Juan Miguel Hernández
Tijuana.- Tobin Hansen, candidato a doctor en antropología cultural por la Universidad de Oregon, presentó en El Colegio de la Frontera Norte una ponencia en la que expuso las condiciones que enfrentan los migrantes deportados al regresar a México.
Durante la conferencia “Forjando la vida después de la deportación: Circulaciones de cuidado interpersonal en familias transnacionales y comunidades locales de la región fronteriza de México y Estados Unidos”, el especialista analizó las formas en las que los deportados a la frontera norte de México brindan y reciben cuidados a partir de su proceso de deportación, y como se reconstruyen las masculinidades durante el proceso de adaptación.
El trabajo fue elaborado a través de entrevistas en Nogales y Puerto Peñasco con 56 deportados, de los cuales 35 de ellos estaban afiliados a una pandilla y tiene una edad aproximada de 41 años.
Entre los testimonios que recabó el investigador, se encuentra el de Danny y Miguel, deportados de Phoenix y Los Ángeles respectivamente, quienes explicaron que al llegar a México se desdibujan las fronteras sociales y se eliminan rivalidades, ya que al ser deportados no importa la pandilla a la cual hayan pertenecido; establecen relaciones entre ellos mismos.
Asimismo se indicó que la familia o amistades en Estados Unidos se encargan de brindar apoyo al deportado e inclusive de hacerse cargo de deudas o gastos que se tienen en Estados Unidos. El cuidado a distancia puede darse a través del envío de remesas y recursos en especie; sin embargo, puntualizó que estos cambios en el rol de proveedor a no-proveedor afecta a los deportados al grado de sentirse fracasados.
Por último, dijo que los deportados reconocen su identidad en el otro, por ello suelen sentirse más cómodos con gente que vivió lo mismo que ellos. Por ese motivo, las redes de cuidado próximo se forman entre ellos a través del compañerismo, la asignación de actividades dentro del espacio que comparten para vivir, y siendo un soporte emocional.