Tijuana.- Las personas con síndrome de down, autismo y discapacidad intelectual suelen enfrentarse a una sociedad que no les sigue el ritmo. Sin embargo, su lugar dentro de la población es una realidad que debe ser comprendida de manera que se les haga participes en las actividades cotidianas que realiza cualquier persona.
Debido a lo anterior, la asociación civil "Tall Pro Dis", se ha dedicado por casi 20 años a trabajar con estos grupos de personas con la intención de darles empleo, esparcimiento y atención. Ángeles Buenrostro de Cárdenas, fundadora del lugar, platicó en entrevista.
¿Cómo inicia este proyecto?
"Tenía un hijo con deficiencia y él quería trabajar. Viendo que no se le daba esa oportunidad, empecé yo con esa inquietud de que hiciera algo. Me encontré con un señor de Rosarito que hacía piñata. Se vino su hija un mes a preparar a tres muchachos; uno con autismo, uno con síndrome down y mi hijo".
"Vimos que seguían las indicaciones y dije, aquí se puede hacer algo. La piñata no es peligrosa, no es tóxico lo que usamos, engrudo, papel reciclado. La galleta lo mismo, trabajaron con normalidad, entonces vimos que estábamos igualando el trabajo de todas las personas, no vemos la discapacidad".
"Si bien son más lentos, no hablan del todo bien, pero eso no perjudica. Ellos con práctica entienden, hacen de todo y aquí estamos".
¿Qué actividades de trabajo realizan los hombres y mujeres que llegan a este espacio?
"Tenemos un taller de piñatas. Ahí empiezan con la parte del empapelado, les sirve para soltar la mano porque llenan toda la hoja de engrudo para poderla poner en la estructura de la piñata. Luego con una brocha pegan el papel de china, el medio vestir que le llamamos; ponen zapato, oreja, pierna, dependiendo de la figura. Por último se viste, es un trabajo más fino, ya colocan papel doblado; es un trabajo que han demostrado que pueden hacerlo".
"En la repostería es más cuidado y más higiene. Acá vienen con tapabocas, gorro, todo muy limpio. A mí me encanta cómo trabajan, porque ellos están trabajando como cualquier persona. Las piñatas tenemos dulcerías para entregar y la repostería, galletas, se hacen sobre pedidos; estamos cumpliendo como cualquier negocio que está haciendo su producto".
¿A la par del trabajo qué otras actividades desarrollan?
"Nos encanta andar en todo. Yo los hago sentir que son parte de la sociedad y nos comportamos como tal. Se les da baile, los llevamos a deporte, yoga, al cine, a comer, en donde ellos escogen, ellos son libres. Vamos a la tienda donde compran sus cosas, desodorante, champú, porque el dinero que se les da aquí es de trabajo y así como sus padres gastan dinero, ellos tienen que comprar lo que necesitan".
"Se les da un apoyo económico para que ellos sientan que están trabajando y están ganando. El día que se les paga, cada quincena, es cuando los llevamos al centro comercial y los dejamos que ellos ordenen comida, nada más vemos que paguen bien, que les devuelvan el cambio, pero ellos los dejamos libres".
¿Cómo pueden ingresar aquí las personas que lo necesiten?
"Ponemos un mes de capacitarse los papás y el muchacho. En ese tiempo los papás se dan cuenta de cómo se trabaja y tienen que venir apoyar porque es una parte del reglamento. Vamos viendo cada uno que habilidad tiene, pero todos pasan por los mismos pasos".
En los últimos años se ha visto a más niños con autismo o alguna capacidad distinta ¿Qué hace falta en ese sentido?
"Quisiera que hubiera más espacios como este. Tijuana es enorme y mucha gente se les hace difícil venir hasta acá (bulevar Casa Blanca). Si hubiera un centro como estos en otra parte de la ciudad sería maravilloso porque sería para tenerlos trabajando, ocupados y ya no están todo el día encerrados viendo la televisión".
"Me da mucha tristeza que los muchachos estén encerrados en su casa por su situación. Todos somos iguales, tenemos ilusiones. Van estar siempre lentos, por su discapacidad, pero eso no les impide estar dentro de la sociedad y la sociedad también tiene que aceptar eso, andamos en la misma banqueta, la misma ciudad".