El periodismo bajacaliforniano, como la historia que escribe día con día, se repite cada tanto. El Sol de Tijuana comenzó a retratar esa realidad el 1 de octubre de 1989, cuando un resquebrajado Partido Revolucionario Institucional (PRI), reconoció una derrota por primera ocasión y dejó la gubernatura al Partido Acción Nacional (PAN).
Y lo sigue haciendo ahora que Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), es el partido dominante en un modo muy similar al del pasado reciente.
Gabriel Trujillo Muñoz, escritor mexicalense miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y testigo de aquella primera transición, no deja lugar a dudas de eso.
Tal como hoy Morena recicla hombres y mujeres de otros partidos, recuerda que con el triunfo en la bolsa los panistas se encontraron sin perfiles para las oficinas de gobierno.
“Utilizaban a muchos de los cuadros del priismo. Sobre todo del sexenio de Roberto de la Madrid. Entraron a ayudarles, a explicarles cómo funcionaba la maquinaria del poder en Baja California. Y eso sí, los panistas lo aprendieron rápidamente” cuenta.
También entonces hubo periodistas acusados de corrupción y otros que se aliaron con los recién llegados al poder, pero todo dio pie a un periodismo distinto.
“Dejando una distancia que es la distancia necesaria para poder ejercer la crítica periodística”, subraya Trujillo Muñoz.
“Fue muy saludable esa actitud porque ayudó a atemperar toda esta idea de que el panismo llegaba a cambiar las cosas, cuando en realidad, como decía (Giuseppe Tomasi di) Lampedusa en aquella famosa novela Italiana: Que todo cambie para quedar igual”.
“Eso pasó, pero no en el periodismo”.
¿Entonces cada régimen va teniendo su prensa?
Sí. Cuando llegaron los panistas trajeron gente especializada del Bajío. Toda esta gente era confesional, para decirlo de alguna manera. Creían que ellos eran puros de espíritu y todos los demás eran corruptos. El panismo llegó bajo esa premisa. Y lógicamente, al final muchos de los que estaban adscritos al régimen anterior se pasaron al nuevo régimen”.
“El periodismo en general, el que tiene que luchar todos los días para encontrar la nota, el reportero, el corresponsal, siguieron haciendo su trabajo sin ningún problema. Pero los columnistas, que eran los que decidían la agenda de las ideas y los conceptos a platicar o a señalar, ellos sí tomaron posiciones muy partidistas”.
Además, como estudioso del periodismo fronterizo, Trujillo Muñoz no deja de comparar una práctica común en medios norteamericanos cuando hay elecciones: avisar a sus lectores de qué lado están.
“Con quien quieras estar, pero dilo. A partir de allí yo ya sé a qué me atengo como lector de tu periódico, de tu sitio o tu plataforma de noticias en internet”, comenta.
La prensa en Baja California, responde, sigue cumpliendo su labor de llevar información elemental para una vida transfronteriza, pero siempre habrá más que eso.
“La prensa tiene ambiciones mayores, siempre. La ambición mayor es ser el guía informativo de tu población. Imponer la agenda de temas que son necesarios saber”.
¿Cuál diría que es el estado de salud de la prensa en el estado?
“Creo que eso depende de cada uno de los periódicos de Baja California, de cada uno de los periodistas. Que estén encontrando temas, notas a las que no se les había dado importancia”.
“Estamos saliendo de una etapa de periodismo nacional donde lo importante es lo que ocurre en el ámbito del Presidente, el gobernador, el presidente municipal o los partidos. Lo que le interesa a la gente es la vida cotidiana en la cual se puede identificar”.
“Me interesa ver al bajacaliforniano real. Me interesa ver lo real porque es lo histórico. Y lo histórico es lo que va a quedar”.
La prensa es necesaria, responde Gabriel Trujillo, porque es el filtro de una realidad masiva responsable de difundir lo que pensamos de nosotros mismos.
“El periodismo está para mostrar un retrato de cuerpo entero de los bajacalifornianos, porque a ellos se debe. A veces lo ha conseguido”, concede.
“Es un servicio comparativo entre lo que pensamos de nosotros y de nuestra ciudad, y lo que los demás piensan de ella. Por eso debe ser crítico, porque no podemos sentarnos en nuestros laureles y pensar: ‘¡Qué bonito pueblo es el nuestro!. Cuando es un pueblo que tiene necesidades y hay que señalarlas porque queremos que sea una sociedad mejor, una comunidad más abierta. Una urbe más humana”.
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“El periodismo sirve para poner el dedo en la llaga. Para decir: ‘Esto somos, pero no podemos quedarnos descansando en lo que hemos hecho o hicieron otras generaciones’. ¿Qué vamos a hacer nosotros?”, pregunta Trujillo a la prensa bajacaliforniana sumida en su propia transición, en la que El Sol de Tijuana ya tiene 35 años de historia.