Crisstian Villicaña
Tijuana.- Durante todos los días, personas que son deportadas y no encuentran hogar o un lugar donde establecerse llegan a la canalización del río Tijuana. A este grupo de personas se suman aquellas de la ciudad que pasan por situación de calle.
Estos dos sectores contribuyen a que el espacio destinado para que fluya el agua se vea más habitado conforme pasar del tiempo. Ya sea desde el espacio más cercano a la línea internacional hasta la tercera etapa del río, el número de los indigentes aumenta.
No hay un rango de edad que predomine, pero sí sexos siendo el masculino el más presencia tiene en dicha infraestructura. A esta situación, lejos de encontrarle una solución, parece ir en aumento creando con ello un problema de salud (ya que muchos de quienes habitan el espacio sufren la adicción alguna droga), así como uno de seguridad; esto debido a que, ante la falta de oportunidades para obtener ingresos, algunos de ellos optan por realizar robos.
Una solución integral no ha sido planteada y, por el contrario, la canalización aumenta su capacidad no de agua, sino de personas.