Miguel F. Martínez es uno de los tantos tijuanenses que nació en otro estado de México. Músico, ingeniero y pedagogo, su nombre y su historia tienen una huella en esta ciudad aunque haya nacido en Monterrey, Nuevo León.
Ahora su bisnieto Alberto José Hernández Silva visitó esta ciudad donde una primaria y una avenida llevan su nombre.
Acompañado de Héctor Jaime Treviño Villareal, director general del archivo histórico de Nuevo León, y la investigadora Petra González, platicaron con El Sol de Tijuana sobre su papel en la formación de este país.
“En la historia oficial o en los altos rangos de las dependencias educativas a lo largo de los años quizá se haya ido perdiendo la figura del ingeniero Miguel F. Martínez”, consideró Hernández Silva.
Su visita fue gracias a la Sociedad de Historia de Tijuana en el marco de su aniversario luctuoso que coincide también con la fecha en que la primaria en zona centro recibió su nombre.
Ahora para reconstruir su figura, dicen los entrevistados, ayuda mucho su autobiografía y los archivos que dejó al morir, aunque consideran que estos no reciben todavía el valor que merecen.
¿Cómo redimensionar la figura de Miguel F Martínez en este momento histórico?
Alberto Hernández: Nos hemos dado cuenta, lo hemos percibido, en estas pocas horas que estamos en esta ciudad, que Miguel F. Martínez es una figura entrañable, y que la relación que hay con muchos tijuanenses con su escuela, lo hace un ícono de la ciudad. Ya es considerado tijuanense regiomontano. Es una figura muy importante, muy amplia que queremos que en Tijuana se conozca un poco más. Si abonamos en cuanto a conocimiento de su figura como ser humano, como profesionista, esto va a enriquecer aún más la historia de esta ciudad.
Héctor Treviño: Es muy importante lo que está pasando ahorita en el país, donde se está magnificando la memoria histórica. Y en ese amplio proyecto, localidades como Monterrey, como Tijuana y muchas del país, deben tomar parte de esta cuarta transformación, en el sentido del rescate de la identidad. Es muy importante, porque esa raigambre se consigue fortaleciendo la historia, la memoria histórica.
¿Por qué una escuela que tiene casi la misma edad que Tijuana lleva su nombre?
Héctor Treviño: Fue un gran homenaje del coronel Esteban Cantú Jiménez y su gente, que fueron sus discípulos, sus alumnos, que convivieron con él. El coronel no volvió a Nuevo León, después de que salió de aquí se fue a Estados Unidos y en la década de los sesenta fue senador por Baja California, pero creo que pagó una deuda de gratitud a un educador. Y pensamos que no se equivocó, porque ese homenaje al maestro debe hacérsele en muchas partes del país donde dejó su huella educativa y cultural.
¿Qué papel jugó Miguel F. Martínez en la educación de los mexicanos?
Petra González: Sienta las bases del sistema educativo elemental por su participación como director general de instrucción primaria para el Distrito Federal y los territorios. Definitivamente pone un sello: el dejar sentado que era una obligación de los padres enviar a los estudiantes a recibir educación, y había ciertas penalizaciones por si eso no se cumplía. Otro aspecto que debemos enfatizar es el sentido de formar parte de una nación, de un país que estaba consolidándose. Fortalece ese espíritu cívico. Lo que conocemos como asambleas escolares, comienzan en la tierra de don Miguel F. Martínez, pero cuando tiene oportunidad de llegar a esa posición en el Distrito Federal, la implementa para todas las escuelas. Y una característica que poco se puede dar en funcionarios: ese espíritu de solidaridad. De ver cómo apoyar al gremio para permitir que tenga un crecimiento personal y profesional. Que no sea una profesión devaluada.
¿El paso del tiempo ha desdibujado su figura?
Creo que lo hemos ido revalorando, y más los nuevoleoneses que tenemos ese compromiso directo. Tal vez en el paso del tiempo, lo mismo en Monterrey sucede, hay ciertas ingratitudes. Tienen una deuda pendiente con don Miguel F. Martínez: una estatua. Como lo debe tener aquí en Tijuana también. No bustos, porque cuando se hacen bustos, en eso se queda. Son medio, o un cuarto de homenaje. La maestra Josefina Rendón merece también una estatua. Impidió que mutilarán el terreno de la escuela con una protesta que costó gaseados, bañados, ladrillazos, golpes y demás.
¿Qué ha sido del archivo que dejó su bisabuelo?
Alberto Hernández: En 2010, 2011, me tocó andar tocando puertas, y lo digo sinceramente, muchas de ellas no se abrieron. Desafortunadamente, las autoridades educativas lo veían como algo interesante, pero nunca hubo un apoyo fundamental para en primera instancia, simplemente, recibir el archivo. Tenerlo en un lugar adecuado con las condiciones climáticas de conservación, porque lo teníamos en un closet de la casa durante casi 100 años. Está ahora bajo resguardo del Centro Cultural Eugenio Garza Sada.