Los pasajes de la avenida Revolución comenzaron hace un siglo con tiendas de curiosidades, joyerías y hasta viviendas, pero el tiempo los ha transformado en centros artísticos, bares y otros atractivos para tijuanenses y turistas de todo el mundo.
Aunque para hablar de su historia es necesario remontarse al nacimiento de la misma avenida, que no tiene fecha exacta de su inicio como columna vertebral de Tijuana, pero sí está documentado que fue la primera calle pavimentada en la ciudad, de acuerdo con Hilario Castillo Castillo, coordinador del Archivo Histórico de Tijuana.
“Se llamaba avenida Olvera, y es así porque el ingeniero Ricardo Orozco en 1889 traza este plano base del desarrollo urbano de lo que va a ser el poblado de Zaragoza (hoy Tijuana). La base geográfica urbana del poblado en 1889 tiene como una de sus avenidas principales la avenida Olvera”, explicó.
Durante las primeras dos décadas del siglo pasado, contó el historiador, esta frontera no tenía más de 500 habitantes pero ya existía un tránsito de estadounidenses que visitaban las aguas termales de Agua Caliente.
Fue entonces que floreció una serie de tiendas, principalmente de curiosidades o “curios”, hoy casi extintas.
“Sobresalen dos comerciantes importantes: Alejandro Savín y Miguel González (...) Ya había algunos establecimientos sobre todo de giro comercial que tenían que ver con atender al turismo”, mencionó Castillo Castillo.
A partir de los años 20, Tijuana y su Revolución se convirtieron en atractivo turístico durante la “Ley seca” en Estados Unidos, parteaguas para el desarrollo económico y urbano, destacó.
La prueba está en que en los 30 la ciudad atendía ya una demanda de 35 mil turistas por semana cuando la población era de apenas cinco mil habitantes, dijo el coordinador del Archivo Histórico.
Durante los años 60 y 70 la avenida Revolución “no dormía” y el flujo de turistas era tan alto que podían encontrarse más extranjeros que tijuanenses o mexicanos, relató.
UN PASEO POR LOS PASAJES
Exactamente en 1968, Jorge Negrón Viveros, hoy presidente del Círculo Cultural Ateneo de Tijuana, llegó a esta ciudad con su madre y siete hermanos menores, comenzando a trabajar en una tienda de curiosidades del ya desaparecido Pasaje Sombrero.
Negrón Viveros acompañó a El Sol de Tijuana en un recorrido por los 11 pasajes de avenida Revolución mientras contaba su historia.
El primero es el Pasaje Villa Colonial, fundado en 1924 entre la turística avenida y la Plaza Santa Cecilia.
“Las lámparas son originales, la estructura es hermosísima. Todo aún es original, se llamaba en 1924 Café San Francisco, pero su nombre actual es Pasaje Colonial (...) esta fuente es original, me gustaría tanto que la restauraran y que la hicieran funcional”, añoró.
Negrón Viveros contó que en este pasaje había negocios con productos de importación y perfumerías, pero entre 1945 y 1950 comenzó a ofrecer ropa tradicional mexicana, principalmente de Oaxaca.
El siguiente pasaje, ubicado entre las calles Segunda y Tercera, es el Pasaje Walicia’s, bautizado así porque su dueño se llamaba Wilfrano Ruíz, y una de sus hijas se llamaba Alicia, relató el presidente del Círculo Cultural.
ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!
Posteriormente el espacio fue prestado a Tomás Leyva, quien comenzó a vender mercancía oaxaqueña como cobijas y barro negro, hasta que en los 50 y 60 abrió una licorería.
“Este pasaje dejó de funcionar entre 1975 y 1977”, agregó Negrón Viveros frente a lo que hoy es El Torito Pub Discoteque.
Después llegamos al que es quizás el pasaje más conocido: el Pasaje Rodríguez, fundado en 1924, donde se encontraba el Foreign Club, uno de los casinos y centros nocturnos más populares de esos años que se convirtió en un pasaje con lugares para jugar y apostar.
“Después se hizo el pasaje. Eran puras tiendas de curiosidades y era el más largo de todos, estamos hablando de 1968 a la fecha. Ahora es un pasaje cultural, pero en la entrada aún encontramos el mini teatro, también círculos de lectura”, añadió Negrón Viveros.
Durante su etapa de “curios”, los visitantes podían comprar maracas, guitarras, güiros, cobijas, ropa mexicana, plata y oro, relató nuestro guía.
“Lo que dejó más dinero fue la platería. Desde finales de los 60 y hasta los 80 fue una moda”, recordó.
Frente al Rodríguez, cruzando la calle, está el Pasaje Gómez que originalmente fue una vecindad y como característica tiene una escalera de cuatro metros bajo el nivel de la avenida Revolución.
El presidente del Círculo Cultural Ateneo de Tijuana recordó que al pie de esas escaleras estaba el Café La Especial, popular entre los turistas norteamericanos durante 1960 y 1980.
“Las carnes asadas eran populares, valía 3.99 la comida (...) Era vecindad, pero como se dieron cuenta que había muchos turistas empezaron a rentar los locales para curiosidades. Lo conocí en los 60 y ya tenía alrededor de 15 años de antigüedad”, recordó.
Para regresar a la avenida Revolución, el Pasaje Gómez conecta con el Pasaje Revolución mediante unas sencillas escaleras con la desorbitante mirada de Salvador Dalí.
Hoy se ven distintos comercios de ropa, pero durante los 80 ofrecía curiosidades como tantos otros y actualmente solo hay una tienda de ese tipo.
A un costado, donde hoy está en construcción una plaza comercial, estaba el Pasaje El Sombrero. Tenía ese nombre porque en el segundo piso había un sombrero gigante, recordó Negrón.
“Eran 30 tiendas, todas de curiosidades, pero este pasaje fue el mejor de todos en Tijuana entre 1960 y 1980. Los dueños de los locales hicieron promociones con los guías de turistas, venían camiones de Anaheim y les permitían venir a México gratis por un día. Los dueños se ganaron a los guías de turistas porque les daban regalos”, mencionó
Durante ese periodo de auge, su dueño Nicolás de la Torre construyó un piso por debajo para un total de 50 tiendas de curiosidades, destacó.
El guía rememoró que al fondo del pasaje se encontraba la galería de Miguel Mariscal, donde se vendían las clásicas pinturas sobre terciopelo negro, obras de artistas de Tijuana que como parte de su atractivo permitían a los turistas observarlos trabajando.
“El señor Mariscal tuvo a los mejores pintores, como Ángel Castillo, Miguel Najera, Sánchez Cozar, Roberto Sánchez y Arturo Ramírez”, dijo.
El recorrido continuó hasta el pasaje Sonia, ubicado entre las calles Cuarta y Quinta, junto al antiguo Hotel Caesars, y se caracterizó por los arcos que decoran su entrada.
“Cuando estuvo ocupado y con mucho éxito, nunca vimos su estructura porque las mercancías tapaban las paredes y no se veía nada más que mercancías y curiosidades (...) Había cobijas, zarapes, ropa, vestidos y nadie podía apreciar la fachada”, comentó Jorge Negrón.
Entre las calles Quinta y Sexta se pueden encontrar dos pasajes: El Condominio y el Pasaje México.
La característica del primero de ellos, fundado en 1966, es que los comerciantes, también “curioseros”, eran dueños de los locales, narró Negrón Viveros.
Enfrente está el Pasaje México, propiedad de Gustavo González Espinoza, que hoy alberga bares y restaurantes, pero en sus inicios fue pionero en las tiendas de curiosidades, añadió.
Al fondo de este pasaje se encuentra un mural con la imagen de González Espinoza, acompañado de sus fechas de nacimiento y muerte.
“Es una belleza ahora, y moderno, porque nunca se vio así en sus años dorados (...) Este pasaje se hizo durante la Segunda Guerra Mundial. Hay unas tiendas en subterráneo, quiere decir que puede haber túneles por debajo, incluso cosas que desconocemos de la avenida Revolución. Debió haber casinos clandestinos que estaban fuera de la ley. No he escuchado que haya habido, pero no me sorprendería si ahora alguien dijera que sí había un casino entre las calles Tercera y Quinta”, comentó.
Entre las mismas calles se ubica un pequeño pasaje llamado Ciros.
“Nunca lo consideré pasaje porque pasando la reja estaba la pendiente”, expresó Negrón Viveros.
Entre las calles Sexta y Séptima llegamos a la última cita, el Pasaje Contreras, lugar donde está en construcción un nuevo edificio.
En su periodo como pasaje, entre los 60 y los 70, había un atrio para turistas y visitantes desde donde observaban cómo se trabajaba el vidrio soplado, relató Negrón Viveros.
“Después de ser pasaje se convirtió en una central de autobuses para turistas que se llamaba Mexicoach, traían gente de San Diego”, continuó.
Al finalizar el paseo, Negrón Viveros recordó con nostalgia el periodo de “grandeza” entre los años sesenta y ochenta, hasta que todo se diluyó en los noventa debido a una baja en la llegada de turistas que recibió “el tiro de gracia” con el atentado del 11 de septiembre del 2001, en Nueva York.
“(La avenida Revolución) se convertirá en el restaurante más grande del país, y los pasajes serán más culturales, seguirán el ejemplo del Pasaje Rodríguez que les ha funcionado”, auguró nuestro guía.
Además mencionó que la mayoría de visitantes de la avenida Revolución hoy son mexicanos, mientras que en los años 60 y 70 eran extranjeros, en su mayoría estadounidenses.
“Me gusta que estén remodelando los pasajes, que los rescaten y que hagan negocios nuevos”, expresó.
El coordinador del Archivo Histórico de Tijuana, finalmente, destacó que la avenida Revolución ha tenido un nuevo aire desde el punto de vista gastronómico, incrementado su oferta de bares y restaurantes.
“La cocina Baja Med y la cerveza artesanal creo que le han dado un nuevo impulso, pero ya no es la Revolución del esplendor. Además ahora con las construcciones verticales y la gentrificación que ello trae, van desapareciendo los edificios emblemáticos”, lamentó Hilario Castillo.