Notimex
Ciudad de México.- Al menos una de cada tres madres mexicanas son solteras, o no cuentan con el apoyo de una pareja, lo cual incrementa considerablemente sus niveles de estrés y la propensión para sufrir ataques ansiedad.
La situación es aún más compleja para aquellas que enfrentan situaciones de pobreza o que tienen limitaciones en su escolaridad, y que deben atender el doble reto que significa llevar el sustento a sus hijos y hacerse cargo de sus cuidados, advirtió la organización Voz Pro Salud Mental Ciudad de México.
En un estudio que se realizó como parte de la conmemoración del Día de las Madres, esta organización conformada por profesionales y familiares de personas con enfermedades mentales, advirtió que ante los cambios de patrón que experimentan las familias tradicionales, se ha incrementado el número de madres solteras.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2014, 33.5% de las madres de entre 15 y 54 años eran solteras y de ellas, 53% no tenía escolaridad superior a secundaria.
Estos factores, además de la presión social, son los que disparan el estrés y el riesgo de episodios de ansiedad, especialmente en las madres solteras que no decidieron serlo, sino que están en esa condición tras un divorcio (a veces por abuso o violencia); fallecimiento de la pareja o abandono del padre de sus hijos, que en ocasiones se registra antes de que éstos nazcan.
Muchas de estas mujeres viven en condiciones de pobreza, lo cual limita sus posibilidades de salir adelante y demerita su calidad de vida.
También, un número significativo de estas mujeres enfrenta el machismo de la sociedad, pues en muchos trabajos se les paga menos que a los hombres, además de que gran parte de los empleadores se niegan a contratar mujeres en esta situación.
Datos del Inegi señalan también que en 2017 sólo 41.8% de las madres solteras trabajaba y de las que sí lo hacían, una de cada cinco ganaba menos de un salario mínimo.
En el aspecto social, las madres solteras pueden pasar mucho tiempo solas, porque el trabajo y los cuidados de los hijos les absorben mucho tiempo y les dificulta construir una red social o familiar de apoyo, lo cual inciden negativamente en su independencia y autonomía económicas.
Frente a este panorama, las mujeres en esta condición requieren una gran fortaleza emocional y mental para mantener el equilibrio en sus vidas y garantizar su bienestar.