Karina Torres
Tijuana.- La garita de El Chaparral se ha convertido en la puerta de esperanza para cientos de migrantes, nacionales y extranjeros, que llegan todos los días a Tijuana desplazados por la violencia que se vive en sus lugares de origen. Esta ciudad se ha convertido en la última parada para miles de familias y viajeros solitarios antes de poder alcanzar el tan anhelado sueño americano.
Danis salió de su natal Guatemala junto con sus dos hijas, de ocho y seis años de edad, obligadas a huir por la presencia de pandillas en su tierra natal; viajaron durante cinco meses hasta llegar a Tijuana para solicitar un número que les permita tener una cita con las autoridades de inmigración de los Estados Unidos y empezar una nueva vida lejos de las amenazas y el hostigamiento de la delincuencia.
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“Me vine desde Guatemala con mis dos niñas (…) porque tenía problemas personales con pandillas tuve que salir. Tardé como cinco meses en llegar a la frontera por el costo y porque no podía viajar de noche o por zonas peligrosas por las niñas; no quise arriesgarlas”, afirmó.
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Durante su viaje, y a pesar de intentar seguir las rutas seguras para migrantes, no pudo evitar ser extorsionado. En su caso, fueron las propias autoridades quienes, en dos ocasiones, en dos puntos distintos de la República Mexicana, le quitaron el poco dinero que logró reunir para continuar su viaje.
“En la frontera de Chiapas y (en) Chihuahua, los agentes me pidieron dinero para dejarnos pasar. Más o menos 500 pesos uno; me abrían la cartera y agarraban lo que veían; tenía que esconderme dinero en otras partes del cuerpo”, afirmó.
El resto de su familia también tuvo que salir de Guatemala. Dos hermanos de él y la madre de sus hijas decidieron emprender el viaje hacia la frontera con Estados Unidos para buscar una oportunidad de ingresar legalmente a nuestro vecino país. Su hermana, junto a sus dos hijos menores, huyeron desde hace tres años de Guatemala al igual que su hermano mayor con quienes no ha tenido contacto.
Una vez obtenido el número para pasar con las autoridades de inmigración, permanecerá en Tijuana junto con sus dos hijas. Danis aseguró que buscará cruzar legalmente, ya que no desea arriesgar a sus hijas por caminos peligrosos que expongan su seguridad. El deseo de poder dar una mejor calidad a sus dos pequeñas alimenta su esperanza y evita se rinda en la búsqueda de llegar a suelo norteamericano.