Tijuana.-Las constantes detenciones de la Policía Municipal a personas en situación de calle que habitan en la canalización del Río Tijuana, pone en riesgo sus tratamientos contra las adicciones, así como el de enfermedades como VIH.
Alhelí Calderón Villarreal, investigadora del Proyecto Socioambiental del Río Tijuana, en el cual se estudió paralelamente la calidad del agua del canal, y los efectos en salud que esta podría tener en la población que habita en el bordo.
Durante su presentación señaló que entre la población que habita la canalización, existe un constante miedo a la persecución y violencia policíaca de la cual son víctimas constantes.
La investigadora mencionó que una gran parte de quienes habitan la canalización padecen VIH, Hepatitis C, tuberculosis, entre otras, además de que en muchos casos consumen drogas.
Sobre esto último, mencionó que las detenciones policiacas interrumpen los tratamientos de rehabilitación al uso de estupefacientes.
Resaltó que al momento de ser detenidos, sus pertenencias son tiradas a la basura, incluso los medicamentos utilizados en los tratamientos contra el VIH.
En otro punto, parte de la población que presentó infecciones en la piel y el tejido blando, está relacionada con el uso o contacto de agua contaminada, en algunos casos esto sucede de manera involuntaria, porque “cruzan el río para escapar de la policía”, comentó Calderón Villarreal.
Afirmó que las personas en situación de calle no utilizan el agua de la canalización para tomar ni para la preparación de drogas.
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El río se encuentra contaminado por aguas negras, descargas industriales y de agricultura, mientras que sus niveles de calidad exceden los estándares de México y Estados Unidos, añadió Calderón Villarreal.
Dijo desconocer la población total que habita en la canalización, ya que es muy fluctuante por la alta movilidad.
Según los censos realizados por el Ayuntamiento de Tijuana la población es de alrededor mil personas.
“Es una población en su mayoría de deportados, personas que utilizan droga y lo identificamos como un problema de violencia estructural”, apuntó la académica.