“Estamos atendiendo muchas de las necesidades que tenían en pausa, por ejemplo, la renovación de su tarjetón de discapacidad para quienes tiene alguna discapacidad y, sobre todo, su credencial de Inapam (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores), de las cuales se han entregado más de 209”, abundó la funcionaria del gobierno municipal.
DIF municipal tuvo que cerrar los clubes de la alegría, en donde se reunían alrededor de 200 adultos mayores para realizar actividades y cursos de arte, bisutería, entre otros, para evitar contagios de Covid-19.
“Esto afectó no solo económicamente a la población, sino emocionalmente también”, dijo la directora.
“En tres ocasiones les llevamos despensas y estuvimos atentos a la salud, a quienes ocupaban algún medicamento, disponibles aquí, después de que el médico los evaluara”, comentó Bautista Ramírez.
Al igual que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, el DIF prevé realizar en el futuro cursos para esta población que les permitan conocer de las herramientas tecnológicas básicas, en principio para que puedan estar comunicados, y en segunda, pero igual de importante, para que desarrollen alguna actividad que les genere ingresos económicos trabajando desde casa.
El secretario de Salud, Alonso Óscar Pérez Rico, ha manifestado que la población adulta mayor, a partir de los 60 años de edad, debe permanecer en resguardo domiciliario hasta que el semáforo de vigilancia epidemiológica se encuentre en color verde, sobre todo aquellos que padecen alguna enfermedad crónica que incremente el riesgo de contagiarse.