Tijuana.- La utilización del ejército y fuerzas armadas en labores de seguridad pública y en específico contra el crimen organizado, puede dar resultados positivos o negativos dependiendo el contexto, siendo en las grandes ciudades donde suele ser menos viable su intervención.
Para el profesor investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef), Andrés Sumano, lo anterior parte de una lógica donde la fuerza de los cárteles dedicados al tráfico de droga, extorsión, secuestro, entre otros delitos, opera bajo una estructura local bien definida.
"Las dinámicas del crimen organizado tienen una fuerte delimitación local, entonces es difícil atribuirle incremento o reducciones a una estrategia federal: no tienen las mismas necesidades, ni los mismos problemas de seguridad la Ciudad de México, Tijuana, Matamoros o Reynosa".
"No vería yo cómo poder justificar una intervención militar en las grandes urbes del país, que en teoría tienen policías que funcionan de alguna manera profesional y tienen elementos, tecnología, y los problemas son distintos: me parece que el análisis hay que ajustarlo a cada contexto", precisó.
En ese sentido, señala que el uso del ejército en labores de seguridad pública, responde al planteamiento hecho por los últimos tres presidentes (Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto) en torno a fortalecer las policías locales y eliminar la posible corrupción al interior de las mismas para hacer frente a los grupos delictivos establecidos en la zona.
"Hay lugares donde habido mejoras, pero también hay lugares donde los resultados han sido terribles: entiéndase 'Tierra Caliente' (Michoacán, Guerrero y Estado de México), el tema de huachicol en Guanajuato, entonces es difícil tratar a una dinámica criminal meramente local", subrayó.
Por último, dijo que el ejército y la Marina tienen presencia en tareas de seguridad pública desde sexenios atrás, siendo este momento parte de un proceso de formalización de la Guardia Nacional, creada y promovida durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.