Juan Miguel Hernández
Tijuana.- La ilusión de volver a ver a sus dos hijas que se encuentran en Estados Unidos le da fuerzas a Montserrat Galván Godoy, quien, a sus 34 años, lucha a diario por rehacer su vida.
Luego de casarse a los 17 años, la joven madre se fue a vivir a Carolina del Norte, donde trabajó por varios años en una fábrica que producía hilo y otros productos.
Tiempo después sufrió de violencia doméstica en su matrimonio, y con ello fue desapareciendo la ilusión que en algún momento tuvo.
“Hay muchas formas de vivir el sueño americano, cuando dices voy a comprar mi casa, y yo no logré eso; eso era el sueño americano y era lo que yo quería, pero no lo logré”, expresó.
Las agresiones siguieron presentándose en su matrimonio y llegaron a tal grado que fue amenazada de muerte por su esposo, lo que la obligó a abandonar Carolina del Norte tras doce años de vivir en aquel estado de la Unión Americana.
“Me amenazó, me puso un arma en la cabeza y me dijo que me tenía que salir; si no, me iba a buscar y a matar”.
A los dos años de volver a México, intentó de nuevo cruzar a Estados Unidos, pero fue detenida en la frontera y recluida por un mes en un centro de detención.
“Hubo malos tratos, comida echada a perder; fue un trauma muy horrible. Yo salí enferma, deprimida, y me esperé un mes para recuperarme para volver a intentar cruzar”.
Al no lograr regresar a Estados Unidos, su exesposo le impidió comunicarse con sus hijas de quince y trece años, quienes han vivido lejos de ella.
“Desde entonces no sé nada de ellas, solo hablo con ellas como cinco o diez minutos. Tuve mucha depresión, duré dos años así,
y es cuando decido venirme a Tijuana porque quería cruzar otra ves”.
En Tijuana encontró el apoyo de la organización Dreamer’s Moms, que agrupa a mujeres que han sido deportadas y que han vivido separadas de sus hijos.
“Para mí ha significado tener una familia en Tijuana, porque no tengo familiares, y el encontrarlos a ellos y saber que no soy la única qué pasa por lo mismo hace que nos identifiquemos por el dolor de estar lejos de nuestras familias”.
En la actualidad ha encontrado la estabilidad en Tijuana, pero sigue añorando volver a ver a sus hijas, con las cuales solo mantiene contacto a través de un teléfono.
“Ser mujer es difícil para mi; tienes que enfrentar muchos retos, muchas cosas. Por el simple hecho de ser mujer, nos dicen, tú no puedes, no debes, pero somas más fuertes y soportamos muchas cosas”, concluyó.