Eliud Ávalos
En una ciudad como Tijuana, donde las áreas verdes son escasas, el Ecoparque es una opción que ha sido poco explotada y que no ha tenido el suficiente apoyo para su desarrollo.
De acuerdo con el maestro Samuel Pérez, coordinador del programa de agricultura urbana del Ecoparque, el proyecto inició en 1987 y su corazón es una planta de tratamiento de aguas residuales que funciona desde entonces, y que nunca se ha descompuesto.
“Es un diseño simple que no tiene partes mecánicas. Es un tratamiento 100% biológico y la naturaleza puso todos los elementos que se requieren para que se limpie el agua. De ahí pasa un sedimentador que nunca se ha descompuesto porque tampoco tiene partes mecánicas y luego la pasamos a humedales artificiales; uno con carrizo porque es un filtro natural magnífico, después pasa a unas lagunitas que tenemos de almacenamiento, y de ahí a la parte más alta del parque y con esa agua tratada regamos”.
El Ecoparque tiene una función educativa. Las seis y media hectáreas del lugar sirven para ofrecer diversos programas: energías renovables, ecotecnias, producción de plantas nativas, el programa de agricultura urbana, educación ambiental, entre otros.
“Lo que queremos es producir agua, ser una fábrica. Eventualmente se va a convertir en agua de calidad terciaria que podría ser apta para contacto humano, pero no sería potable. Puede incluso llegar a utilizarse para el área de agricultura, no lo estamos haciendo todavía”.
Lo considera el cuarto pulmón de la ciudad, gracias a las aguas residuales tratadas y que el impacto del programa de educación ambiental se ha dado a distintas generaciones.
Enfatizó que se trata de un proyecto de investigación y desarrollo, demostrativo y educativo. Además de que todo lo que se hace en el parque es para obtener resultados que se repliquen de manera más sólida.
En cuanto a la inversión dijo que no ha sido mucha, ni como quisieran.
“Es algo que no ha tenido mucha atención ni interés. Desde el sexenio pasado los recortes a ciencia y tecnología han dejado marcado al parque. Hemos trabajado con voluntad y creatividad, hay un equipo de no más de 10 personas que hemos estado trabajando ahí por mera voluntad, terquedad y ganas de que esto siga funcionando. La investigación y desarrollo es continua e invitamos a la gente que tenga un proyecto a fin, a que venga y lo desarrolle. Las instalaciones del parque para eso son, es un proyecto de Tijuana, para Tijuana donde la ciencia se democratiza y está abierta para todos, tenemos talleres de planta nativa, de nutrición, en fin”.
Detalló qué hay falta de visión y de voluntad política. En su opinión hace 30 años no se tenía la visión del impacto de un proyecto como este.
“Los recursos definitivamente son nuestra principal limitante. Desgraciadamente por la figura fiscal tanto del parque como del Colegio de la Frontera Norte no permiten recibir recursos, pero si podemos recibir donaciones en especie. Sin embargo al personal operativo hay que pagarle”.
Dijo que el sueño es que pudiera haber otro Ecoparque, y que ya con todos los errores aprendidos se pueda hacer otro, pero de todos modos hay mucho que hacer. Otro de los objetivos es orientar la producción de planta nativa. En ese sentido dijo que son el único sitio en toda la región para producir planta nativa, reproducirla y venderla.
Apuntó que trabajan de manera cercana con la Universidad de San Diego (UCSD)
y la de California en Irvine lo cual forma parte de la colaboración binacional; también con algunas instituciones locales como la Universidad Autónoma de Baja California, con el Cetys Universidad.
“Les hemos dado talleres de composta, ya lo están produciendo, la escuela de ciencias químicas tiene un huerto, participamos en un foro de nutrición hay movimiento a nivel académico, diseño de huertos, diseño de jardines con planta nativa”.
Destacó que los esfuerzos que se han hecho en la ciudad en materia áreas verdes se ven muy poco, pero se debe a que están muy escondidos, sí los hay pero no habido mucha difusión.
“Uno de los objetivos de este programa de agricultura urbana es que nos convirtamos en un centro en el que pueden converger todos estos esfuerzos. Hay mucha gente que quiere crear una comunidad de agricultores urbanos locales, tenemos un incipiente aún, pero ya suficiente banco de semillas. Recién logramos una asociación con una empresa de San Diego que se dedica a la producción de semillas orgánicas”.
“Es un diseño simple que no tiene partes mecánicas” Samuel Pérez Coordinador en el Ecoparque