Tijuana es una ciudad joven, apenas llega a los 132 años. Como tal, son pocos los sitios históricos con los que cuenta, en contraste con otras ciudades del interior de la República, que fueron fundadas en el México colonial.
Pero hay un sitio que más de uno habremos visto al caminar por la Zona Centro y que desconocíamos su historia: el reloj de la calle Segunda.
Roberto Núñez Hurtado, mejor conocido como “El Teacher del Rock”, habló con El Sol de Tijuana sobre este icónico reloj, que cumple su primer siglo.
¿Cómo surgió la iniciativa de recordar los 100 años del reloj?
La iniciativa de los 100 años surgió a finales de noviembre por el profesor Alejandro Loyo Fuentes, que es director del Museo de Historia de Tijuana. Me contacta para decirme que conoce de la canción que le compusimos al Reloj Azteca de la calle Segunda. Que se llama seis para la cinco, la canción. Me contactó y me dijo que qué opinaba que iba a ser invitado para las festividades de los 100 años de la fabricación, que se iba a celebrar el 20 de enero. Fue una iniciativa principalmente por el profesor Alejandro Loyo Fuentes y se conjuntó con la galería de la ciudad, el Archivo Histórico de la ciudad y el IMAC.
¿Y por qué particularmente usted?
La razón por la que me invitaron a parte de ser intérprete de esta canción que fue compuesta en 2006, para mi segundo disco “El rock en mi ciudad”, fue porque noté luego luego que el profesor Alejandro Loyo Fuentes, tiene ganas de hacer cosas bonitas durante su gestión. Fue que ellos organizaron el aniversario de los 100 años.
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En una ciudad con tan pocos monumentos, ¿Qué representa el reloj?
Es importante, muy importante, ultra importante y dos montones más. Es parte de la historia de Tijuana que no nos han arrancado administraciones pasadas, como sí sucedió con el Puente México hace unos años, el Monumento a la Mujer que estaba hermoso.
Significa mucho porque es de lo poco que tenemos y ojalá las autoridades se preocupen no nada más por mantener estos iconos que nos quedan, sino darle luz a los que faltan por resanar.
El otro reloj que está en la esquina de calle Segunda y Revolución donde está el banco HSBC, ese reloj es muy bonito. Ese edificio está desde la época de la revolución, por ahí de los 1910 a 1915. De hecho hay una placa afuera del edificio. Es importante volver a darles brillo. Yo le canto a lo que está ahí, pero la gente no ve y ese es un ejemplo importante.
Una vez me quedé viendo el reloj por unos 10 minutos, pasaron como 200 personas en esos 10 minutos y nadie lo volteó a ver. Si alguien lo hubiera volteado a ver, le hubiera dado gusto y dado la hora con mucho gusto.
¿En qué condiciones se encuentra a un siglo de su fabricación?
Tiene buena madera, buen material, fue creado por la relojería St. Thomas, hace 100 años. La relojería quebró en los años 50. Lo trajeron de California y está instalado ahí desde el 43. Tomando en cuenta las lluvias, el humo, el grafiti, hay cosas como el reloj que solo ocupan una pintada, y un poco de amor, como los seres humanos.
Lo único que necesitamos es una pintada, una mirada de amor y ya estamos listos para dar guerra. Ese reloj está listo para dar guerra, mucho más allá de que mis nietos y bisnietos, estén aquí. Me da mucho gusto ver el reloj tan elegante.
¿Alguna anécdota que usted tenga con el reloj?
Ya comentaba la anécdota de que me paré en el reloj por 10 minutos y pasaron como 200 personas y nadie lo volteó a ver. Eso me motivó a hacer la canción del reloj, porque todavía no la había escrito para ese entonces, era uno de mis proyectos y gracias a dios lo hice.
Tengo muchas anécdotas con gente de la comunidad, que sabe que he promovido el reloj por varios años a través de la canción y mis publicaciones en Facebook. Personas que se han tomado fotos conmigo y se toman la selfie.
Me gusta mucho pasar por el centro los domingos después de las 7:00 de la tarde-noche. El reloj se mira porque toda la gente está tranquila, fue a misa, no hay mucho movimiento. Les recomiendo que se paseen en esa zona del centro después de las 7:00 de la tarde y respiren la paz y la tranquilidad, que muchos en esta ciudad anhelamos.