Crisstian Villicaña
Tijuana.- La historia de Francisco Montes se parece a la de millones de mexicanos que intentan ingresar a los Estados Unidos. Él viene huyendo desde Michoacán de los cárteles de droga que mantienen el control total sobre autoridades, negocios y población, lo que ha generado una forma de vida insoportable al grado que prefieren no estar más en el país.
"Venimos la mayoría de Michoacán, Tierra Caliente y de Guerrero, de las zonas conflictivas. En todos los municipios aledaños estamos bajo la amenaza constante de personas armadas. El problema es que el mismo gobierno está apoyándolos y ordenando matar a la gente", narró.
En repetidas ocasiones, grupos armados llegaron a su hogar a exigirle que se uniera como sicario; muchas de ellas, con intimidación, golpes y torturas que les dejaron marcas en los brazos luego de negarse a pertenecer a un cártel de droga.
"Yo la verdad amo mucho a México, pero en ninguna parte del país tenemos Estado de derecho, ni aquí, ni en el norte ni en el sur. Yo prefiero estar en el bote en Estados Unidos antes que regresarme a que me maten", comentó.
El nivel de corrupción y violencia en Michoacán y Guerrero, ha llegado al grado de que pocas instituciones se salvan. "Tienen dominado todo: el campo; desde el gobierno hasta el que vende tortillas, nadie se salva. Los poblados están vacíos. Mire toda la gente que estamos, muchos de Aguililla, Michoacán, Apatzingán, Buena Vista".
Son alrededor de cien los que ya han logrado ingresar a los Estados Unidos; sin embargo, la obtención del asilo no es segura. En el lugar se observa a alrededor de 60 personas, madres y padres con niños de diferentes edades, desde brazos hasta niños de 12 años.