Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en el World Trade Center en Nueva York marcaron un antes y un después en la dinámica fronteriza de esta ciudad.
Rosa Dávila Enríquez, recuerda cómo a finales de los 80 y principios de los 90, no tardaba más de una hora en pasar la garita, incluso cruzaba dos veces al día.
“Cruzaba por Otay. Cruzaba a mis hijos y los hijos de una vecina, los dejaba en la escuela en Chula Vista, posteriormente regresaba por ellos a la 1:00 de la tarde y los recogía, en 20 minutos cruzábamos”, relató.
Para ir a trabajar a San Diego, Dávila Enríquez no esperaba más de 40 minutos en la fila de autos, pero llegó el 11 de septiembre de 2001 y no imaginaba qué un evento que parecía tan lejano iba a cambiar su vida cotidiana y la de miles de tijuanenses más.
“Estaba haciendo el lunch a mi esposo, voltee a la televisión y miré que se estaba quemando una torre. No le puse atención al noticiero, seguí haciendo lunch”, dijo.
Después del atentado, Rosa Dávila notó que las revisiones en el cruce fronterizo incrementaron de 40 minutos hasta una hora y media o dos horas.
“Mucha gente no cruzaba, teníamos miedo, había temor porque no sabías cuándo te ibas a quedar atorado en la línea”, mencionó.
Joaquín Luken, director ejecutivo de Smart Border Coalition, destacó que el atentado en Nueva York trajo desde nuevas medidas de seguridad hasta nuevos procesos para las empresas exportadoras.
“La línea se cerró brevemente, pero al día siguiente ya hubo cruces fronterizos con un escrutinio y un protocolo de seguridad tremendo. Eran inspecciones con caninos, recuerdo bajarme del carro para que hicieran la inspección del vehículo. Fue un cruce sumamente lento, pero era entendible, nadie sabía qué estaba pasando”, contó
Con el incremento en la espera para el cruce, las personas que acostumbraban ir de compras o simplemente a pasear modificaron sus hábitos, de acuerdo con Luken.
“No se perdió el cruce para ir de compras, pero cambiaron las prioridades de la gente que cruza. Si antes cruzaba a hacer compras a San Diego o Chula Vista, el tiempo de espera era de 30 minutos de fila, ahora el tiempo de espera es de dos a tres horas”, detalló el experto.
El director de Smart Border Coalition destacó que esa reducción de cruces fronterizos no ha sido superada.
El año de los atentados hubo 59 millones de cruces, y aunque en 2011 tuvieron un repunte, no han llegado a los registros previos al 2001.
“A nivel San Diego la cifra más alta data de 2003: aproximadamente 63 millones de cruces (anuales). Y para que nos demos una idea, si nos vamos al 2022 hubo apenas 49 millones de cruces entre peatones y pasajeros en carro, esto entre Tijuana, San Diego, Otay Mesa, Tecate y Cross Border Xpress”, detalló.
Al mismo tiempo, empresas locales como las agencias aduanales, negocios de logística y transporte, enfrentaron grandes cambios en los protocolos de operación, explicó Luken.
“Se crearon programas, obviamente mucho papeleo, mucha documentación, fue más caro operar. Fue un gran reto para las empresas ubicadas en la frontera que se dedican al comercio internacional. Las maquiladoras debían desarrollar nuevos sistemas de etiquetado, sistemas de cómo mandar y registrar la mercancía que cruzaba todos los días en camión a Estados Unidos”, detalló.
La implementación de todas esas nuevas medidas de seguridad representó una reestructuración del sistema encargado de proteger la frontera que incrementó el presupuesto y la necesidad de personal, explicó el director de Smart Border Coalition.
Esa carencia de personal en las aduanas se tradujo en menos agentes para atender los cruces fronterizos, y llegamos a los tiempos de espera que tenemos hoy.
“Inclusive empiezan a utilizar agentes temporales, pero que trabajan en aeropuertos o puertos marítimos, no conocen la dinámica de cómo cruza la gente en carro o a pie, entonces crea un cruce más lento”, agregó.
ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!
Dávila Enríquez sigue cruzando la frontera habitualmente, pero en los últimos 10 años lo ha hecho utilizando la Red Electrónica Segura para la Inspección Rápida de Viajeros (SENTRI, por sus siglas en inglés).
Y aunque se trata del programa norteamericano para acelerar el paso de los viajeros que cumplen con los requisitos para obtener ese pase, el tiempo de cruce está lejos de ser el mismo de hace 22 años. “La última vez que crucé fue de una hora con 40 minutos”, finalizó.