En la Casa Blanca perciben la próxima elección presidencial mexicana como un proceso polarizado y difícil, además de que tienen claro que nadie puede vaticinar todavía quién ganará.
“Voy a estar muy atenta a las elecciones, como puede imaginar, pero en la televisión, nada más que eso”, dice la embajadora de Estados Unidos, Roberta Jacobson.
En entrevista con El Sol de México recuerda que se ha reunido con los candidatos presidenciales mexicanos, pues como parte de su trabajo debe informar a Washington de sus propuestas, cómo sería la relación con cada uno al frente y mandar impresiones de cada personaje, información que sirva para la toma de decisiones.
—¿Qué está informando a Estados Unidos en estos días sobre México?
—Primero que nada, soy siempre optimista. De naturaleza. Nadie se queda 31 años en el gobierno sin ser optimista...
En serio, porque tiene que tener ese tipo de optimismo, porque continúa trabajando en una burocracia, frente a presupuestos que suben y bajan... Soy optimista sobre México. Es una elección polarizada, es una elección difícil, porque hay retos grandes, pero a mí me parece que es una elección participante. Claro que hay indecisos, muchos, claro que hay gente que quizá no está de acuerdo con ninguno de los candidatos, siempre ocurre, pero hemos visto a los jóvenes después del 19 de septiembre, hemos visto que los mexicanos quieren lo mejor, avanzar, que el talento aquí es enorme, eso es una de las cosas que yo he visto, y no solamente de la juventud.
Le preguntamos, de acuerdo con lo que ha visto la embajadora y lo que conoce de los sondeos, quién cree que ganará las elecciones. “Ay no, eso no puedo…”, suelta un poco molesta ante la pregunta. “Eso sería algo de la bola de cristal que no tengo.
También creo que sería ridículo decir, ahora, quién va a ganar en algunos meses, porque si hemos aprendido algo desde las elecciones recientes en Estados Unidos, en Francia y otros países, es que no se puede vaticinar, no se puede, y que el pueblo tiene la última palabra”.
Dice que lo único que puede adelantar es que no tienen miedo de trabajar con cualquiera de los candidatos que resulte ganador, cualquiera. “Esta relación es demasiado importante para mucha gente en Estados Unidos y para los mexicanos también”.
Pero en mayo ella ya no estará en el cargo.
Es natural que una administración quiera su propio embajador o embajadora, dice Roberta Jacobson cuando le preguntamos por qué deja México en mayo. “Para mí es el momento ideal porque todavía tengo energía para hacer algo distinto, buscar un trabajo, digamos real, después de 31 años de gobierno, quizá ganar un poco más que el sueldo gubernamental”.
La embajadora dice que en octubre cumpliría 32 años de carrera diplomática y para algunos, como ella, eso es suficiente. Aunque asegura que está muy comprometida en la relación entre México y Estados Unidos, y desde adentro o afuera, seguirá trabajando en ello.
“Después de 31 años, yo creo que ya está bien, es un buen momento, y también mi marido tiene que regresar a Washington, continuar su carrera y bueno, por eso fue un momento ideal... Quizá no ideal para todos, a mí me encanta la embajada, es un momento muy clave para México, pero nunca es un momento ideal”.
Adiós
Le recordamos que ella es percibida en este país como una estadounidense que tiene respeto por la cultura mexicana, lo mismo es posible encontrarla comiendo churros en
El Moro , que bailando en el salón Los Ángeleso degustando la botana de alguna cantina popular. Y se va precisamente en un momento difícil para los que tejen las relaciones entre los dos países, pues el presidente Donald Trump no ha logrado hacerse respetar por los mexicanos y el presidente Enrique Peña Nieto no ha querido reunirse con él, a menos que cambie su tono.
El Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), el famoso muro fronterizo que prometió como candidato el empresario-político y sus ofensivos tuits, estiran la relación entre los dos países como una liga que estuvo muchos días bajo el sol.
“Primero yo digo que eso no es un trabajo de una persona”, dice Roberta Jacobson. “Cuidar la relación, implementar la política del presidente Trump y asegurar que la relación continúe de manera fructífera, es una labor de toda la embajada, y es una embajada, y consulados, es una misión digamos, de casi dos mil 40 personas, y eso no va a cambiar cuando yo me vaya”.
Admite que es la cara más pública de la embajada y la vocera, pero eso no significa que hay un equipo impresionante de mexicanos y estadounidenses que va a continuar con los programas, con la política y muy metidos en todas las áreas, como seguridad, comercio, educación, estado de derecho, sociedad civil… todas las áreas importantes.
“Entiendo que yo soy la embajadora, pero es muy importante no pensar que es trabajo de una sola persona”, explica Jacobson. “Ni que va a cambiar de noche a día porque yo me voy”.
La embajadora de Estados Unidos en México recuerda que ha trabajado para seis presidentes y debe continuar trabajando con algunos más, hasta la edad de jubilación.
Eso es lo que hará y lo que hacen los diplomáticos de carrera.
Analizó esperar hasta la elección presidencial mexicana, en julio. Pero lo descartó en algún momento. “Si yo espero hasta la elección, van a estar muchísimos diciéndome que debería estar hasta diciembre, porque estaría saliendo antes de la transición. A mí me parece que es mejor si el cambio ocurre antes de un nuevo presidente de México, cuando un nuevo embajador puede empezar con un nuevo equipo en México. Porque si yo me quedo, hasta cuándo. Por eso digo que no hay un momento ideal, quizá debía renunciar antes, no sé, para abrir espacio antes de la campaña”.
Dice que viene un embajador o embajadora eventualmente que va a liderar esa misión de manera excelente. Todos los embajadores saben de la gran importancia de México, asegura.
—Se va en mayo
—El 5 de mayo…
—Va a festejar a Los Ángeles o…
—Yo voy a tomar tequila en el avión, mientras voy llorando… Eso va a ser dos años desde mi juramento como embajadora, así que bueno, yo tenía que elegir fecha.
—¿Se va a Washington, a Nueva York o se queda en la casa de San Miguel?
—Bueno, la casa de San Miguel no está terminada, estamos en proceso, pero no, regresamos a Washington, mi esposo tiene que regresar a su trabajo, es servidor público en el gobierno también, por eso no tenemos mucho dinero—, dice la embajadora y estalla su contagiosa risa.
Fiel a Donald Trump
Asegura que todavía no sabe qué hará con su vida. Explica que hay muchas oportunidades actualmente y lo que quiere es pensar en algo nuevo. Lo que necesita es un poco de tiempo más para cambiar de chip, dejar su vida en el gobierno. Está hablando con muchas personas sobre posibilidades en el sector privado, tal vez meterse un rato a alguna universidad, a un think tank, a manera de transición.
—¿Se va porque no quiere trabajar con Donald Trump?
—No… este… Primero quiero decir que siempre hay cosas, con todos los gobiernos, como servidor público, hay políticas con las que estás totalmente de acuerdo, hay políticas con las que tienes discrepancias, cuando una persona es un servidor público, hasta embajador, sirve al presidente e implementa la política y yo estoy de acuerdo con eso. Yo creo que en este rol, yo me he sentido cómoda con la política que yo he implementado aquí en México, tratando de avanzar la prosperidad de los dos países, avanzar a un más moderno TLCAN, asegurando que esa relación continúa muy, muy estrecha, con una cooperación en seguridad, apoyando a la sociedad civil, etcétera... Así que yo no tenía problemas en implementar la política aquí y también en transmitir a Washington, porque ése es mi rol también como consejero, qué pasa en México, como intérprete.
La embajadora remata
“Mientras estoy todavía como embajadora aquí, yo no quiero decir, y no voy a decir, si tengo discrepancias o no (...) Yo trabajo para el Presidente (...) Después yo puedo hablar como ciudadana, ahora soy embajadora, y respeto mucho las instituciones y también yo creo que yo voy a continuar implementando las políticas del Presidente hasta que yo deje esta posición”.