Juan Miguel Hernández
Tijuana.- La violencia y la falta de oportunidades de empleo en sus lugares de origen obliga a familias enteras a dejar su hogar para buscar una mejor vida en los Estados Unidos.
En la entrada de El Chaparral, al menos 50 personas esperan desde las 6:00 horas de la mañana, bajo un intenso sol, para esperar ser llamados por los agentes del Instituto Nacional de Migración.
Normalmente los solicitantes son llevados para ser entrevistados en grupos de cinco personas, sin embargo, si corren con suerte, hay grupos de 20 personas.
Entre los ciudadanos que se encuentran en El Chaparral, gran parte de ellos son mexicanos, los cuales son originarios en su mayoría de los estados de Guerrero y Michoacán.
“No tenemos nada que perder, no podemos regresar a nuestra tierra, la violencia está muy fuerte”, comentó un joven originario de la Costa Grande de Guerrero.
La gente reconoce que es difícil conseguir asilo político, pero la esperanza de encontrar un futuro mejor es más grande. “Allá no podemos vivir, trabajar o estar tranquilos. Debimos huir y dejar todo”, platicó una madre de familia.
Algunos de los solicitantes confiesan que no descartan quedarse en Tijuana, si acaso son rechazados por el Gobierno Norteamericano.
Además de los mexicanos que esperan por asilo, también llegan el primer grupo de migrantes centroamericanos pertenecientes a la Caravana Migrante 2018.