En un año llegaron al mismo tiempo la mitad y el último año de Jaime Bonilla Valdez como gobernador de Baja California.
Y fue esa misma extraña temporalidad, junto a la manera del ejecutivo de llevar los asuntos públicos, los que consumieron la primera administración estatal de Morena, considera el politólogo Benedicto Ruiz Vargas.
“No supieron aprovechar estos dos años porque el cálculo y la perspectiva que tenían era alargar el periodo de gobierno. Esa fue la apuesta original de este grupo”, comenta.
La prueba de esto, dice, es que dedicaron más de un año en tratar de revertir la reforma constitucional del 2014 que acortó el sexenio para empatar las elecciones locales y federales el próximo año, como finalmente sucederá.
Su cálculo lo hace partiendo desde la primera de las impugnaciones a la decisión del congreso local, la de Blanca Fabela Dávalos, ahora directora de DIF estatal, en enero del 2019.
Pero cuando el gobernador perdió en mayo de este 2020 ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quien calificó su intentona como fraude a la Constitución, su gobierno ya no pudo reestructurar el plan de trabajo, considera Benedicto Ruiz.
“Justamente por no saberlo aprovechar, lo que tenemos es un gobierno muy endeble, inestable, agudizado por la característica personal de Bonilla que ha sido un gobernador confrontrativo” (...) en lugar de construir ha destruido”, comenta.
Esto además lo habría hecho perder los bonos que pudo tener con el presidente Andrés Manuel López Obrador, considera.
Motivos los hay, y entre ellos enlista el conflicto por la caseta de cuota en Playas de Tijuana, donde el gobernador consideró “gangsteriles” las acciones de la Guardia Nacional para retomar el control del lugar.
Pero sobre todo, enfatiza el analista, pesó la insistencia del mandatario por ampliar su periodo de gobierno, lo que buscó en tribunales y usando al poder legislativo del estado.
Ahora, de acuerdo con el politólogo, el empresario y exfuncionario en California, Estados Unidos, tiene muy poco tiempo para “cuajar” alguna acción significativa.
“El objetivo fundamental de este gobierno ha sido desplazar al viejo partido de gobierno, y ha dejado de lado los grandes proyectos. Los que indiquen una visión de futuro”, comenta Benedicto Ruiz.
Hoy uno de los proyectos más grandes a la vista es la contratación de una empresa que venderá energía eléctrica (de una planta fotovoltaica) al gobierno bajacaliforniano para bombear el acueducto transfronterizo y distribuir agua en el estado.
Para eso la administración bonillista rompió un contrato anterior y licitó uno nuevo que obtuvo la empresa Next Energy de México S.A. para un periodo de 30 años.
Otro proyecto es entregar de manera directa un contrato para la instalación de un tren ligero en la vía ferroviaria Tijuana-Tecate. Pero un año es poco tiempo para estos planes y las desbordadas aspiraciones a la gubernatura terminarán por llevarse la última parte de la actual administración morenista.
Porque la resolución de la SCJN desató también el verdadero proyecto de más de uno entre quienes llegaron a las alcaldías: buscar el gobierno estatal, subraya Benedicto Ruiz.
“Al saber que eran dos años se dedicaron a proyectarse, a usar los recursos en una contienda muy temprana, y dejaron de lado los proyectos de gobierno”, apunta.
Así que con un año para cerrar la huella de su administración, y navegando entre los intereses de quienes aspiran a sucederlo, el balance del politólogo Ruiz Vargas es breve y conciso: “Un mal gobierno”.
“Termina debilitado por su propia política, pero también por los cambios que se dieron. Como la dirigencia nacional”, añade.
Allí observa que el gobernador ha perdido poder de influencia con el triunfo de Mario Delgado.
“Quiere decir que Bonilla no va a poder poner, comprar a todos los candidatos. Va a sugerir evidentemente, pero no los va a nombrar. No tiene ya la fortaleza y la capacidad porque está prácticamente fuera”, asienta el especialista.
““El objetivo fundamental de este gobierno ha sido desplazar al viejo partido de gobierno” Benedicto Ruiz. Politólogo