Crisstian Villicaña
Tijuana.- Llegó el dos de noviembre, el día en el que brindamos ofrenda y recordamos a aquellos que se han adelantado en este camino llamado vida.
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Para los que siguen la tradición de instalar el altar hay algo más que una celebración, se trata de un encuentro, en donde por medio de las ofrendas, la flor de cempasúchil, el perro, el pan, la comida y otros elementos, se reúnen en espíritu con sus seres queridos.
Lo vivido, lo añorado, se apodera de quienes rinden ofrenda y es que no se trata de un simple ritual, sino del reencuentro con los que se fueron.