Tijuana.- Durante la reunión semanal del Grupo Madrugadores, Antonio Ochoa Díaz, economista y miembro de la firma Deloitte, indicó que los problemas de inseguridad en Baja California se deben a la falta de seguimiento en las estrategias para enfrentarla y la impunidad con la que trabajan los delincuentes.
“Nunca logramos articular una estrategia a mediano y largo plazo, nos ganaron los cambios de gobierno y nos ganaron las voluntades políticas de los gobernantes en turno. No logramos esa continuidad que se necesita en materia de seguridad. El gran problema es que todas las estrategias de seguridad las cambiamos y las reinventamos cada tres años y cada seis años, mientras sigamos en esa práctica no solucionaremos el problema”.
La ubicación geográfica fronteriza de Baja California, genera que el negocio de la droga sea el principal problema de inseguridad, pues Ochoa Díaz explicó que la política no ha podido solucionar esta cuestión.
“Somos una zona conflictiva. Una parte de la vocación económica del estado, nos guste o no, es el negocio de la droga hacia los vecinos en Estados Unidos, y finalmente no ha existido la voluntad política para solucionarlo”, expresó.
A pesar de algunas estadísticas que explicó el economista, muestran que la incidencia delictiva va a la baja en comparación con los últimos diez años, indicó que la población no percibe esta baja de actos delictivos.
“Si nos vamos a las estadísticas los semáforos están en verde. Si vemos la incidencia delictiva oficial que tenemos acumulada al mes de abril y la comparamos contra los últimos 10 años, podemos decir que tenemos una incidencia a la baja. Pero la percepción de la ciudadanía no es igual, aún con esa incidencia a la baja, el primer factor es la cultura de la denuncia, y el segundo es el número de delitos”, señaló.
Debido a la falta de policías en Tijuana, es complicado prevenir los actos delictivos, por lo que la alternativa necesaria para disminuir la delincuencia es un castigo más severo en contra de los responsables.
“El gran problema que tenemos es la impunidad. El delincuente delinque porque puede, y puede porque la autoridad lo permite. Cuando se da un incidente de alto impacto, la autoridad difícilmente lo puede prevenir. La obligación de la autoridad es castigar al responsable, pues el delincuente llega a tener temor a delinquir. Hoy ser delincuente es un oficio de bajo riesgo y redituable”, concluyó