Juan Miguel Hernández
Por muchos años se ha analizado el impacto ambiental del Río Tijuana. Sin embargo, por primera vez un grupo de investigadores independientes, organismos de la sociedad civil y universidades del sur de California: Pomona Collage y UCLA, se unieron para analizar las consecuencias que tiene el contacto con el agua, por parte de los habitantes de la canalización.
Alheli Calderón Villareal, profesora de la Universidad Autónoma de Baja California en la Maestría en Salud Pública, además de integrante del equipo de investigadores independientes, habló para El Sol de Tijuana, sobre el desarrollo del proyecto.
¿Cómo nació la iniciativa?
Estábamos buscando la manera de hacer un proyecto en la ciudad donde cruzáramos la química con la justicia social. Platicando con la directora del Proyecto Ambiental Fronterizo, sabíamos que trabajaban el tema del agua, que yo había trabajado en comunidades de Morelos.
Ellas nos dijeron cuáles eran las principales problemáticas que les interesaba se resolviera en temas de investigación aquí en la ciudad. Dentro de las problemáticas que consideramos que era el más apegado a un problema de justicia social profundo, es el tema de la calidad de agua de la canalización del Río Tijuana y los efectos a la salud en las personas en situación de calle que utilizan esa agua, que la mayoría son personas deportadas y usuarios de drogas inyectadas.
Nos pusimos en contacto con Prevencasa, ellos tienen sus oficinas en la Zona Norte y dan servicio de lunes a sábado a poblaciones vulnerables. Conformamos el equipo con la parte de investigación, la parte de la organización con enfoque de medio ambiente y la organización con enfoque de derechos humanos y salud.
¿En qué periodo se realizó esta investigación y nos gustaría saber si fue complicado el ingreso a el bordo?
Comenzamos el acercamiento con la población hace un par de meses.
Si hubiéramos querido hacerlo solos, quizás podría haber sido más complicado, pero Prevencasa tiene la total confianza de esta población y con ellos siguiendo sus protocolos fue bastante sencillo.
¿A cuánta gente alcanzaron a ayudar en el tema de la salud y qué tipo de enfermedades encontraron entre la población de la canalización?
Estamos explorando el uso y el contacto que tienen con el agua, algunas enfermedades como diarrea, vomito, también exploramos muchos accesos en la piel. Hemos visto casos de personas que duran hasta un mes sin caminar, por los efectos en la piel por haber tocado con sus piernas el río. Encontramos enfermedades gastrointestinales, y algunas infecciones de otro tipo, relacionadas con el agua.
Tienen mayor riesgo de contagio de VIH, pueden tener hepatitis, sobre todo hepatitis C, pero esto no explorábamos. Es solo un acercamiento desde el contacto que tienen ellos con el agua.
¿A cuántas personas analizaron?
Entre 65 y 75 personas cada vez que entramos, que fueron cinco. Prevencasa dio servicio de reducción del daño, les dan insumos de salud y se da atención médica.
¿Va a seguir el proyecto?
Esta fue la primer fase, todavía tenemos pendiente una entrada más. Estamos evaluando el agua, todos los exámenes los estamos haciendo en el laboratorio de Proyecto Fronterizo. Estamos evaluando bacterias que dan enfermedades gastrointestinales, metales tóxicos que puedan relacionarse con desechos de la Industria y otros tipos de contaminantes químicos y biológicos.
Es importante mencionar que el Río Tijuana no debe tener afluencia de aguas negras, y lo que hemos visto es que tenemos identificadas alcantarillas que tiene solo salidas de aguas negras y que es fuera de la reglamentación.
Ha sido muy revelador esta experiencia, nos sentimos con la responsabilidad de compartirla. Queremos ver las cosas de manera integral, transdisciplinaria y ver que al final todo está conectado y si el Río Tijuana está mejor, vamos a tener playas más limpias, vamos tener menos enfermedades y se va a desarrollar el medio ambiente, pero también se va a mejorar la parte social.