Una familia afectada por el colapso de la cafetería “Aquamarino”, el pasado 14 de agosto cuando alrededor de cinco personas cayeron del segundo piso del establecimiento ubicado en Playas de Tijuana, está buscando indemnización por las lesiones sufridas.
Katia Lara, una de las afectadas, explicó que a más de un mes del accidente no han podido retomar sus actividades con normalidad, debido a la gravedad de una fractura suya en la muñeca y lesiones de su hija de seis años de edad.
“Ella tuvo fractura de húmero en el brazo izquierdo, tuvo una cirugía en el Issste y va a tener una cirugía próxima en ochos meses para retirar los clavos que le pusieron, ahorita sigue en recuperación”, detalló.
Compartió que después del accidente, su abogada localizó al propietario del lugar para dialogar sobre la situación, y aunque se ofreció a apoyar con lo que podía, al no llegar a un acuerdo tuvo que interponer una denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE).
“Él comentó que podía ayudar con lo que pudiera, se le informó sobre mi cirugía y no le pareció buena idea que me operara por fuera (hospital privado). Mi mamá le comentó que no dependía de mí ni de él, si no cuál fuera el mejor pronóstico para mi salud”, comentó.
Manifestó que dos empleados de la cafetería fueron al hospital para ofrecerles traslado hacia otro centro de salud o alimentación, ya que comentaron que el dueño estaba ocupado para acudir al lugar.
“Mi tía que platicó con ellos les preguntó si podían tomar decisiones y respondieron que no”, explicó.
Compartió que entre las cirugías, clavos especiales de acero, medicamento y tratamiento, han gastado aproximadamente cien mil pesos, a lo que habrá que sumar los pagos que deben realizar en las próximas operaciones.
“Que se responsabilice, no es con lo que yo pueda sino lo que te toca. Debido a eso decidimos tomar acciones legales, después de eso no hubo acercamientos, se dio esa plática pero él ya no se acercó absolutamente para nada”, señaló.
El Sol de Tijuana marcó al número telefónico del café, publicado en la página del mismo establecimiento para conocer la postura del propietario, pero la línea no estaba disponible.
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Katia Lara contó que el día que asistieron a la cafetería acababa de reencontrarse con su madre de 54 años de edad y su hermano de 18 años, quienes también cayeron al primer nivel.
Recordó que después de establecerse en la terraza, una de sus hijas pidió permiso para ir al sanitario, pero los empleados le indicaron que no estaba disponible porque estaba en construcción.
“Fuimos al local contiguo donde nos permitieron pasar. Mi mamá ya estaba arriba de la terraza, nos sentamos, nos trajeron las bebidas y no pasaron ni cinco ni diez minutos, cuando se desplomó el techo al primer piso”, relató.