Alejandra García
Tijuana.- Han pasado ocho años desde que Elisa platicó por última vez con su hija Giselle. La mañana del 21 de junio de 2010, Giselle, entonces de 12 años, caminaba rumbo a su escuela junto a su hermano menor de ocho años cuando fueron alcanzados por la conductora de un vehículo que manejaba en estado de ebriedad.
El accidente se registró pasadas las 8:00 horas en las inmediaciones del fraccionamiento El Lago. La madre de familia recuerda cómo el dolor y coraje la invadieron al saber que uno de sus hijos había perdido la vida por la imprudencia de una persona que combinó el alcohol y el volante.
“En ese momento era mucho coraje, mucha ira, pero poco a poco, conforme han pasado los años, he aprendido a sobrellevar esto aprendiendo a vivir con el dolor, y de esta manera es que lo expreso con familiares y amigos que me conocen”, compartió Elisa González.
Desde el fatal accidente que marcó a su familia, Elisa ha marchado año tras año con la intención de que la muerte de su hija no haya sido en vano y permita hacer conciencia entre jóvenes y adultos para evitar más muertes.
Acompañada por un promedio de 25 personas asegura que ha sido el apoyo de sus seres queridos, y el amor de su hijo, lo que le ha permitido enfocar su frustración y enojo en una acción positiva.
Aquella mañana en que sucedió el accidente, la conductora, luego de arrollar a los dos menores, intentó darse a la fuga. Algunas cuadras más delante lograron detenerla; sin embargo, recuerda que dos meses después logró su libertad.
“Yo para ella no tengo mensaje; no quiero saber nada de ella. Lo único es que queremos hacer conciencia de que no combinen la bebida con el volante, que tengamos la confianza de decirle a nuestros hijos que nosotros como padres vamos por ellos, y evitar que se arriesguen”.