Tijuana.- Los alrededor de 300 kilómetros que separan a Tijuana de San Quintín están llenos de imágenes que seguramente podrían quedar en una postal de recuerdo.
Iniciando por la carretera escénica a Ensenada que corre con el Pacífico a su derecha y que en 2013 fue noticia nacional cuando 300 metros del kilómetro 93 se hundieron 40 metros.
Después están los campos, la carretera serpenteante entre montañas rocosas y al mismo tiempo tierra fértil que se deja ver con huertos aun antes de llegar al sexto municipio.
Y antes de llegar a esa zona agrícola hay que detenerse en la ciudad de Ensenada para conocer su puerto y caminar por la zona centro.
Después de abandonar el área turística y comer tacos de pescado, las escenas se vuelven más rurales pero no menos atractivas ni reveladoras.
Por ejemplo, queda claro que la carretera al sur de Ensenada, de un solo carril por sentido, por momentos se ve ya rebasada por el flujo de vehículos y deja ver una de las varias necesidades de infraestructura en la parte sur de Baja California.
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Otras estampas son el día a día de los jornaleros que hace ya casi siete años armaron una revuelta para exigir mejores condiciones de trabajo, un alto a los abusos en su contra y un mejor salario.
Se les ve cosechando en los campos, trasladándose en los viejos camiones de las compañías internacionales para las que trabajan y dispersándose entre el caserio y los comercios a lo largo de la desgastada carretera.
Son más de cuatro horas llenas de estampas naturales, de espacios con historia y de contrastes.