Tijuana.- Colindar con la frontera de Estados Unidos es una ventaja para los cárteles de droga y en ocasiones una desventaja para la ciudadanía y autoridades policiacas municipales, quienes tienen que lidiar con todo lo que emana del narcotráfico: consumo de estupefacientes, asesinatos y por ende violencia.
A la par de lo anterior, la falta de coordinación entre elementos de distintas fuerzas policiales es también un factor que contribuye a que la inseguridad en Tijuana sea un tema difícil de enfrentar, siendo esto visible en el elevado índice de homicidios que se registra desde tres años atrás, donde las muertes violentas contabilizaban más de 2 mil por año.
En ese sentido, el alcalde de la ciudad, Arturo González, declaró en diferentes ocasiones que concluiría el 2020 con menos de dos mil crímenes, y al final fueron poco más de dos mil, según datos no oficiales.
“Las cifras que tenemos son las cifras reconocidas por la Fiscalía Estatal (FGE), ellos nos las proporcionan, y las estadísticas si las comparamos con el año pasado con este año, existe una reducción del 17%, independientemente del número de homicidios que hay”, dijo antes de terminar el 2020 el encargado de despacho de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Municipal (SSCPM), Juan Valdés.
Sobre el cómo lograron disminuir los crímenes, dijo: “La mayor coordinación con diferentes autoridades, podemos empezar desde ahí. Mayor patrullaje, mayor personal operativo, diferentes tipos de cuestiones”.
No obstante el decremento en homicidios y una mejor coordinación como dice la autoridad, sigue habiendo una serie de retos que cumplir para combatir el narcotráfico y lo que se desprende de ello, problemática a la que se agregó un contexto de pandemia, explicó José María Ramos, profesor del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
“Esa inseguridad tiene que ver con el trasiego de drogas… en medida que se cierra la frontera los precios de drogas como metanfetaminas, cocaína y heroína se incrementan en el mercado de Estados Unidos y eso explicaría que prácticamente la mayor parte de los homicidios dolosos estén asociados a esta problemática”, refirió.
La falta de elementos en la policía municipal es una realidad que también abona a que la inseguridad no se pueda contrarrestar de manera idónea, agregó el profesor de Colef.
“El problema se da cuando en la medida en que se bajan las capacidades, en este caso de las instancias locales y estatales en términos de equipo, de credibilidad, de algunos problemas de corrupción, entonces es cuando lamentablemente se dan las situaciones propicias para un incremento en la inseguridad y la violencia”, subrayó.
Apenas el pasado octubre el presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California (CCSP), Juan Manuel Hernández Niebla, comentó que en la ciudad hay poco más de dos mil 500 policías, cuando son necesarios cinco mil para cumplir con la recomendación del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la cual señala que debe haber tres policías por cada mil habitantes.
Pero la tarea de luchar contra el crimen organizado y la delincuencia en general no recae solo en la policía municipal, también tiene que existir un mejor trabajo en conjunto con la Guardia Nacional, añadió José María Ramos.
“Hay que recordar que está en proceso de integración. Lo que se ha visto y es el gran reto de la Guardia Nacional para lograr una disminución importante en el número de homicidios dolosos, pero sobre todo en los indicadores de violencia y de robos a casa habitación, es cómo se integran con las corporaciones locales y estatales”, comentó.
Los pendientes que tiene la Guardia Nacional en los próximos años es fortalecer los procesos de coordinación, los esquemas de inteligencia y de mayor investigación, aprovechando el uso de la tecnología, de acuerdo con las palabras del profesor.
Éste último también resaltó la importancia de optimizar la relación con el vecino país en el tema de la seguridad, ya que de lo contrario se seguirá presentando el problema.
“Se requiere fortalecer más la coordinación, es un tema que se va a tener que revisar con Estados Unidos en la medida que siga manteniéndose el alto consumo de drogas en el vecino país”, añadió.
“También que las acciones de la DEA (Administración de Control de Drogas) queden claras en estas fronteras. Sobre todo que la “Iniciativa Mérida” está en proceso de desaparición se plantea todo un escenario para que siga el tema de trasiego de drogas y los efectos de la violencia en las ciudades fronterizas”, consideró.
COORDINACIÓN POLICÍA-COMUNIDAD
Sin mostrar gestos de preocupación o tristeza, Leticia platicó cómo es vivir en Camino Verde, una de las colonias de la ciudad que más sufre por la violencia, de acuerdo con los datos de la Fiscalía General del Estado (FGE).
La falta de sobresalto en la mujer de más de 40 años radica, según sus propias palabras, en ver cómo día a día se suman crímenes, asaltos, balaceras y extorsiones policiacas por las calles donde vive.
“Pura robadera, mucho malandro. De qué sirve que vaya la policía si los levanta y los vuelve a bajar. Y está todo oscuro, no hay luz en la colonia, las calles están bien feas. La comunidad no es unidad y cada quien hace lo que quiere”, narró.
Espacios como Camino Verde, Sánchez Taboada y zona Centro, son lugares donde la violencia, crímenes y robos son parte de la cotidianidad, por lo que se deberían realizar mejores estrategias de seguridad en esas demarcaciones, refirió el profesor de Colef.
“Sí ya se sabe dónde son los puntos fundamentales se tiene que hacer una estrategia integral, donde estén los tres niveles de gobierno, y donde también haya alternativas de tipo educativo, cultural, ambiental. El vacío en esas áreas, o con poca vigilancia, lamentablemente son propicias para que el trasiego se de”, indicó José María Ramos.
La falta de confianza de los vecinos hacía la policía, como el caso de Leticia, se puede apreciar en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Ensu), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Ésta última indica que durante septiembre del 2020 los tijuanenses calificaron el desempeño de la policía municipal y policía estatal con 40.4% y 37.4%, respectivamente.
Así mismo, la percepción de la inseguridad en Tijuana fue 73.6%, casi cinco puntos más que la percepción nacional, que fue de 67.8% durante el mes de septiembre.
La forma en que esto podría revertirse sería a través de un trabajo que no solo incluya las fuerzas policiales, también a la comunidad, enfatizó el profesor de Colef.
“Uno de los desafíos de la política pública es: ¿Cómo los tres niveles de gobierno se integran con los consejos de participación vecinal que existen en la mayor parte de las colonias para fortalecer el tejido social?”, dijo.
Así mismo, sostuvo que tiene que haber a la par de una mayor coordinación, mejoras en la infraestructura de las colonias golpeadas por la delincuencia.
“Es el gran desafío del presente y futuro, el componente social y todo lo que ello implica: regeneración de áreas urbanas, pavimentación, involucramiento de la policía con su comunidad”, subrayó.
Por último, volvió a hacer énfasis en la situación geográfica de Tijuana, una plaza importante para los cárteles de droga, razón por la que hay que reforzar la educación en los jóvenes y la cooperación con el vecino país.
“Se disminuiría lo que estamos viendo, que la mayor parte de los jóvenes detenidos cruzando drogas a Estados Unidos son prácticamente adolescentes, que es un primera vez, pero que para ellos es un gran incentivo lograr ese cruce”, destacó.
“Ese es un tema importante para las ciudades fronterizas, porque el tema de trasiego de drogas ha existido, sigue y seguirá por lo que representa esta relación con Estados Unidos y es ahí donde las nuevas opciones o nuevas alternativas de cooperación de materia de antidrogas, materia de programas sociales con la nueva administración de Estados Unidos puedan ser una alternativa para disminuir este tipo de problemáticas”, finalizó.
