/ domingo 24 de diciembre de 2023

Gemma y Montecito, dos rescatistas muy perrones de Bomberos Tijuana [VIDEO]

Para seguir trabajando la División de Binomios caninos de Rescate necesita insumos, herramientas y capacitación

Tijuana.- Gemma y Montecito trabajan con Bomberos Tijuana desde hace tres años buscando personas en zonas de desastre.

Tienen la capacidad de localizar sobrevivientes atrapados bajo los escombros de cualquier estructura colapsada gracias al entrenamiento y su desarrollado olfato, porque son perros de rescate.

Aunque como explica el capitán Luis García Barrón, lamentablemente en la mayoría de accidentes las personas fallecen antes de ser localizadas. En esos casos Gemma y Montecito ayudan a encontrar el cadáver para recuperarlo.

La División de Binomios caninos de Rescate de Bomberos Tijuana inició hace aproximadamente 20 años, Gemma y Montecito son la tercera generación.

García Barrón contó que comenzaron como manejadores caninos luego de participar en una convocatoria estatal para formar una división de rescate, lanzada por un grupo de respuestas mayores que existía en Baja California.

“Hizo una convocatoria para manejadores caninos e hizo una petición a una fundación que se llama National Disaster Search Dog Foundation, ellos se dedican a entrenar perros. El grupo estatal pidió un perro”, relató.

El capitán, junto a Fidel Goméz, el segundo manejador canino y otros tres bomberos, fueron seleccionados para recibir entrenamiento de la fundación estadounidense y posteriormente le entregaron su primer can a cada uno.

Tienen la capacidad de localizar sobrevivientes atrapados. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

Fidel Gómez, voluntario en la División de Rescate Canino, contó que al no ser parte formal de la Dirección de Bomberos la fundación no contemplaba darle un ejemplar, pero cambió de opinión al ver su compromiso durante el entrenamiento.

La National Disaster Search Dog Foundation entrega perros de rescate a las direcciones de bomberos de Estados Unidos, así que Tijuana es una excepción.

“Tenemos ese privilegio y mientras sigamos entrenando con ellos nos pueden seguir asignando perros”, dijo García Barrón.

Sin embargo, explicó que cuando él y Fidel se retiren, la división canina corre el riesgo de no continuar, porque son los únicos manejadores fuera de Estados Unidos registrados con la fundación.

Rafael Carrillo Venegas, director de Bomberos Tijuana, dijo que buscan mantener contacto con la fundación para seguir recibiendo ejemplares cuando ambos binomios se jubilen.

“No es fácil, porque un perro vale 70 mil dólares, no cualquiera te los va a dar”, comentó.

Adicional al apoyo de la fundación, para seguir trabajando la División necesita insumos, herramientas y la capacitación del entrenador, agregó Carrillo Venegas.

García Barrón contó que ellos podrían capacitar a los binomios, pero además de presupuesto etiquetado falta compromiso de sus compañeros.

“Son cuatro o cinco horas diarias para entrenar un perro de rescate, nos tenemos que dedicar de lleno (...) hay gente que se apunta y dos o tres veces viene, luego dejan de venir porque es mucho trabajo”, dijo.

El entrenamiento inicial corre a cargo de la fundación que después entrega los canes sin costo y “prácticamente listos para trabajar”, mencionó García Barrón.

Gemma y Montecito, ambos de cinco años de edad. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

“La Fundación no busca perros elite ni de raza, busca perros de perrera, los rescata, si le ve las características lo hace perro de rescate. El chiste del perro de rescate es que tenga mucha energía”, explicó.

Fidel Goméz inició como voluntario de Rescate Águilas hace 28 años y recordó que desde su ingresó a la División, los perros que le asignaron eran de “tamaño completo”, golden retrievers.

Ahora con Gemma, una pastor australiano de tamaño pequeño, ha sido un reto comunicarse porque estaba acostumbrado a trabajar con perros grandes.

“Mis movimientos probablemente para ella eran muy agresivos o toscos y tuvimos que afinar esa comunicación, a ese nivel de especialización es como trabajamos con los perros”, mencionó.

Después de 20 años de trabajo, los manejadores no solo han visto un cambio en ellos y su relación con los perros, sino también en la sociedad.

HORA DE TRABAJAR

Gemma y Montecito, ambos de cinco años de edad, entrenan y son capacitados constantemente como cualquier otro bombero. La diferencia es que lo hacen en cuatro patas.

El entrenamiento incluye 20 minutos diarios de obediencia que puede ser practicada en casa porque viven con sus manejadores y familias. En este tipo de ejercicios, los canes reciben órdenes de voz en inglés, con silbatos y señas.

También practican constantemente la búsqueda y rescate de personas en un campo de entrenamiento con diferentes escenarios, como una enorme pila de escombros para simular derrumbes. Además, entrenan para subir escaleras y esquivar obstáculos.

“El perro cuando nos ve con uniforme sabe que va a haber juego”, mencionó García Barrón.

Los binomios acuden todos los sábados al centro de entrenamiento y los manejadores se encargan de llevarlos a sus citas mensuales con el veterinario, alimentarlos y como con cualquier otro perro, cuidarlos y jugar con ellos.

El entrenamiento incluye 20 minutos diarios de obediencia. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

Al atender una emergencia, los binomios son trasladados en una unidad especial y los perros utilizan un chaleco naranja con la frase “Perro de búsqueda”.

“Para nosotros es como el arma de un policía, a donde va el bombero manejador canino va el perro y si yo tengo que entrar a un lugar público, el perro tiene que entrar conmigo porque es mi herramienta de trabajo”, señaló Fidel Gómez.

Una vez que llegan al lugar del desastre hay diferentes formas en las que el perro actúa.

El primero en entrar al lugar es el can, explicó Fidel Gómez, y cuando encuentra una persona con vida ladra, después permanece en el lugar hasta que ingresan los manejadores seguidos de rescatistas y servicios médicos.

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Cuando la persona está muerta, el perro ladra, da vueltas en el mismo lugar y continúa su búsqueda de personas con vida.

Para los manejadores también es fundamental la reacción de las personas que están en el lugar del incidente.

“Si tienen perros cercanos y están sueltos que los puedan guardar, porque para nuestros perros es una distracción. Probablemente no van a tener una reacción agresiva, pero van a voltear a ver al perro, se van a tener que acercar y conocer”, explicó Fidel Gómez.

Otra indicación es no acariciar al perro ni hablarle cuando está trabajando para que no se distraiga.

Actualmente, Gemma y Montecito son los únicos perros de búsqueda en la ciudad y en los últimos 20 años la división de binomios ha participado en todo tipo de eventos, como deslaves provocados por lluvias.

En noviembre del año pasado apoyaron en las labores de recuperación de Rebeca y Hugo, los hermanos que murieron arrastrados por una corriente causada por las lluvias.

“Nos ha tocado trabajar en múltiples escenarios, pequeños desde una trinchera y hasta explosiones”, relató García Barrón.

Entrenan y son capacitados constantemente. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

Los binomios también han participado en la búsqueda de personas desaparecidas, aunque su entrenamiento no es precisamente para eso.

“En cuanto a desastres con gente viva, muy pocas veces nos ha tocado ir. En Tijuana casi siempre son derrumbes, que hay una zanja y la persona queda atrapada, pero casi siempre la persona fallece por el peso”, mencionó García Barrón.

Montecito y Gemma cuentan con certificación de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), por lo que pueden viajar a cualquier parte del mundo para ayudar en caso de desastre.

En 2017 viajaron a Ciudad de México para apoyar las labores de rescate tras el temblor de 7.1 grados de magnitud.

García Barrón recordó que cuando llegaron al aeropuerto de CDMX y los perros iban al frente, fueron recibidos con aplausos.

“Se me hizo impresionante, en mi vida me había tocado que nos aplaudieran tanto, como celebridades (...) Ya en el campo, mis respetos para la gente de Ciudad de México, está muy organizada”, contó.

En esas labores el compañero de García Barrón, el perro Max que falleció este año, localizó seis cadáveres.

Fidel Gómez contó que en esa ocasión trabajaron con equipos de rescate de Israel y Los Ángeles.

LA JUBILACIÓN

Una vez que el can se jubila, sus manejadores pueden quedarse con ellos hasta que fallecen.

García Barrón recordó que su primer perro, de nombre Jaz, falleció mientras jugaban a la pelota. Max, el segundo, murió después de dos años retirado y fue enterrado en el campo de entrenamiento.

Una vez que el can se jubila, sus manejadores pueden quedarse con ellos. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

“Te encariñas con los animales, tienen un apego muy grande con ellos y es muy bonito lo que hacemos, es algo muy noble”, contó el manejador.

Fidel Gómez contó que al inicio faltaba sensibilidad de autoridades y de la ciudadanía, ya que no estaban familiarizados con el trabajo de los perros.

Recordó que en varias ocasiones acudieron a actividades oficiales y había resistencia de los presentes al grado que no les permitían ingresar con los animales.

“Inclusive para entrenar a veces íbamos a lugares donde observamos alguna estructura que se había derrumbado porque iban a hacer alguna modificación y nos negaban el acceso, fue todo un reto yo creo que los primeros seis años”, recordó.

Tijuana.- Gemma y Montecito trabajan con Bomberos Tijuana desde hace tres años buscando personas en zonas de desastre.

Tienen la capacidad de localizar sobrevivientes atrapados bajo los escombros de cualquier estructura colapsada gracias al entrenamiento y su desarrollado olfato, porque son perros de rescate.

Aunque como explica el capitán Luis García Barrón, lamentablemente en la mayoría de accidentes las personas fallecen antes de ser localizadas. En esos casos Gemma y Montecito ayudan a encontrar el cadáver para recuperarlo.

La División de Binomios caninos de Rescate de Bomberos Tijuana inició hace aproximadamente 20 años, Gemma y Montecito son la tercera generación.

García Barrón contó que comenzaron como manejadores caninos luego de participar en una convocatoria estatal para formar una división de rescate, lanzada por un grupo de respuestas mayores que existía en Baja California.

“Hizo una convocatoria para manejadores caninos e hizo una petición a una fundación que se llama National Disaster Search Dog Foundation, ellos se dedican a entrenar perros. El grupo estatal pidió un perro”, relató.

El capitán, junto a Fidel Goméz, el segundo manejador canino y otros tres bomberos, fueron seleccionados para recibir entrenamiento de la fundación estadounidense y posteriormente le entregaron su primer can a cada uno.

Tienen la capacidad de localizar sobrevivientes atrapados. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

Fidel Gómez, voluntario en la División de Rescate Canino, contó que al no ser parte formal de la Dirección de Bomberos la fundación no contemplaba darle un ejemplar, pero cambió de opinión al ver su compromiso durante el entrenamiento.

La National Disaster Search Dog Foundation entrega perros de rescate a las direcciones de bomberos de Estados Unidos, así que Tijuana es una excepción.

“Tenemos ese privilegio y mientras sigamos entrenando con ellos nos pueden seguir asignando perros”, dijo García Barrón.

Sin embargo, explicó que cuando él y Fidel se retiren, la división canina corre el riesgo de no continuar, porque son los únicos manejadores fuera de Estados Unidos registrados con la fundación.

Rafael Carrillo Venegas, director de Bomberos Tijuana, dijo que buscan mantener contacto con la fundación para seguir recibiendo ejemplares cuando ambos binomios se jubilen.

“No es fácil, porque un perro vale 70 mil dólares, no cualquiera te los va a dar”, comentó.

Adicional al apoyo de la fundación, para seguir trabajando la División necesita insumos, herramientas y la capacitación del entrenador, agregó Carrillo Venegas.

García Barrón contó que ellos podrían capacitar a los binomios, pero además de presupuesto etiquetado falta compromiso de sus compañeros.

“Son cuatro o cinco horas diarias para entrenar un perro de rescate, nos tenemos que dedicar de lleno (...) hay gente que se apunta y dos o tres veces viene, luego dejan de venir porque es mucho trabajo”, dijo.

El entrenamiento inicial corre a cargo de la fundación que después entrega los canes sin costo y “prácticamente listos para trabajar”, mencionó García Barrón.

Gemma y Montecito, ambos de cinco años de edad. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

“La Fundación no busca perros elite ni de raza, busca perros de perrera, los rescata, si le ve las características lo hace perro de rescate. El chiste del perro de rescate es que tenga mucha energía”, explicó.

Fidel Goméz inició como voluntario de Rescate Águilas hace 28 años y recordó que desde su ingresó a la División, los perros que le asignaron eran de “tamaño completo”, golden retrievers.

Ahora con Gemma, una pastor australiano de tamaño pequeño, ha sido un reto comunicarse porque estaba acostumbrado a trabajar con perros grandes.

“Mis movimientos probablemente para ella eran muy agresivos o toscos y tuvimos que afinar esa comunicación, a ese nivel de especialización es como trabajamos con los perros”, mencionó.

Después de 20 años de trabajo, los manejadores no solo han visto un cambio en ellos y su relación con los perros, sino también en la sociedad.

HORA DE TRABAJAR

Gemma y Montecito, ambos de cinco años de edad, entrenan y son capacitados constantemente como cualquier otro bombero. La diferencia es que lo hacen en cuatro patas.

El entrenamiento incluye 20 minutos diarios de obediencia que puede ser practicada en casa porque viven con sus manejadores y familias. En este tipo de ejercicios, los canes reciben órdenes de voz en inglés, con silbatos y señas.

También practican constantemente la búsqueda y rescate de personas en un campo de entrenamiento con diferentes escenarios, como una enorme pila de escombros para simular derrumbes. Además, entrenan para subir escaleras y esquivar obstáculos.

“El perro cuando nos ve con uniforme sabe que va a haber juego”, mencionó García Barrón.

Los binomios acuden todos los sábados al centro de entrenamiento y los manejadores se encargan de llevarlos a sus citas mensuales con el veterinario, alimentarlos y como con cualquier otro perro, cuidarlos y jugar con ellos.

El entrenamiento incluye 20 minutos diarios de obediencia. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

Al atender una emergencia, los binomios son trasladados en una unidad especial y los perros utilizan un chaleco naranja con la frase “Perro de búsqueda”.

“Para nosotros es como el arma de un policía, a donde va el bombero manejador canino va el perro y si yo tengo que entrar a un lugar público, el perro tiene que entrar conmigo porque es mi herramienta de trabajo”, señaló Fidel Gómez.

Una vez que llegan al lugar del desastre hay diferentes formas en las que el perro actúa.

El primero en entrar al lugar es el can, explicó Fidel Gómez, y cuando encuentra una persona con vida ladra, después permanece en el lugar hasta que ingresan los manejadores seguidos de rescatistas y servicios médicos.

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Cuando la persona está muerta, el perro ladra, da vueltas en el mismo lugar y continúa su búsqueda de personas con vida.

Para los manejadores también es fundamental la reacción de las personas que están en el lugar del incidente.

“Si tienen perros cercanos y están sueltos que los puedan guardar, porque para nuestros perros es una distracción. Probablemente no van a tener una reacción agresiva, pero van a voltear a ver al perro, se van a tener que acercar y conocer”, explicó Fidel Gómez.

Otra indicación es no acariciar al perro ni hablarle cuando está trabajando para que no se distraiga.

Actualmente, Gemma y Montecito son los únicos perros de búsqueda en la ciudad y en los últimos 20 años la división de binomios ha participado en todo tipo de eventos, como deslaves provocados por lluvias.

En noviembre del año pasado apoyaron en las labores de recuperación de Rebeca y Hugo, los hermanos que murieron arrastrados por una corriente causada por las lluvias.

“Nos ha tocado trabajar en múltiples escenarios, pequeños desde una trinchera y hasta explosiones”, relató García Barrón.

Entrenan y son capacitados constantemente. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

Los binomios también han participado en la búsqueda de personas desaparecidas, aunque su entrenamiento no es precisamente para eso.

“En cuanto a desastres con gente viva, muy pocas veces nos ha tocado ir. En Tijuana casi siempre son derrumbes, que hay una zanja y la persona queda atrapada, pero casi siempre la persona fallece por el peso”, mencionó García Barrón.

Montecito y Gemma cuentan con certificación de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), por lo que pueden viajar a cualquier parte del mundo para ayudar en caso de desastre.

En 2017 viajaron a Ciudad de México para apoyar las labores de rescate tras el temblor de 7.1 grados de magnitud.

García Barrón recordó que cuando llegaron al aeropuerto de CDMX y los perros iban al frente, fueron recibidos con aplausos.

“Se me hizo impresionante, en mi vida me había tocado que nos aplaudieran tanto, como celebridades (...) Ya en el campo, mis respetos para la gente de Ciudad de México, está muy organizada”, contó.

En esas labores el compañero de García Barrón, el perro Max que falleció este año, localizó seis cadáveres.

Fidel Gómez contó que en esa ocasión trabajaron con equipos de rescate de Israel y Los Ángeles.

LA JUBILACIÓN

Una vez que el can se jubila, sus manejadores pueden quedarse con ellos hasta que fallecen.

García Barrón recordó que su primer perro, de nombre Jaz, falleció mientras jugaban a la pelota. Max, el segundo, murió después de dos años retirado y fue enterrado en el campo de entrenamiento.

Una vez que el can se jubila, sus manejadores pueden quedarse con ellos. Foto: Carlos Luna | El Sol de Tijuana

“Te encariñas con los animales, tienen un apego muy grande con ellos y es muy bonito lo que hacemos, es algo muy noble”, contó el manejador.

Fidel Gómez contó que al inicio faltaba sensibilidad de autoridades y de la ciudadanía, ya que no estaban familiarizados con el trabajo de los perros.

Recordó que en varias ocasiones acudieron a actividades oficiales y había resistencia de los presentes al grado que no les permitían ingresar con los animales.

“Inclusive para entrenar a veces íbamos a lugares donde observamos alguna estructura que se había derrumbado porque iban a hacer alguna modificación y nos negaban el acceso, fue todo un reto yo creo que los primeros seis años”, recordó.

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