Tijuana.- Apasionada de su profesión, la maestra Araceli Álvarez Barroso, ha dedicado los últimos 13 años de su vida, ha ayudar a la formación de estudiantes de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
La docente no solo se limita al ámbito profesional, de igual manera se preocupa por el desarrollo humano del estudiante, clave para el futuro del joven cuando finalice sus estudios universitarios.
A propósito del Día del Maestro, Araceli Álvarez habló con El Sol de Tijuana, sobre los retos de la profesión y las nuevas generaciones de alumnos.
¿Cómo se interesó por la docencia?
Por mi cercanía con los jóvenes. A mí siempre me ha interesado mucho aportar a esta generación de muchachos y muchachas que se están formando. Considero que es una responsabilidad social y como he estudiado y me he formado en la universidad, siento que tengo mucho que compartirles a ellos y también me interesa participar en esta sociedad tan convulsa.
Considere que el salón de clases es un espacio relevante y fundamental para contribuir a la formación de seres humanos.
Usted ya ha formado a algunas generaciones de jóvenes. ¿Cómo va la evolución de estas generaciones de jóvenes ya nacidos más allá del año 2000?
La verdad que ha sido significativo y ha sido notablemente presente en cada generación. Ha habido un cambio ciertamente.
Cuando yo comencé a dar clases, yo todavía me enfrentaba a grupos con ciertas formas influenciados por la vieja escuela. Pero conforme va pasando el tiempo, con situaciones en las que nos hemos enfrentando. Los jóvenes de ahora son más espontáneos, su comportamiento ha sido notablemente diferente en el sentido de que se expresan más, sobre todo estando frente al maestro.
Anteriormente el maestro era como un magistrado en la calle y parecía que solo él poseía la verdad absoluta. Dada el nuevo enfoque de la educación, se le ha pasado el micrófono a ellos para que se expresen y eso me ha gustado mucho, porque siendo sincera, yo aprendo mucho de ellos.
Viendo la crisis de valores que priman en la sociedad, yo considero que tenemos que adaptarnos a los nuevos retos de esta sociedad tan combativa.
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La labor de los profesores no solo se queda en el salón, el profesor se vuelve un consejero de vida para el alumno.
Creo que uno tiene una responsabilidad y si se dirige como docente con responsabilidad, amor y respeto, y hace lo que uno hace, puede despertar en el alumno, alguna confianza. Pero esa confianza uno se la gana con el ejercicio de una educación más holística, que es a lo que le apuesto.
Yo no me ciño solamente al programa educativo, de los que nosotros tenemos que basarnos. Para mí la formación es integral y nunca descuidó el lado humano. Tengo la fortuna de que los alumnos se sienten respaldados por mí. Ellos pueden tener mi apoyo tanto humano, como extracurricular.
Lamentablemente hay muchas carencias en la labor del docente. ¿Cuál cree que debe ser la tarea de las autoridades para ofrecer mejores condiciones a los docentes?
La verdad es que es una profesión que es un oficio mal pagado, no hay una remuneración que se ajuste a las condiciones de vida decorosa de un docente. Los sueldos son muy inequitativos y tristemente el docente debe estar apoyado en todos los sentidos. Nosotros trabajamos hora clase, se nos paga hora clase, pero nosotros tomamos muchas horas para la preparación, de lo que impartimos dentro del aula.
Pienso que el gobierno sí debería enfocarse, por un lado al respaldo monetario, pero también necesitamos mejores docentes. Que seamos más supervisados en cuanto a conocimientos, que se nos hagan exámenes al entrar a una institución académica, ya que hay muchos profesores que no se lo toman en serio y cometen muchos errores, ya que tienen la oportunidad, por la inmediatez, de estar frente a un aula, con algún grupo, con jóvenes en una edad muy complicada.
Los chicos suelen tocar abismos tan profundos que de esa manera es difícil que pueda cumplir su propósito de formarse. Se requiere mucho más apoyo, el docente es pieza fundamental y el aula de clases es tierra fértil para lograr los cometidos y entregarle a la sociedad, seres humanos preparados, competentes y que hagan frente a esta sociedad tan convulsa. Se necesita de seres humanos con una escala de valores muy clara y precisa, para poder desenvolverse con ética.
Usted también le da clases a trabajadores y le da a jóvenes. ¿Cómo define ese contraste? Son dos escenarios completamente distintos.
Completamente. Tengo la fortuna de trabajar en CEMSAD para trabajadores, que es un subsistema que está dedicado a impartir educación para aquellas personas que hayan abandonado sus estudios. Nosotros creemos que hacemos una labor loable.
Ellos dejaron sus estudios y ver que están estudiando y haciendo el esfuerzo. Generalmente son alumnos de la maquila, ver como llegan doblando turno y llegan al salón de clases y eso logra en mí, una motivación.
Ellos trabajan muchísimo, llegan muy cansados, tengo que ser un poco más condescendiente con ellos a la hora de impartir la clase, porque se están durmiendo y necesito apoyarlos, para que salgan a tomar aire fresco y regresen. Trato de impulsarlos.
Los chicos de la universidad se van más en automático, salen de la prepa e inmediatamente entran a la universidad. A veces tienen crisis vocacionales, eso sí. Porque ellos entran a los 17 y no tienen claro lo que van a estudiar. Entonces hay que acompañarlos y observarlos, porque en muchos casos no son muy maduros y tenemos que observar esto y actuar en consecuencia.
De sus 13 años, alguna anécdota o vivencia que le gustaría compartir.
Tengo muchas, algunas amargas donde el estudiante suele molestarse por su calificación. Como persona madura que debería de ser, tendría que entender que trae una carga de todo tipo.
Entiendo que si hay alguna inconformidad, entiendo y trato de remediar la situación. Ha habido casos donde no está conforme, pero la mayoría está.
Una de las más grandes anécdotas, es cuando los veo graduarse y en el momento de su graduación, me siento parte de ese logro, me siento muy feliz y a veces preocupada, porque no sé en qué van a trabajar, desenvolver y eso a veces me preocupa.
Me queda la satisfacción de poner un granito de arena para que ellos tengan su profesión y que se desempeñen de la mejor manera.
Si alguien le dice que quiere ser maestro. ¿Usted le recomendaría que se anime?
Totalmente. A veces apuesto porque expongan en clase y expongan sus ideas y eso es un ejercicio porque la escuela debería ser aquel espacio que le brinda al estudiante todas las posibilidades para trabajar en cualquier lugar.
Le diría que este país los necesita y necesita buenos maestros, no solamente ser maestro por ser maestro. Para entregarle a la sociedad ciudadanos de bien que mucha falta nos hace.