Hace más de 20 años Gustavo Sánchez “quemó las naves” y se convirtió en Gushsan. Desde entonces el originario de Guadalajara, pero criado en Tijuana, se dedica al arte desde Estados Unidos.
“Encontré en este título de artista plástico un sello simplemente”, dice para explicar la fusión de su gusto con su trabajo.
“Yo me divierto, disfruto lo que hago”, comenta en entrevista telefónica desde Los Ángeles, California, donde trabaja en un mural con el que pretende cambiar la atmósfera de una comunidad.
¿En qué momento decides dedicarte al arte?
Había leído y me llamaba mucho la atención la vida de diferentes pintores, y en el caso mexicano, lógico Rivera, Siqueiros, Orozco. Al venir de vacaciones, me doy cuenta que hay murales. Para mí era un placer, un privilegio poder decir: aunque sea un pedacito que yo pudiera hacer algo que quedara, que perdurara. Entre a una galería y empecé a mirar unos trabajos, miraba los precios y dije: hasta eso yo lo puedo hacer mejor. Se fue el tiempo como agua, y ya tengo más de 20 años.
¿Autodidacta por gusto o por destino?
Por gusto. Empecé con un mural, pero hay un montón de muralistas, entonces dije: quiero ser distinto. ¿Qué voy a hacer para ser distinto a los demás? Empecé en la escultura, después hice mosaicos. No me dedico nada más al arte religioso, pero tomé una línea también. He hecho para iglesias ortodoxas. Es una gama, un abanico. Me tocó hacerle escenografías a Vicente Fernández. Eso fue al inicio. Cuando decidí dedicarme de lleno a esto, fue cuando hice el nombre artístico.
¿En qué trabajas actualmente?
En un mural aquí en Los Ángeles, pero no nada más es la dimensión, son 1,200 pies2, sino el hecho que lo estoy pagando completito y pinto sin asistentes. Creo mucho en la energía, creo que se emana, creo en el karma, en el aura. He pensado que las piezas, cuando estás realmente entregado a ellas, se cargan de energía. Estoy pintando sin asistentes por lo mismo. El tema es acerca de la cocreación, estoy hablando de que todo ser viviente tenemos células divinas. Debe haber una comunicación, pero quizás el estrés y muchos factores no nos dejan desarrollarnos naturalmente. Creo que el arte es parte de poder transmitir, y tengo esa inquietud de poder mostrar.
¿Qué lugar elegiste?
Es una capilla en el este de Los Ángeles. Hay un callejón, y al tener una pared tan grande es lógico que gafiteban. Como no había salida, utilizaban también para drogas. Por eso no es nada más plasmar, sino poder también cambiar la comunidad.
¿Es más fácil hacer tu trabajo en Estados Unidos?
Empecé en Estados Unidos, pero ya he hecho cosas que se han colocado también en México. No sé si sea regla general, pero la mayoría de los que conocemos, salieron todo el tiempo, y después de que se generaba esa atención fuera, México los reclamó. O ellos mismos tuvieron mayor auge al regresar educados, por decirlo así. O por lo menos con más experiencia.
¿Piensas regresar a México?
No sé si el hecho de estar fuera te haga valorar más las cosas. Por eso hablo de que es algo que nos pasa, la añoranza o el estar fuera nos hace valorar diferente las cosas. Y la necesidad de querer hacer cosas más grandes y regresar. Quiero cerrar un ciclo con este mural, y tengo la intención de regresar a México. No creo en esto de si hay o no el apoyo, creo más en la autoestima, en generar y provocar, no esperar a ver qué pasa. Si uno no cree en uno mismo, no le van a creer.
