Desde Churumuco, Michoacán, llegaron a Mexicali un grupo de madres que buscan escapar de la violencia vinculada al narcotráfico.
Encontraron un espacio en el albergue Cobina para pasar los días y las noches mientras logran tener ingreso a Estados Unidos como asiladas políticas.
Isabel, quien prefirió emitir su apellido, contó que llegó desde un Municipio en el que el crimen organizado no las dejaba vivir en paz.
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Vino acompañada de sus tres hijos y de una amiga, también con tres hijos (uno de ellos cuenta apenas con un año de edad); casualmente en el albergue se encontró con otra mujer, conocida de su mismo pueblo, quien está embarazada.
“Estamos viviendo muchas cosas con el crimen organizado, es el motivo por el que abandonamos el pueblo”.
“Salimos, pero con pocas cosas porque no podemos traer mucho, para que no se den cuenta de que estamos saliendo”.
De su pueblo a Guadalajara viajaron en camión, de ahí tomaron un avión hasta Mexicali, al llegar fueron directamente con el Grupo Beta, para que les dijeran qué hacer, en dónde podrían quedarse.