/ martes 15 de marzo de 2022

INER ha enfrentado cuatro epidemias

En sus más de ocho décadas, el instituto especializado en las enfermedades respiratorias ha combatido enfermedades como la tuberculosis, el VIH-Sida, la influenza y el Covid-19

Su nombre comenzó a ser familiar para muchos en marzo de 2020 con la pandemia de Covid-19, o para quienes tienen mejor memoria, en 2009 con la influenza. Es el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas (INER) que el 16 de marzo cumple 86 años, tiempo en el que ha enfrentado epidemias y pandemias.

“Sin duda los últimos dos años han sido los más complicados, pero hay que reconocer que siempre ha habido momentos complicados en temas de salud; precisamente ahora, con motivo de los 86 años, el tema central de la conmemoración es ‘De la epidemia a la pandemia’”, cometa en entrevista con El Sol de México Jorge Salas Hernández, director general del INER.

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Esta institución, referente tanto en lo clínico como en la investigación, tiene sus orígenes en el Sanatorio para Enfermos Tuberculosos de Huipulco que en la década de los 30 se fundó para atender la pandemia que por esos años aquejaba a los mexicanos: la tuberculosis.

“En esa época eran otras formas de tratarse y entonces este sanatorio, como muchos otros sanatorios dedicados a la tuberculosis, no sólo en México sino en el mundo, eran construidos en las periferias de las ciudades. Lo que se pretendía era tener instalaciones más al aire libre, a campo abierto, donde los enfermos de tuberculosis de ese entonces venían, se hospitalizaban, se les trataba, se les alimentaba porque muchos tenían desnutrición, y estaban largas estancias”, relató Salas Hernández.

En aquella época, el entonces Sanatorio se encontraba fuera de la mancha urbana de la Ciudad de México, espacio óptimo para las personas con padecimientos respiratorios. Ahora, 86 años después, el INER está en una de las vialidades más concurridas de la capital del país, la Calzada de Tlalpan, en el corazón de una de las zonas de hospitales más importantes, lo que demuestra su valor para la sociedad.

Foto: Roberto Hernández

En las siguientes décadas, el Sanatorio evolucionó para primero convertirse en el Hospital para Enfermedades Pulmonares de Huipulco, en 1969. Seis años después se convirtió en el Instituto Nacional de Enfermedades Pulmonares, y finalmente en 1982, se fusionó con la Unidad desconcentrada de la Secretaría de Salubridad y Asistencia para crear al INER que conocemos hoy.

Es en esta década cuando surgió el segundo gran reto para el INER: el VIH Sida. “En la década de los 80 la aparición del VIH Sida, donde muchas de sus manifestaciones y síntomas, de sus complicaciones, fueron del aparato respiratorio. Aquí se implementó una clínica para la investigación y atención de este tipo de problemas con médicos especialistas, investigadores, infraestructura de laboratorio, y ha sido uno de los grandes logros de la institución”, contó el director general del INER.

Ya en el siglo XXI, y en un episodio que está más fresco en la memoria de los mexicanos, el Instituto también respondió a la pandemia de la influenza AH1N1 que golpeó a nuestro país en la primera mitad de 2009.

“El Instituto también se distinguió por un número importante de pacientes que se tuvieron que atender, y afortunadamente duró mucho menos tiempo, varios meses, pero nada que se compare con el momento actual”.

REGRESAR A LA NORMALIDAD

El INER es punta de lanza no sólo en la atención de pacientes con enfermedades respiratorias, también en la formación de especialistas y en la investigación en la materia.

Al año, cientos de médicos ingresan a sus cursos de especialización o de actualización para atender enfermedades como tuberculosis (que sigue presente entre los mexicanos), asma, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) cáncer y trastornos respiratorios al dormir.

Entre las líneas de investigación del INER están “Exposición al humo de leña en base poblacional y población indígena”, “Evaluación económica de las enfermedades respiratorias” y “Genómica de la tuberculosis”, entre otras.

Además, cuenta con un Departamento de Investigación en Tuberculosis dedicado a estudiar el impacto de la enfermedad entre los mexicanos, entre otros muchos proyectos.

Aunque toda la investigación y educación se vio detenida el 27 de febrero de 2020, día en que el INER confirmó el primer caso de Covid-19.

“De ahí en adelante nos hemos dedicado prácticamente a la atención exclusiva de enfermos de este tipo de enfermedad. Tuvimos que hacer de lado temporalmente la atención de otros padecimientos por el riesgo de contagios, porque tenemos muchos pacientes crónicos que son vulnerables y el riesgo de contagio y tener un desenlace desafortunado era mayor. Por eso tuvimos que cerrar temporalmente esa atención de casos más graves de Covid-19”, comentó Salas Hernández.

A lo largo de la pandemia, en el INER se han atendido a dos mil 274 enfermos de Covid-19, mientras que se idearon nuevas formas para seguir atendiendo a aquellos pacientes sin síntomas, pero con malestares respiratorios.

“Desde hace un año iniciamos el proceso de atención de pacientes no Covid a través de la telemedicina. Tenemos registro a través de los expedientes clínicos de nuestros enfermos de diferentes enfermedades respiratorias crónicas y cada una de las clínicas que atienden a este tipo de enfermos buscaron contactarlos de tal manera de iniciar un proceso a través de telemedicina”.

Para aquellos pacientes dados de alta de Covid con alguna secuela, el INER creó una clínica para darles seguimiento y que actualmente atiende a alrededor de mil personas.

Aunque la pandemia no ha terminado y nadie debe bajar la guardia, Salas Hernández dijo que en el Instituto ya están recobrando la actividad normal, la cual incluirá dar continuidad a las líneas de investigación previas y las nuevas, que tienen que ver con el virus SARS-CoV-2.

“Seguir retomando la atención médica de nuestros pacientes no Covid, iremos abriendo conforme la pandemia vaya disminuyendo en casos, iremos disminuyendo el número de camas para pacientes Covid e incrementando el número de camas para atención no Covid. Se ha hecho mucha investigación en Covid, pero no se perdieron líneas de investigación de otro tipo. Habremos de retomarlas”, comentó.



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Su nombre comenzó a ser familiar para muchos en marzo de 2020 con la pandemia de Covid-19, o para quienes tienen mejor memoria, en 2009 con la influenza. Es el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas (INER) que el 16 de marzo cumple 86 años, tiempo en el que ha enfrentado epidemias y pandemias.

“Sin duda los últimos dos años han sido los más complicados, pero hay que reconocer que siempre ha habido momentos complicados en temas de salud; precisamente ahora, con motivo de los 86 años, el tema central de la conmemoración es ‘De la epidemia a la pandemia’”, cometa en entrevista con El Sol de México Jorge Salas Hernández, director general del INER.

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Esta institución, referente tanto en lo clínico como en la investigación, tiene sus orígenes en el Sanatorio para Enfermos Tuberculosos de Huipulco que en la década de los 30 se fundó para atender la pandemia que por esos años aquejaba a los mexicanos: la tuberculosis.

“En esa época eran otras formas de tratarse y entonces este sanatorio, como muchos otros sanatorios dedicados a la tuberculosis, no sólo en México sino en el mundo, eran construidos en las periferias de las ciudades. Lo que se pretendía era tener instalaciones más al aire libre, a campo abierto, donde los enfermos de tuberculosis de ese entonces venían, se hospitalizaban, se les trataba, se les alimentaba porque muchos tenían desnutrición, y estaban largas estancias”, relató Salas Hernández.

En aquella época, el entonces Sanatorio se encontraba fuera de la mancha urbana de la Ciudad de México, espacio óptimo para las personas con padecimientos respiratorios. Ahora, 86 años después, el INER está en una de las vialidades más concurridas de la capital del país, la Calzada de Tlalpan, en el corazón de una de las zonas de hospitales más importantes, lo que demuestra su valor para la sociedad.

Foto: Roberto Hernández

En las siguientes décadas, el Sanatorio evolucionó para primero convertirse en el Hospital para Enfermedades Pulmonares de Huipulco, en 1969. Seis años después se convirtió en el Instituto Nacional de Enfermedades Pulmonares, y finalmente en 1982, se fusionó con la Unidad desconcentrada de la Secretaría de Salubridad y Asistencia para crear al INER que conocemos hoy.

Es en esta década cuando surgió el segundo gran reto para el INER: el VIH Sida. “En la década de los 80 la aparición del VIH Sida, donde muchas de sus manifestaciones y síntomas, de sus complicaciones, fueron del aparato respiratorio. Aquí se implementó una clínica para la investigación y atención de este tipo de problemas con médicos especialistas, investigadores, infraestructura de laboratorio, y ha sido uno de los grandes logros de la institución”, contó el director general del INER.

Ya en el siglo XXI, y en un episodio que está más fresco en la memoria de los mexicanos, el Instituto también respondió a la pandemia de la influenza AH1N1 que golpeó a nuestro país en la primera mitad de 2009.

“El Instituto también se distinguió por un número importante de pacientes que se tuvieron que atender, y afortunadamente duró mucho menos tiempo, varios meses, pero nada que se compare con el momento actual”.

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El INER es punta de lanza no sólo en la atención de pacientes con enfermedades respiratorias, también en la formación de especialistas y en la investigación en la materia.

Al año, cientos de médicos ingresan a sus cursos de especialización o de actualización para atender enfermedades como tuberculosis (que sigue presente entre los mexicanos), asma, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) cáncer y trastornos respiratorios al dormir.

Entre las líneas de investigación del INER están “Exposición al humo de leña en base poblacional y población indígena”, “Evaluación económica de las enfermedades respiratorias” y “Genómica de la tuberculosis”, entre otras.

Además, cuenta con un Departamento de Investigación en Tuberculosis dedicado a estudiar el impacto de la enfermedad entre los mexicanos, entre otros muchos proyectos.

Aunque toda la investigación y educación se vio detenida el 27 de febrero de 2020, día en que el INER confirmó el primer caso de Covid-19.

“De ahí en adelante nos hemos dedicado prácticamente a la atención exclusiva de enfermos de este tipo de enfermedad. Tuvimos que hacer de lado temporalmente la atención de otros padecimientos por el riesgo de contagios, porque tenemos muchos pacientes crónicos que son vulnerables y el riesgo de contagio y tener un desenlace desafortunado era mayor. Por eso tuvimos que cerrar temporalmente esa atención de casos más graves de Covid-19”, comentó Salas Hernández.

A lo largo de la pandemia, en el INER se han atendido a dos mil 274 enfermos de Covid-19, mientras que se idearon nuevas formas para seguir atendiendo a aquellos pacientes sin síntomas, pero con malestares respiratorios.

“Desde hace un año iniciamos el proceso de atención de pacientes no Covid a través de la telemedicina. Tenemos registro a través de los expedientes clínicos de nuestros enfermos de diferentes enfermedades respiratorias crónicas y cada una de las clínicas que atienden a este tipo de enfermos buscaron contactarlos de tal manera de iniciar un proceso a través de telemedicina”.

Para aquellos pacientes dados de alta de Covid con alguna secuela, el INER creó una clínica para darles seguimiento y que actualmente atiende a alrededor de mil personas.

Aunque la pandemia no ha terminado y nadie debe bajar la guardia, Salas Hernández dijo que en el Instituto ya están recobrando la actividad normal, la cual incluirá dar continuidad a las líneas de investigación previas y las nuevas, que tienen que ver con el virus SARS-CoV-2.

“Seguir retomando la atención médica de nuestros pacientes no Covid, iremos abriendo conforme la pandemia vaya disminuyendo en casos, iremos disminuyendo el número de camas para pacientes Covid e incrementando el número de camas para atención no Covid. Se ha hecho mucha investigación en Covid, pero no se perdieron líneas de investigación de otro tipo. Habremos de retomarlas”, comentó.



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