Juan Miguel Hernández
Tijuana.- Desde que estaba en la escuela primaria, a Juan Pablo le inició la inquietud de convertirse en sacerdote. Durante su formación básica, su escuela era visitada por seminaristas. La sola presencia de ellos ya despertaba una profunda admiración en él pese a su corta edad.
Conforme fue avanzando en la secundaria, se acercó al servicio, las misiones y los retiros. A partir de ese momento, supo cómo iba a dirigir el resto de su vida.
“Amaba estar en la Iglesia y conocer a Dios. Fue así que sentía la necesidad de entregarme cada vez más: la respuesta a mi inquietud la encontré en el sacerdocio”, confesó.
Desde el primer momento que tomó la decisión de ser sacerdote, recibió el apoyo de su familia y amigos, quienes lo respaldaron, para cumplir con vocación.
“Lo más hermoso que he encontrado en este tiempo son las personas; mis hermanos seminaristas, sacerdotes, jóvenes. Me maravillan sus historias, sus dones y su fe. Muchas de ellas no sólo han pasado, hoy siguen presentes y me hacen amar y creer más en Dios”, expresó.
Juan Pablo escucha las críticas en contra de la Iglesia católica, más que enojarse con ellas, reflexiona y analiza el rumbo que seguirá una de las religiones con más fieles en el mundo.
“Debemos aprender a escucharlas y también ellas nos deben aprender a escuchar. Podemos crecer mucho dialogando. No veo en ellas al diablo o a un rival; no, son hombres que merecen nuestra empatía y disponibilidad. Y el diálogo sólo es posible permaneciendo fieles cada quien a lo que es”, expresó.
MI VOCACIÓN ERA EL MATRIMONIO
Óscar, desde los 10 años estuvo fue monaguillo en la iglesia de su colonia. Por más de una década, formó parte de las actividades de su parroquia ayudando a los sacerdotes y posteriormente como un trabajo formal.
Al momento de entrar en la etapa de decidir sobre su futuro, eligió
el seminario, en donde estuvo por dos años, antes de saber que no era su verdadera vocación.
“Fueron años muy buenos. Aprendí a valorar las cosas que realmente valen la pena, y que te ayuda a ser mejor persona. Te enseñan los valores, en enfocarte en una religión, saber cuál es tu vocación, que en mi caso fue el matrimonio”, comentó.
Su salida del seminario no significó que se alejara de la iglesia. Al poco tiempo se casó, y continúa vinculado con los que fueron sus compañeros en el seminario.
“En el transcurso de que vas caminando, escalón tras escalón, descubres que es lo que te apasiona, que es lo que a ti te llama”, expuso.
JÓVENES, CON MUCHAS DISTRACCIONES
Actualmente en el Seminario Mayor de Tijuana hay 87 jóvenes, de los cuales 46 estudian filosofía; y 25, teología, mientras que los restantes son alumnos externos.
Joaquín López González, encargado de Área de secretaría y estudio del Seminario Mayor, señala que el proceso de formación de los jóvenes es de ocho años desde que inicia el proceso de acompañamiento, hasta que concluyen los estudios de filosofía. Posteriormente inicia el diaconado para luego concluir con la ordenación sacerdotal.
“Trabajamos con personas, requiere afrontar la problemática y comprender la realidad que vive el ser humano y tratar desde Dios de dar una respuesta a la realidad que el ser humano enfrenta. El sacerdote de hoy tiene que afrontar esa realidad y dar una luz de esperanza a esta gente; ser signo de esperanza para la gente”, aseveró.
En el camino de su formación sacerdotal, algunos jóvenes desertan. En los últimos años, la iglesia se ha enfrentando a la nueva dinámica propia de la evolución constante que vive la sociedad.
“Hay muchos factores que interfieren en este proceso vocacional. El joven de hoy tiene más propuestas externas, más distractores, en un ambiente donde los valores que se promueven es el tener, el llegar a ser algo, en vez de alguien; son distracciones que el mundo hace y que el joven se ve envuelto en esta realidad”, reconoció.
En el Seminario Mayor de Tijuana, se inscriben jóvenes de todas las edades. Algunos habían iniciado una licenciatura y decidieron tomar el camino para ser sacerdote; otros, desde los seis años, sabían cuál era su vocación.
“Para llegar a decir quiero ser sacerdote es un proceso de discernimiento, donde se encubre con su propio ser y la realidad divina. El llamado es un misterio”, aseguró el encargado de Área de Secretaría y Estudio del Seminario Mayor.
Toda mi vida dentro del seminario ha sido una confirmación del llamado. Cada día descubro la voz de Dios
Juan Pablo
Llegar y descubrir que entras a un grupo donde son 37 jóvenes de tu edad me dejó impactado
Óscar
El Seminario Mayor cumplirá 78 años el próximo 8 de diciembre.
El cuerpo docente del seminario está integrado por 45 maestros.
El párroco de la Iglesia de la Santísima Trinidad cuenta con solo 28 años de edad siendo el más joven de toda la ciudad.
En promedio, seis u ocho jóvenes desertan cada año de la formación sacerdotal.