Tijuana.- “El Grito de Dolores” en Tijuana son muchos gritos. Porque en una ciudad donde conviven extranjeros atraídos por la historia de este casi mítico rincón de México, connacionales que llegan desplazados de sus estados por la violencia o “buscando suerte” a veces sin encontrarla, no podría ser de otra manera.
Desde todas esas experiencias, la visión del país y de las celebraciones patrias es distinta en esta frontera.
También están quienes con la fortuna del paso del tiempo han atesorado los recuerdos de un festejo que parece al mismo tiempo lejano y de ayer, en una Tijuana distinta.
Con humor, con nostalgia, con admiración, así son los festejos donde empieza la patria.
EL FESTEJO EN EL SIGLO PASADO
Raúl Pompa Victoria nació en 1944 en lo que era el distrito Norte de la Baja California y recuerda el cierre de la calle Segunda en la zona Centro de Tijuana para conmemorar el inicio de la guerra de Independencia por aquellas décadas.
Dice que el patriotismo se vivía con el tradicional desfile militar-estudiantil, entre el que destacaba siempre al final de los contingentes el paso de un grupo de charros, los cuales ya no se observan en la actualidad.
Pompa Victoria cuenta que la celebración independentista reunía a la población en el parque Teniente Guerrero y sus alrededores.
Los años en que la celebración se concentraba en la zona Centro, están relacionadas con el antiguo edificio del Ayuntamiento, por donde pasaba el desfile.
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“Salía de ahí de la calle 8, recorría hasta el palacio municipal antiguo y terminaba en el parque Teniente Guerrero, en donde nos reuníamos todos a disfrutar de la conmemoración”, recuerda.
Hoy por hoy, Raúl reconoce a Tijuana como “la ciudad de los herederos de los migrantes”, por la población que ha formado esta región desde antes de su consolidación como estado federativo.
“Me sorprende que Tijuana ya no es la ciudad que era antes”, dice el también ex diputado local y uno de los impulsores de la preparatoria de la UABC al interceptar al presidente Adolfo López Mateos en una visita a Baja California.
Raúl Pompa observa un crecimiento desordenado, lo que vuelve a la ciudad, caótica hasta cierto punto.
Pero algo destaca en la naturaleza de esta región, añade, y es que “no se distinguen clases sociales como en las ciudades coloniales de antaño”.
LAS PERSONAS SIN HOGAR
A ritmo de música grupera y con una cubeta de cerveza. Así celebra Brisa García Palacios las fiestas de independencia.
Lejos de su natal Jalisco, de donde emigró hace cinco años, Brisa del Mar, como se hace llamar “porque suena más bonito”, no pierde el espíritu patrio, aún cuando carece de vivienda y trabaja en forma temporal.
“En donde me dan oportunidad”, comparte con buen humor. De 46 años de edad, dice que decidió venir a Tijuana por las referencias que al interior del país se tienen de esta ciudad fronteriza.
“Dicen que recibe con los brazos abiertos, que la gente es amorosa, pues vine a calar suerte, a ver qué encontraba”, comenta soltando una sonora carcajada.
Si hay oportunidad, Brisa se queda en un albergue en la colonia Zona Norte de Tijuana, pero si no alcanza lugar, la calle es su segunda opción, dice sin perder el tono alegre de su voz.
Sea cual sea el caso, el 15 de septiembre es una fecha esperada en la que no pierde la oportunidad de celebrar bailando en Las Pulgas.
“Sí dan ganas de celebrar el ser mexicano, aunque uno no esté en su tierra, aquí también es México y porque la vida es para celebrar”, puntualiza.
Caso contrario es el de Guillermo Ramírez, de 50 años de edad y originario de Michoacán, a quién las fiestas patrias le causan nostalgia, así que opta por vivir esas fechas como un día cualquiera.
Con dos años en Tijuana, Guillermo se dedica a lavar carros, pero los ingresos que percibe no le alcanzan para pagar un lugar dónde vivir, por eso diario duerme en la calle.
Invierno, días de lluvia y celebraciones mexicanas o de Navidad, trata de enfrentarlo como situaciones normales y no extraordinarias, para que no calen en su ánimo.
En su natal Michoacán dejó a su esposa y dos hijos y emigró a Tijuana a probar suerte, comentó fijando su mirada en la cubeta y franela que sus manos sostenían.
“No celebro las fiestas patrias, porque me da nostalgia estar lejos de mi familia”, dijo en tono triste.
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AMOR EXTRANJERO POR MÉXICO
México y particularmente Tijuana, desde hace más de 50 años, ha tenido un significado especial para la vida Roberto González, quien luchó por Estados Unidos en la Guerra de Vietnam.
Nacido en 1946 y con grado de sargento en la infantería de Marina de Estados Unidos, este hombre originario de Puerto Rico ha aprendido a amar la cultura mexicana, con la cual se siente identificado desde que era muy joven.
“México significa familias juntas, tradición, historia que viene de atrás, de los aztecas, de los exploradores, una historia bien definida y grande. Más allá de los exploradores, eso no se encuentra en todo el mundo, porque México tiene mucho que ofrecer en tradición e historia, me atrae saber que hay una nación que tiene unas raíces tan antiguas”, comentó.
Criado en Filadelfia, ciudad donde se firmó la declaración de independencia de Estados Unidos, Roberto aún lamenta lo ocurrido en Vietnam, pero dice que aquellas vivencias le hacen más fuerte para aportar a la sociedad mexicana y tijuanense.
“Vietnam fue una guerra que tuvo que pasar, yo era joven, se puede decir que ignorante, pero hice lo que tenía que hacer. Pero de allí, ha habido cambios. El movimiento de la juventud ahora es fuerte, hoy se reconocen sus opiniones, se escuchan sus necesidades.
Vietnam fue la primera guerra que hubo en televisión y se supo lo horrible de la guerra. Fue un aprendizaje y aprecio para la vida, y a partir de ahí he buscado ayudar a la gente que más lo necesita, porque la vida vale”, expresó.
Con 20 años viviendo en Tijuana, disfruta de la comida, la gente, el ambiente y la vida fronteriza. Tiene muy presente sus raíces puertorriqueñas y estadounidenses, pero México ocupa un lugar muy importante en su corazón.
“Tijuana tiene un grupo de ciudadanos muy generosos. Tijuana está hecha de una población internacional y definitivamente el sabor de la comida es lo máximo”, concluyó.
MÉXICO VIOLENTO
Cristina Salas huyó de Zamora Michoacán con sus 5 hijos debido a la violencia que genera el crimen organizado y por eso considera que no hay razones para celebrar las fiestas patrias.
Desde un albergue en zona centro, donde espera respuesta a su solicitud de asilo en Estados Unidos como muchos otros desplazados, dice que en su estado no hay libertades.
“La violencia allá es muy fea, los niños no pueden salir a jugar porque llegan y los balean. La venta de droga y la pelea de plazas son un desorden (...) Se supone que la libertad es un derecho humano, pero no la tenemos, la libertad de tránsito no la tenemos, ni siquiera la libertad de expresión porque te pueden desaparecer. No los hacen cumplir ni respetar nuestros derechos humanos”, expresó.
Recuerda que los días 15 de septiembre se reunía con su familia para celebrar El Grito de Independencia, pero poco a poco esa tradición familiar y este año estará lejos de casa.
“Cuando podíamos hacíamos algo de comer con la familia como pozole y enchiladas, esa era nuestra tradición, pero después comenzamos a trabajar por nuestro lado y no pudimos juntarnos igual. Hace dos años lo celebramos por última vez”, contó.
Cristina laboró 4 años para la policía municipal de Zamora y durante ese tiempo perdió a algunos de sus compañeros por enfrentamientos y emboscadas.
“Me gustó el trabajo, pero murieron varios compañeros. Había muchas emboscadas, un compañero murió enfrente de mí. Pasamos por muchas cosas tristes que debemos aguantar, pero somos humanos y sentimos dolor, a veces no éramos solo compañeros sino hermanos”, lamentó.
Debido a esos niveles de violencia tuvo un diálogo con sus hijos y decidió tomar un autobús a Tijuana, dejando atrás su ciudad de origen para buscar un nuevo comienzo en otro país.