/ martes 2 de octubre de 2018

El movimiento estudiantil generó cambio

El movimiento del 68, y sus réplicas en los estados, tuvo como consecuencia el apoyo del Gobierno Federal a las universidades públicas para su crecimiento

Laura Bueno Medina

Los movimientos estudiantiles son etiquetados como el principio que conduce a una transformación mayor. En Baja California, pugnaron por objetivos concretos de satisfacción de necesidades de una institución (Universidad Autónoma de Baja California), de acuerdo con el sentido práctico del bajacaliforniano.

El investigador David Piñera Ramírez planteó que, a diferencia de otros estados en donde los movimientos estudiantiles levantaron banderas de lucha de transformación social porque “se vivía esa atmósfera generada por el 68”, en el estado no fue así, dando paso a movimientos cortos y pragmáticos.

La disolución de los movimientos es por sí misma una necesidad, ya que son movimientos efímeros con objetivos claros, a comparación de otros como los obreros, políticos, guerrilleros y sociales, explicó Miguel Olmos Aguilera, investigador del departamento de estudios culturales del Colegio de la Frontera Norte (Colef).

No logran echar raíz por la misma naturaleza de la juventud, añadió, en el análisis de los movimientos estudiantiles y/o juveniles que han tenido presencia en Baja California, posteriores al movimiento del 68.

La reivindicación de un objetivo es la principal razón por la que se presenta este fenómeno social, que está directamente relacionads con la coyuntura de la época, afirma el investigador, que advierte que, solo aquellos que son generacionales, suelen perdurar en la actividad; el resto, se quedan en la memoria colectiva.

Con puntos radicales, los movimientos en Baja California han sido estudiados como fenómenos que desembocaron en logros materiales concretos, como terrenos, todos obtenidos, por lo que las reclamaciones se desinflaron, añadió Piñera Ramírez.

El investigador Olmos, por su parte, precisó que habría que motivar a los jóvenes fronterizos para que no se esperaran o reaccionen a la coyuntura nacional, sino ser el punto de influencia para el resto de la población en el país por una reivindicación específica.

Los conflictos en Baja California suelen resolverse a la manera del bajacaliforniano, sacando la situación a la luz pública la problemática, presionar y obtener mediante negociación.


LOS HEREDEROS DEL 68, EN BC

En Baja California, el movimiento estudiantil de 1968 en la Ciudad de México tuvo repercusiones con la activación de los estudiantes; sin embargo, los objetivos de quienes iniciaron movimientos fueron muy focalizados a resolver las necesidades que tenía la Universidad Autonomía de Baja California (UABC), que, por aquellos años, tenía muchas carencias.

Posterior a los hechos en la Ciudad de México el 2 de octubre de 1968, en todo el país hubo una efervescencia por la defensa y la lucha de las causas sociales; en Baja California, los estudiantes de la Escuela de Ciencias Marinas en el municipio de Ensenada iniciaron un movimiento de reclamo por un predio en 1969, que llevaría a la obtención del terreno en donde, hasta la fecha, se encuentra la unidad académica.

Una gran parte del estudiantado en el campus Mexicali, meses después del mismo 69, presionaron a las autoridades para que se le diera a la universidad un predio que antes le pertenecía al Ejido Coahuila, logrando también obtener la parcela 44, la cual fue invadida para la defensa por los estudiantes.

El movimiento de 1971, para la consolidación y apertura del campus Tijuana, fue el mayor en el estado, precedido de un conflicto entre particulares que peleaban una gran extensión del territorio por poseer unos supuestos derechos sucesorios del Rancho de la Tía Juana, conflicto que se hizo físico en el club Campestre, presionando hasta el punto de que la sociedad civil creo un comité de defensa de la ciudad.

En medio de este conflicto, un tercer grupo, los estudiantes de la UABC, quienes argumentaron que el predio, ni debía ser para los demandantes, ni para el grupo propietario del club Campestre, sino que tendría que ser para la universidad, por lo que marcharon y llegaron al lugar, del cual se posesionaron.

En este movimiento, estuvo presente la juventud comunista y con una permanencia de dos meses y medio por parte de las estudiantes, generando la presión suficiente sobre las autoridades se concretó la obtención del terreno en el que hoy se encuentra la unidad académica de Otay y la salida de los abogados que reclamaban los derechos sucesorios.

Si bien, en las décadas de los 70 y 80, existieron movimientos generalizados en diversos estados, las acciones en Baja California fueron diferentes, evitando la represión que en los años 70 existió con el grupo denominado los Halcones, presencia del ejército, y ahora de grupos que se infiltran en los movimientos para desestabilizarlos, aseguraron ambos investigadores, sin que hasta la fecha haya el castigo exigido por la sociedad para estos “golpeadores”.


CONCLUSIÓN

Olmos Aguilera concluye que enseñar a los estudiantes a ser críticos de la situación social es una tarea crucial de los maestros, y, con ello, generar la conciencia en los jóvenes de levantar la bandera de lucha e inconformidad a través de las vías existentes.


HERIDA

Actualmente, la herida más grande del sector juvenil y estudiantil, que mantiene un reclamo constante al Gobierno Federal y al Ejército Nacional Mexicano, es la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa.

Laura Bueno Medina

Los movimientos estudiantiles son etiquetados como el principio que conduce a una transformación mayor. En Baja California, pugnaron por objetivos concretos de satisfacción de necesidades de una institución (Universidad Autónoma de Baja California), de acuerdo con el sentido práctico del bajacaliforniano.

El investigador David Piñera Ramírez planteó que, a diferencia de otros estados en donde los movimientos estudiantiles levantaron banderas de lucha de transformación social porque “se vivía esa atmósfera generada por el 68”, en el estado no fue así, dando paso a movimientos cortos y pragmáticos.

La disolución de los movimientos es por sí misma una necesidad, ya que son movimientos efímeros con objetivos claros, a comparación de otros como los obreros, políticos, guerrilleros y sociales, explicó Miguel Olmos Aguilera, investigador del departamento de estudios culturales del Colegio de la Frontera Norte (Colef).

No logran echar raíz por la misma naturaleza de la juventud, añadió, en el análisis de los movimientos estudiantiles y/o juveniles que han tenido presencia en Baja California, posteriores al movimiento del 68.

La reivindicación de un objetivo es la principal razón por la que se presenta este fenómeno social, que está directamente relacionads con la coyuntura de la época, afirma el investigador, que advierte que, solo aquellos que son generacionales, suelen perdurar en la actividad; el resto, se quedan en la memoria colectiva.

Con puntos radicales, los movimientos en Baja California han sido estudiados como fenómenos que desembocaron en logros materiales concretos, como terrenos, todos obtenidos, por lo que las reclamaciones se desinflaron, añadió Piñera Ramírez.

El investigador Olmos, por su parte, precisó que habría que motivar a los jóvenes fronterizos para que no se esperaran o reaccionen a la coyuntura nacional, sino ser el punto de influencia para el resto de la población en el país por una reivindicación específica.

Los conflictos en Baja California suelen resolverse a la manera del bajacaliforniano, sacando la situación a la luz pública la problemática, presionar y obtener mediante negociación.


LOS HEREDEROS DEL 68, EN BC

En Baja California, el movimiento estudiantil de 1968 en la Ciudad de México tuvo repercusiones con la activación de los estudiantes; sin embargo, los objetivos de quienes iniciaron movimientos fueron muy focalizados a resolver las necesidades que tenía la Universidad Autonomía de Baja California (UABC), que, por aquellos años, tenía muchas carencias.

Posterior a los hechos en la Ciudad de México el 2 de octubre de 1968, en todo el país hubo una efervescencia por la defensa y la lucha de las causas sociales; en Baja California, los estudiantes de la Escuela de Ciencias Marinas en el municipio de Ensenada iniciaron un movimiento de reclamo por un predio en 1969, que llevaría a la obtención del terreno en donde, hasta la fecha, se encuentra la unidad académica.

Una gran parte del estudiantado en el campus Mexicali, meses después del mismo 69, presionaron a las autoridades para que se le diera a la universidad un predio que antes le pertenecía al Ejido Coahuila, logrando también obtener la parcela 44, la cual fue invadida para la defensa por los estudiantes.

El movimiento de 1971, para la consolidación y apertura del campus Tijuana, fue el mayor en el estado, precedido de un conflicto entre particulares que peleaban una gran extensión del territorio por poseer unos supuestos derechos sucesorios del Rancho de la Tía Juana, conflicto que se hizo físico en el club Campestre, presionando hasta el punto de que la sociedad civil creo un comité de defensa de la ciudad.

En medio de este conflicto, un tercer grupo, los estudiantes de la UABC, quienes argumentaron que el predio, ni debía ser para los demandantes, ni para el grupo propietario del club Campestre, sino que tendría que ser para la universidad, por lo que marcharon y llegaron al lugar, del cual se posesionaron.

En este movimiento, estuvo presente la juventud comunista y con una permanencia de dos meses y medio por parte de las estudiantes, generando la presión suficiente sobre las autoridades se concretó la obtención del terreno en el que hoy se encuentra la unidad académica de Otay y la salida de los abogados que reclamaban los derechos sucesorios.

Si bien, en las décadas de los 70 y 80, existieron movimientos generalizados en diversos estados, las acciones en Baja California fueron diferentes, evitando la represión que en los años 70 existió con el grupo denominado los Halcones, presencia del ejército, y ahora de grupos que se infiltran en los movimientos para desestabilizarlos, aseguraron ambos investigadores, sin que hasta la fecha haya el castigo exigido por la sociedad para estos “golpeadores”.


CONCLUSIÓN

Olmos Aguilera concluye que enseñar a los estudiantes a ser críticos de la situación social es una tarea crucial de los maestros, y, con ello, generar la conciencia en los jóvenes de levantar la bandera de lucha e inconformidad a través de las vías existentes.


HERIDA

Actualmente, la herida más grande del sector juvenil y estudiantil, que mantiene un reclamo constante al Gobierno Federal y al Ejército Nacional Mexicano, es la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa.

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